... así besándose el mayor empotró al castaño contra la pared, restregándole su erección.
-Todos estos días, -levantaba los brazos del castaño por sobre su cabeza y le besaba el cuello- he deseado hacerte mío, verte a diario y no poder tocarte, me estaba matando.
-¡Ahhh! Ryūichi, -mueve sus caderas, para que ambas erecciones se rocen- yo también te deseo.
Con desesperación, Asami destrozó la camiseta que llevaba Misaki, para atacarle los pezones con besos, mordidas y lamidas, éste otro agradecía que en esos momentos vistiese algo sencillo y sólo disfrutaba de las atenciones de su novio y como podía despojaba al mayor de sus ropas, estaba aflojando la corbata y sonrió de lado... la quitó y le cubrió los ojos a Asami, quien sólo soltó un gruñido de excitación.
-¿Quieres jugar? -su voz era sensual-.
-Sí, -soltó una risilla juguetona y con la punta de su lengua le delineó desde la clavícula, subiendo por el cuello, hasta el lóbulo de la oreja y mordió- dejamos un juego pendiente.
-¡Ahhh! -gemía ronco- no era un juego, era un castigo por prov...
Fue interrumpido por otra lamida en su cuello y una mordida salvaje, está seguro que quedará una marca muy visible, oía la respiración agitada y caliente del castaño sobre su cuello, estaba excitado y él, muy caliente. Apretándole las nalgas, volvió a empotrarlo simulando una embestida, al no ver, el golpe contra la pared fue brusco, pero Misaki no se quejó, al contrario gimió audiblemente, buscó su boca y le besó de forma salvaje, introducía su lengua y hurgaba cada rincón, mordía y succionaba los labios, sólo se detuvo porque el castaño le jaló los cabellos con fuerza, haciendo su cabeza hacia atrás.
-¡Ryūichi! -respiraba con desesperación- necesito respirar ¿quieres matarme?
-Sí, -volvió a simular una embestida- pero de placer.
Misaki quitó la corbata de los ojos de su novio, le miró retadoramente, se mordió el labio y sonrió de lado.
-Entonces, quiero morir.
-No sabes -apretó las nalgas del castaño con fuerza- lo que estás diciendo, no quiero quejas luego.
Sin soltar al castaño, caminó hasta el salón, lo acomodó apoyado boca abajo en el respaldo del sofá y cogió la corbata que colgaba de su cuello y le ató las manos a la espalda, luego utilizó un jirón de la camiseta como mordaza, Misaki se sobresaltó y quiso protestar, pero Asami fue más rápido y después de cubrirle la boca, le dio una nalgada, que provocó que arquease la espalda y un gemido muriese en su garganta.
-Ahora aprenderás a no -rasgaba el pantalón y daba otra nalgada, para después masajear la zona- provocarme.
Como única respuesta, Misaki hacía su cabeza para atrás y ofrecía sus nalgas, sentirse expuesto y a merced de Asami lo tenía excitado, si sólo con las nalgadas sentía placer, quería saber hasta dónde era capaz de llegar con este juego.
Asami no se limitó sólo a dar nalgadas, luego de desvestirse, puso más erguido a Misaki, con una mano le pellizcaba y estiraba los pezones, mientras se frotaba contra su culo, haciendo notar su erección y lamía su cuello, bajó su otra mano y acarició la entrepierna del castaño sin tocar su miembro, ocasionando que lágrimas de placer mojasen las mejillas de Misaki y gemidos contenidos por la mordaza se filtrasen y ofreciese más sus nalgas, besaba y lamía la espalda al llegar a los muslos los mordía, pero no atendía el miembro despierto del castaño, ni su entrada que estaba tan lubricada que escurría por entre los muslos, quería hacerle llegar sin masturbarle ni penetrarle. Misaki estaba desesperado, lo que su novio le hacía, era tortura, le besaba y acariciaba casi por todos lados, le daba sonoras nalgadas y él como respuesta sólo ofrecía más sus nalgas y lloraba por el placer recibido, quería correrse, pero Asami no lo masturbaba ni lo penetraba... de verdad que lo estaba matando. Asami en un impulso incontrolable, mordió la unión del cuello y hombro, hundiendo sus dientes hasta que sintió el sabor metálico de la sangre y succionó, probar la sangre del castaño lo puso más duro y provocó que Misaki se corriese.
Misaki se retorcía, sentía dolor, pero lo que más le sorprendía era que ese dolor sólo le provocaba más placer, llevándolo a tener un intenso orgasmo, quería más, quería morir de placer, como se lo advirtió Asami, quien lo sacó de sus pensamientos, porque lo nalgueó, otra vez.
-Parece que disfrutas -otra nalgada- que te castigue.
El castaño sólo asintió, tenía intención de girarse para ver a Asami, pero éste no se lo permitió, rodeando su cuello le sujetó del mentón, mientras le lamía la herida de su cuello, sentía escalofríos, el aliento y saliva calientes le contraen el bajo vientre, causándole otra erección que su novio comenzó a acariciar, tortuosamente lento, sus gemidos los contenía la mordaza, sólo podía disfrutar y hacer su cabeza hacia atrás y apoyarla en el pecho de Asami, mientras se apegaba a su cuerpo, tratando con sus manos atadas acariciar el duro falo de su novio, que se le enterraba en la espalda.
Asami deseaba hundirse profundo en su castaño tanto como seguir dándole placer a través del castigo, le masturbaba lento, se detenía, le besaba el cuello y acariciaba sus muslos y nalgas, sacándole gemidos que si no fuese por la mordaza se oirían por todo el departamento. Llevaba unos minutos masturbándole, pero necesitaba subir el nivel, tener a Misaki pegado a su cuerpo, buscando más contacto y acariciándole su propia erección, ya lo estaba volviendo loco, detuvo las manos del castaño.
-Ponte en cuatro -su tono era exigente-.
Misaki sumido en el placer, sólo asintió con su cabeza y se acomodó como pudo en el sofá, Asami le sujetó de las caderas y tanteó su entrada, por impulso él se ofreció, tirando sus nalgas hacia atrás, ganándose unas sonoras nalgadas.
-No te muevas -masajeaba la zona enrojecida-.
Asami sin soltarle las caderas, comenzó a hundirse lentamente en la entrada del castaño, cuando ya llevaba la mitad dentro, terminó de adentrarse de una sola estocada y sin esperar, comenzó a embestir rápida y profundamente, entraba y salía salvajemente, para retardar su orgasmo, sacaba su duro y caliente falo y mientras se calmaba, besaba la espalda de Misaki, quien arqueaba su espalda y lloraba por lo sensible que se encontraba, debido a su inminente orgasmo, este juego duró varios minutos, pero ya ninguno aguantaba más y anhelaban de una vez liberarse, Asami, levantó y giró al castaño, le quitó la mordaza, deseaba oír sus gemidos mientras lo hacía suyo, se sentó en el sofá y atrajo a su novio para sentarlo sobre sus piernas, el ojiverde sin esperar ni un segundo se acomodó para auto penetrarse, una vez alineó el miembro de su novio a su entrada se dejó caer.
-¡AHHH! -gritaron-.
El castaño comenzó a subir y bajar, no tenía como ayudarse, sus manos seguían atadas, deseaba hacerlo más rápido, por suerte Asami lo notó y le desató, dándole la libertad de sostenerse de los hombros de su novio y comenzó a cabalgar desesperadamente, subía y se dejaba caer con fuerza, que el ruido de sus glúteos chocando con la pelvis del mayor, se oía por todo el departamento, no le importaba si luego no podía caminar, sólo había una necesidad de satisfacer ese deseo que le calcinaba por dentro y que sólo Asami podía extinguir, el deseado orgasmo se hacía presente.
-Ryūichi ¡Ahhh! -se movía más rápido- bésame.
Como fiel servidor, Asami obedeció la petición del castaño, le comía la boca de forma salvaje, él también estaba a punto de culminar.
-¡Argh! Misaki, -casi no se entendía lo que hablaba, tenía los dientes apretados- lo estás haciendo bien cariño.
-Ya... ya me vengo.
-Hazlo, -movió sus caderas, para profundizar las estocadas- yo igual me vendré, vamos juntos.
Como conjuro, esa última frase les hizo liberarse, en un intenso orgasmo, Misaki se movía lentamente, mientras sentía los espasmos del miembro de su novio expulsando su simiente y Asami, empujaba su ya sensible falo en la entraba del castaño que al eyacular le apresaba, envolviéndolo en esa cavidad caliente y húmeda... Estaban en la gloria.
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Y... Por qué no?
FanfictionDicen que cuando nos enamoramos de una persona a primera vista, es porque esa persona fue nuestro amor en otra vida. Eso les pasa a Misaki y Asami... sólo les bastó cruzar miradas para reconocerse, soñarse, desearse, pero sobre todo AMARSE. Mi prime...