¡ERES UN SÁDICO!

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Los guardaespaldas, después de salir del casino, llevaron el camión y a sus ocupantes a unas instalaciones cerca del muelle, a la barwoman y al de finanzas los dejaron en un cuarto, más parecido a una celda, la mujer nunca dejó de llorar y el hombre se mantuvo en silencio, no se resistieron en ningún momento, sabían que sería peor, además son conscientes de que no podrían escapar, sólo esperaban resignados su castigo, si bien fueron obligados a punta de amenazas a cooperar en todo, también es verdad que pudieron haber hablado con Asami o en su defecto con Kirishima, ambos a pesar de ser implacables con quienes les traicionan, también era sabido que son justos con sus empleados.

-Esto nos ganamos  -el de finanzas habló, cuando estuvieron solos-  por querer dinero fácil.

-¿Fácil? -la mujer habló sarcástica-  no nos regalaron nada, pagamos con creces ese préstamo y además nos metieron en este lío,  -comenzó a llorar otra vez-  sólo espero que nuestras familias estén a salvo.

-Yo también  -el hombre la abrazó y besaba su cabeza al tiempo que sobaba su espalda-.

Se mantuvieron así mucho rato, no sospechaban que eran observados y grabados todo el tiempo.

Los otros hombres fueron maniatados y les llevaron a otra habitación más grande, el eco de los pasos resonaba en el aire, el único que no dejó de hablar apenas recobró el conocimiento, fue el que se atrevió a amenazar a Asami.

-Ya podéis matarme,  -gruñía mientras lo esposaban con los brazos sobre su cabeza- no diré nada y esos,  -refiriéndose a los compinches-  no pueden importarme menos, sólo son unos estúpidos que por dinero hacen lo que sea.

-Ya lo veremos  -uno de los guardaespaldas le propinaba unos golpes-.

Tenían órdenes claras de no matarlos, Kirishima debía sacarles información, pero bien podían divertirse mientras tanto.

-Por favor, déjennos ir, nosotros no sabemos nada,  -uno de los compinches suplicaba-  sólo nos pagaron para conducir y cargar ese camión.

-¡Jajaja! -reía como desquiciado, ese hombre-  os lo dije, pueden hacer con ellos lo que les plazca.

Durante un par de horas, fueron golpeados hasta caer inconscientes, los guardaespaldas deseaban hacerle más daño a ese bastardo que no dejaba de reír, pero se contuvieron, porque sabían que Kirishima se las cobraría, ese hombre no sólo se metió con su jefe, también golpeó, amenazó y se atrevió a tocar a Misaki, ese ángel que siempre es amable con ellos y que para el asistente era como un hijo.

                       ☆

Luego de abandonar el departamento de Misaki, Kirishima cogió su camioneta y se fue a los muelles, cuando llegó los hombres estaban inconscientes, así que fue a una oficina y observó por las cámaras a la barwoman y al de finanzas, revisó las grabaciones desde que llegaron y pudo ver la actitud de estos, claramente no tenían idea de quién estaba detrás de todo ese plan, sólo son unos desgraciados que cometieron el error de meterse con las personas equivocadas por dinero, aun así los interrogaría, por último serviría para dejarles claro que con Asami Ryūichi, no se juega. Uno de los guardaespaldas llegó para ponerle al día, hasta ahora esos hombres no han dicho nada, uno porque prefería morir antes que hablar y los otros porque no tenían idea, se acomodó sus gafas, cogió su maletín y fue con esos hombres, veremos si siguen sin hablar, pensaba mientras una mirada sombría le aparecía en el rostro. Cuando llegó con ellos, el bastardo que era el jefe, le miraba desafiante.

-Así que ahora es tu turno,  -escupió el suelo y sonreía de lado-  yo esperaba al castaño, tal vez usara su lindo culo, para conseguir inf...  -un fuerte puñetazo le volteó el rostro-.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora