TORTURA PSICOLÓGICA

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Himura se encontraba atado de pies y manos a una camilla, luego del incidente de la fiesta, los hombres de Asami cumplieron a cabalidad las órdenes dadas por el castaño, fue revisado y tratado por un médico, nadie escuchó sus gritos, pidiendo que lo matasen de una vez, ni siquiera cuando insultaba a esos hombres, volteaban a mirarle, lo alimentaban con una sonda nasogástrica, recibía hidratación y medicamentos por vía intravenosa, todo lo anterior, le importaba poco o nada, él desea morir, producto del disparo, le extirparon los testículos y parte de su pene, ahora literalmente, meaba por una pajita, bueno para ser exactos por una sonda y no quiere continuar con vida, pero cómo le dijo su bella flor, sufriría por haber herido a Asami.

-¡MALDITO ASAMI RYŪICHI!  -gritaba iracundo, recordó al castaño y rio pesadamente-  resultaste fascinante mi bella flor ¿habrás recibido mi regalo? Espero te haya gustado.

-No, no me gustó,  -respondió su bella flor-  pero debo agradecer tu colaboración.

                      ☆

Dos semanas después de recibir el alta, Asami se dirigía a las instalaciones del muelle, muy contento no iba, la razón, Misaki... El castaño se empeñó en acompañarle, intentaron persuadirlo con Kirishima, pero el muy terco se negó a escuchar razones.

-Cariño...  -Asami intentaba un último recurso-  esto no le hará bien a Sayumi.

-Mi princesa estará bien,  -el castaño se acariciaba el vientre y bajaba su cabeza-  ¿cierto mi bebé? Tu y yo, siempre protegeremos a papá.

-Eso ya me quedó claro  -atrajo al castaño y lo sentó en sus piernas para acariciarle el vientre-  y se los agradezco, pero ahora yo me encargaré,  -hundió su rostro en el cuello de Misaki- ya te dije que no quiero verte en este mundo oscuro.

-No haré nada, lo prometo,  -peinaba los cabellos azabaches de Asami-  pero quiero verlo sufrir, por su culpa casi te pierdo y eso no se lo perdonaré a nadie,  -tomó el rostro del ojimiel entre sus manos, para verle a los ojos-  tú eres mío Asami Ryūichi.

-Sólo tuyo  -el ojimiel le miraba con devoción-  y tú eres sólo mío Takahashi Misaki.

Se besaron cadencioso, sin dobles intenciones, sólo porque hay que respirar, separaron sus bocas, respiraban agitados, apoyaron sus frentes y se miraban fijamente, ambos sonrieron.

-Sólo te compartiré con nuestros hijos  -dijeron a la vez y después rieron-.

Asami no volvió a insistir, con que era mala idea que el castaño le acompañase, llegaron al enorme galpón, fueron puesto al día y después se dirigieron a la habitación donde tenían a su invitado, llegaron justo cuando Himura gritaba.

-¡MALDITO ASAMI RYŪICHI!  -gritaba iracundo y después reía-  resultaste fascinante mi bella flor ¿habrás recibido mi regalo? Espero te haya gustado.

-No, no me gustó,  -respondió Misaki con asco-  pero debo agradecer tu colaboración.

-¿Qué hacen aquí?  -no pudo ocultar su miedo, al recordar la amenaza del castaño-.

-Vine a visitarte,  -Asami se cruzaba de brazos y hablaba sarcástico-  he sabido que casi no recibes visitas.

-¡Vete a la mierda! -se retorcía en la camilla-  deberías estar muerto.

-De no ser por mi hija,  -se miraba las uñas de las manos-  tal vez lo estaría.

-Nuestra hija  -le corrigió el castaño-.

-¿De qué hija hablan?  Tú, no tienes hijos.

-Muy pronto  -acariciaba el vientre del castaño-  sí.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora