YA ES HORA

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Este capítulo, lo escribí, recordando mi propio inicio de parto... así tal cual, sólo que yo no tenía guardaespaldas. 😛
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24 de marzo, después de la última visita con Aoki-sensei, Misaki decidió seguir trabajando, pero esa idea había cambiado de repente, llevaba 3 días que ya no iba a la oficina, acompañado de Takai, se quedaba en el departamento, en estos días, le dio por limpiar en profundidad cada rincón de su hogar, no aceptó que nadie le ayudase, el guardaespaldas, se llevó varios retos, por intentar meterse en las tareas que hacía el castaño, sólo aceptó su ayuda para quitar y luego poner las cortinas, las cuales mandó a lavar, hasta Asami le había llamado la atención, pero no le hizo caso, él sabe lo que hace. La habitación de Sayumi la repasaba cada día, lavó, otra vez, toda la ropa de la pequeña, la planchó y nuevamente la metió en los muebles. Las maletas para llevar al hospital, las hizo y deshizo infinidad de veces. Cocinar, era otro cantar, preparó distintos platillos y para varios días, que luego metió en envases estancos y puso en el congelador. Esa noche preparó la cena, después de varios días, su prometido llegaría pronto y cenarían juntos.

Asami cuando llegaba a casa, encontraba a su castaño dormido, pero sabía perfectamente todo lo que hacía, Takai lo mantenía informado, sólo una vez, le llamó para decirle que se estuviese quieto, Misaki con toda la calma del mundo, le respondió que no se metiese en sus asuntos, que acabase pronto con los pendientes que tenía, que le amaba y que le dejaría la cena en el frigorífico y luego le cortó la llamada, aludiendo que tenía muchas cosas por hacer aún, así que no volvió a molestarle, pero sí pidió al guardaespaldas que estuviese al pendiente. Lleva casi toda la semana trabajando hasta la madrugada, asuntos del bajo mundo, junto a Kirishima, ha dejado todo en orden, no quiere que nadie le moleste cuando nazca Sayumi, por primera vez en años, se desconectaría de todo. Esa noche al fin podría volver a casa temprano, ver a su gatito y cenar juntos.

21:30 horas, Misaki está intentando dormir, está incómodo, siente deseos de orinar, se ha levantado al baño incontables veces y sólo unas pocas ha orinado, pero aun así, sigue sintiendo presión en la vejiga, se levanta, otra vez, pero no al baño, ahora tiene sed, se calza unas zapatillas de andar por casa y se va a la cocina, nada más encender la luz y sintió cómo su pantalón se mojaba.

-¿Qué?  -miraba las piernas del pantalón mojadas-  pero si no sentí deseos de orinar.

Con cuidado de no resbalar, se acercó a la isla, bebió un poco de té y luego buscó algo para secar el suelo, mientras lo hacía, se fijó que el líquido era blanquecino y muy acuoso, al terminar, sin hacer mucho ruido se metió al baño, allí, luego de desvestirse, revisó su ropa.

-Esto no es orina,  -abrió enorme los ojos y se acarició el vientre-  Sayumi, cariño ¿ya vas a nacer?

Recordó las clases del curso de preparación al parto, mantuvo la calma, se duchó y salió a la habitación, se puso otro pijama, miró a Asami, que seguía dormido, hoy apenas habían cenado y el ojimiel, luego de darse un baño, había caído rendido.

-No tengo contracciones,  -hablaba para sí mismo-  el líquido amniótico que salió era poco y normal,  -se metía a la cama-  mejor intento descansar.

Misaki dormitó un par de horas, pero una molestia en el vientre le despertó, adormilado se masajea la pancita, la nota muy dura y a los segundos se normaliza, el castaño luego de que esa molestia, se repitiese por tercera vez, comprendió que eran contracciones, cogió su móvil y encendió el cronómetro, el tiempo entre cada contracción, aún era extenso y la duración, corta, tampoco le molestaban tanto. 02:10 de la madrugada, otra vez, esa sensación de vejiga presionada, sin esperar, se puso de pie y fue al baño, se quitó el pantalón y se metió a la ducha, esperó unos segundos y otra vez, expulsaba líquido, cómo un chorrito, seguido de una contracción más dolorosa.

-... -respiraba agitado y abría el grifo para asearse-  esta sí, ha sido fuerte.

Con mucho cuidado, igual que la vez anterior, después de asearse, se enfundó en un albornoz para volver a la habitación, pero esta vez, no alcanzó a siquiera cerrar la puerta, otra contracción, le hizo buscar apoyo en el marco de la puerta y jadear.

-15 minutos,  -parecía que había corrido un maratón y miraba el reloj de la habitación-  Sayumi, tú... tú, ya no te aguantas ahí dentro ¿cierto?  -recibió unas pataditas-  ya veo, despertaré a papá, pero antes...

Los siguientes quince minutos, Misaki con toda tranquilidad, buscó su bolso, revisó que tuviese sus documentos, la cartilla del embarazo, metió su móvil y lo dejó a mano, otra contracción, respiró, así como le enseñaron en el curso, luego fue al armario, buscó una muda de ropa cómoda, para él y otra para Asami, se vistió con calma, fue a cepillarse los dientes y volvió para despertar al ojimiel.

-Ryūichi...  -no hubo respuesta-.

El castaño pretendía acercase al lado de Asami, pero antes de siquiera dar un paso, otra contracción, pero esta iba acompañada de dolor lumbar.

-Ryūi...  -el dolor le quitó hasta la respiración-  ¡mierda!  -resoplaba entrecortado-.

Repetía los ejercicios de respiración, con las manos apoyadas en sus rodillas y la espalda en el armario, hasta que la contracción cedió, en esa posición vio como Asami se removía en la cama y estiraba su brazo buscándolo, inhaló profundo.

-RYŪICHI  -gritó, aún agotado-.

Asami medio dormido, buscaba a su castaño, hace rato sentía la cama fría, supuso que estaría en el baño, como lleva ocurriendo estas últimas semanas, como en un susurro oyó su nombre, estiró su brazo pensando que Misaki había vuelto a la cama, pero nada, otra vez oyó que le llamaban, pero en un grito, como resorte estaba sentado en la cama, buscando esa voz, encontrándose con su castaño, apoyado en el armario, respirando agitado y el rostro sudoroso, no alcanzó a decir nada...

-Ya es hora amor  -Misaki le dijo muy calmado-.

En tiempo record, Asami se levantó y vistió, todo sin decir una palabra, sólo reaccionó por la risa de Misaki, se le quedó mirando muy confuso.

-¿Qué es tan gracioso?  -se acercó al castaño y le ayudaba a caminar hasta el sofá-.

Misaki, no aguantó la risa, la reacción de Asami al decirle que era la hora, era muy graciosa, lo vio saltar de la cama y ponerse la ropa que él había dejado lista hace un momento, parecía Flash, pero...

-¡Jajaja! Ryūichi,  -reía mientras era ayudado-  cariño, te has puesto la ropa al revés ¡jajaja!

Asami se vio y efectivamente, tenía la ropa al revés, bueno para ser exactos, se había vestido con las prendas volteadas, el delantero para atrás, sonrió.

-Con razón  -se quitaba la camiseta-  sentía el cuello más ajustado.

-Y los bolsillos del pantalón  -el castaño le señalaba-  ¿no te molestan,

-¿Cómo estás?  -el ojimiel se vestía correctamente-  ¿Te duele?

-Estas últimas contracciones, me hacen doler la espalda baja  -miraba el reloj-  y se están dando casi cada 15 minutos.

El ojimiel se arrodilla al lado de Misaki, le peina los cabellos con la mano y luego besa su frente.

-Gracias cariño,  -Asami siente el corazón que le va a explotar-  te amo.

Misaki no dijo nada, sólo lloró, el contacto de Asami es tibio y lleno de amor.

-¿Nos vamos?  -decía el ojimiel, cogiendo la mano de Misaki-  ya es hora.

-¡Vamos! -agarraba su bolso- ya es hora.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora