TÚ, ERES MI MAMI

604 59 2
                                    

yo también estoy muy caliente.

Asami llevó los tobillos del castaño a sus hombros y alzándole las caderas de una sola intención le penetró profundo, la sensación de invadir esa cavidad, era en extremo placentera, la sentía muy húmeda, caliente y al parecer más sensible de lo normal, porque Misaki gemía y jadeaba, con cada movimiento que él hiciese, inició un vaivén lento, sacaba su miembro y lo volvía a adentrar lentamente, sintiendo como esa entrada lo recibía, dio una embestida muy profunda y el castaño llevó sus manos al bajo vientre y lo masajeaba, sus ojos se hicieron enormes al prestar atención y ver lo que realmente el menor masajeaba, era un bulto que aparecía con cada embestida, llevó sus propias manos y las mantuvo para sentir como esa llanura se hacía presente en la siguiente embestida.

-¡Wow! Nunca me había dado cuenta  -masajeó el vientre del castaño-  de esto.

-Eso es porque ¡Ahhh!  -gimió y enterró su cabeza en la cama-  porque hasta ahora no había pasado.

Asami le penetró profundo otra vez.

-Es como si la punta  -con los dedos, palpó el bulto-  de mi pene, te chocase en el vientre.

-Ryūichi, deja de jugar,  -se retorcía-  nos darán las uvas y aún no estoy sat...

Las embestidas salvajes de Asami lo interrumpieron, el mayor le besaba, chupaba y mordía los pezones, después buscaba sus labios y se adentraba en su boca, sus lenguas danzaban buscándose, saboreando cada rincón, sintió su entrada contraerse, apresando el duro falo de su novio, estaba por correrse, movió sus caderas para buscar más contacto.

-Cariño ¡Argh! Me estás estrangulando el miembro,  -sostenía las caderas del castaño y profundizaba las estocadas-  apenas me puedo mover, relájate.

-No puedo, estoy por correrme.

-Aguanta,  -con el pulgar le presionó la uretra al castaño-  quiero que te vengas conmigo, sólo un poco más.

Siguió con las embestidas, quería retrasar más su orgasmo, pero le era difícil, Misaki le apretaba tanto que parecía que le quería ordeñar, un par de embestidas más y comenzó a masturbar al castaño, para que se viniesen juntos.

-¡RYŪICHI!

-¡MISAKI!

Gritaron a la vez, el castaño apretaba las sábanas con sus puños y Asami sobre él, respiraba errático, mientras seguía embistiéndolo lentamente.

-Ryūichi,  -deslizaba sus manos por la espalda del mayor-  quiero hacerlo en ese sofá  -le apuntaba el mueble de la habitación-.

-¡Jajaja! Lo que tú quieras.

Asami giró en la cama y se llevó al castaño sobre su cuerpo, le despejó el rostro, poniendo los mechones detrás de la oreja y le besó cadencioso, Misaki sin deshacer el beso y abrazado del cuello de Asami, comenzó a sentarse sobre él, obligándolo también a sentarse, una vez estuvo a horcajadas, comenzó a mover sus caderas. Asami se levantó de la cama, cargando al castaño y se dirigió al sofá.

-Yo iré arriba  -el castaño ordenó-.

-Como que estás  -se sentó en el sofá-  muy mandón.

-No soy mandón,  -se levanta un poco y alinea su entrada en el miembro de Asami-  sólo quiero sentirte  -se dejó caer de golpe-  ¡Ahhh! muy profundo.

-¡Ahhh! -gimió ronco- Misaki, creo que sí llegué profundo,  -volvía a aparecer ese bulto en el vientre del castaño- porque lo estoy viendo -masajeó la zona- y sintiendo.

Misaki no dijo nada, inició a moverse de arriba abajo, lo hacía rápido, de vez en cuando se dejaba caer y movía las caderas en círculos, luego retomaba su frenética cabalgata, como dijo Asami dos semanas de no hacer el amor, lo tenían un poco ansioso, la noche anterior sólo lo hicieron una vez, lo de la oficina, para él no cuenta, quiere sentirse invadido y llenado, venirse en medio de duras estocadas y entre los brazos de su novio, lo necesita, su cuerpo lo reclama... después de varios minutos, está listo para venirse, pero inevitablemente sus fuerzas flaquean y el movimiento va mermando, Asami que también está por venirse, lo cogió de la cintura y lo ayudaba a subir y bajar, a la vez que movía las caderas para profundizar las embestidas.

-¡Sí! Más, más profundo Ryūichi.

Asami movía como loco las caderas, los gritos del castaño, le encendían, se enterraba profundo y rápido, provocando que el sonido del choque de su pelvis con las nalgas de Misaki, se oyese como un chapoteo, por la abundante lubricación que salía, era lascivo... cuando el castaño comenzó a apretarle, buscó su boca y le besó con fiereza, Misaki correspondía de la misma manera, así mientras se comían la boca, se dejaron ir, obteniendo otro maravilloso orgasmo.

Esa noche durmieron poco, no se pusieron al día, los dos coincidieron que hacía falta más de una noche para hacerlo, pero eso no les impidió, de hacer el amor tantas veces y de todas las formas que quisieron, Misaki en un de esas ocasiones terminó atado de brazos y piernas, quedando totalmente expuesto para que Asami le hiciese lo que quisiese, el ojimiel no salió indemne, con la excusa de que le haría un masaje, el castaño lo tumbó boca abajo en la cama, cuando estuvo sentado en su espalda, le ató los brazos al cabecero de la cama y se dedicó a manosearle y morderle a gusto, sobre todo, esas apetitosas nalgas. Otras hicieron el amor con ternura, en medio de besos y palabras dedicadas al oído, como fuese que lo hiciesen, estaban felices, casi amaneciendo ya se dejaron caer en la cama, agotados, sudados y hambrientos, pero el sueño les ganó y se dejaron llevar.

-¡Mami! ¿me estás oyendo?

-... -bostezaba- Déjame dormir y ¿quién es tu mamá?

-Tú -reía divertida la pequeña- ¿quién más?

El castaño abría los ojos y delante de él, una pequeña que le miraba fijamente y sonreía, buscó por todos lados a los padres de esa niña, pero sólo había un espacio blanco.

-¿Dónde están tus padres?

-Mi mamá esta aquí y papá está dormido.

-¿Aquí dónde?  -por más que buscase, no veía a nadie-  No veo a nadie mas.

-Tú, eres mi mami -la pequeña le cogía la mano- o lo serás.

-¿De qué hablas? ¿te adoptaremos?

-Creo que mi mami  -reía divertida-  sigue dormido.

-Pequeña,  -le besó la manita, el contacto le llenó el corazón-  creo que estás confundida, dime el nombre de tu madre y yo te ayudaré a buscarla.

-No mami,  -detenía los pasos de Misaki-  sólo vine porque quería decirte, que lo de papá es para protegerle.

Misaki se agacha, para quedar a la altura de la pequeña, le mira detenidamente y se le hace familiar, le acaricia el cabello.

-Pequeña...

-Sayumi, mi nombre es Sayumi, no pequeña y no me queda tiempo.

-¿Sayumi? -recordaba la pregunta de Ryūichi- está bien, a ver si entiendo, me dices que algo le pasa a tu papá y que es para protegerlo ¿pero qué tengo yo que ver en eso? ¿Y dónde tienes que ir?

-Los malestares de papá, son para protegerle, hay un hombre malo,  -empezó a retroceder y alejarse-  ya no me queda tiempo, cuídate mami, te quiero.

Misaki corrió tras la niña, pero ésta se desvaneció.

-¡Sayumi! -la llamó una y otra vez- ¡Sayumi!

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora