-¡Bienvenido a Osaka!
-¿Ya llegamos? -miraba por todo el avión- ¿y dónde están los demás?
-Esperando en las camionetas, dormías tan tranquilo, que no quise despertarte antes.
-¿Cómo que antes? -fruncía el ceño, confuso-.
-Llegamos hace media hora -le daba un golpecito en la punta de la nariz-.
-¿Qué? ¿Y por qué no me despertaste? ¡Qué vergüenza!
-Entonces vamos de una vez, -se ponía de pie, cargando a Misaki- debes tener hambre.
-¡No! ¿Qué haces? -se retorcía- bájame, por favor Ryūichi, -hacía un puchero- deja que baje.
-¡Jajaja! -besaba fugazmente- está bien.
Bajaron las escaleras y subieron a la camioneta rumbo al hotel, pasaron por una feria, parece que había algún festival, Misaki veía interesado, los puestos de comida, juegos y souvenirs.
-¿Podemos detenernos? -hablaba emocionado- quiero buscar algo para mi sobrino Mahiro.
Asami es renuente, teme por la seguridad de ambos, pero ve a Misaki con sus ojos brillantes, esperando una respuesta y no pudo negarse.
-Busquemos donde aparcar y damos una vuelta.
-Gracias.
Como dijo Asami, aparcaron la camioneta y salieron a recorrer la feria, Misaki saltaba de puesto en puesto, no decidía qué comprarle a Mahiro, tentado por el aroma no aguantó las ganas y compró unas raciones de takoyaki.
-¿Piensas comer todo eso? -Asami cuestionó sorprendido-.
-¡No! Aunque estén buenos, -cogía dos raciones y se alejaba- más de una ración, sería vicio, estas son para los guardaespaldas.
El mayor sólo negaba con su cabeza, pero sin dejar de sonreír, sin duda Misaki era un ángel, se preocupaba de todos, le vió acercarse a los guardaespaldas y extenderles los takoyaki, éstos se negaron al comienzo, pero vieron los ojos triste del castaño y aceptaron, agradeciendo con una reverencia, luego volvió a su lado con su rostro radiante, con un palillo pinchó un buñuelo y se lo ofreció, no es lo que habitualmente come, pero bien dicen, "una vez al año, no hace daño", lo recibió, comprobando que Misaki tenía razón, estaban buenos, imitó la acción del castaño y le dio uno en la boca, quien se veía que disfrutaba. Siguieron viendo las distintas paradas, hasta que en una, Misaki vió un enorme peluche de dinosaurio, le supo perfecto para su sobrino que gustaba todo lo que tuviese dinosaurios; juguetes, libros, hasta su pijama era de esa temática, se acercó a comprarlo, pero no estaba en venta, tenía que ganárselo, derribando cinco patitos en movimiento, con una escopeta, tenía ocho oportunidades.
-Bien Misaki -se decía a sí mismo, mientras cogía la escopeta y apuntaba- ¿qué tan difícil, puede ser?
Realizó los ocho tiros y nada, lo intentó de nuevo, esta vez derribó dos patos, no se iba a dar por vencido, pagó por otra oportunidad. Asami lo veía divertido, su castaño era obstinado, bien podían estar horas, porque estaba claro, hasta que lo lograse, no se iría. Los guardaespaldas estaban que sacaban sus armas para derribar los dichosos patitos, para que el castaño obtuviese ese peluche, pero lo veían con tanta determinación en lograr su objetivo, él solo, que desistieron y sufrían con cada fallo.
-Todo por Mahiro -toma aire y apunta-.
-Espera, -Asami se pone tras Misaki y le acomoda la escopeta- tienes que relajar tus hombros, tu mano izquierda en el cañón con firmeza y la derecha en el gatillo, la culata en tu hombro, ahora fija tu objetivo, apunta, -nota la impaciencia del castaño- respira, no pierdas de vista tu blanco, respira, relájate... dispara.
-¡Le di! -muy emocionado- ahora me quedan cuatro -repite todo lo que le enseñó Asami y al fin acierta a los cinco patitos, salta emocionado cuando le entregan el peluche-.
-Mahiro estará muy contento, ya quiero ver su carita.
-Sí se parece en algo a la tuya, sin duda estará encantado con su regalo.
-Gracias cariño, fuiste un gran maestro -se acerca con el peluche, lo pone como escudo y besa a su novio, aprovechando "esa intimidad"-.
Dieron unas vueltas más y decidieron irse al hotel, pero antes, Misaki no se aguantó de comprar algodón de azúcar, estaba esperando su pedido, cuando una voz muy conocida le habló y le hizo girarse sorprendido.
-¿Misaki?
-¡Nii-chan! -lo abrazó con efusividad- que casualidad encontrarte aquí.
-Eso debería decirlo yo, -refuerza el abrazo- no te esperábamos hasta mañana.
-¡Ah! Eso, es que vinimos en avión y llegamos ahora, vimos la feria y dimos un par de vueltas, nos íbamos al hotel, pero quise un algodón de azúcar, Ryūichi me está esperando y ¿tú andas solo?
-No, Manami fue a los servicios con Mahiro, quedamos de vernos aquí, pero te vi y me acerqué, ¿dónde está tu novio?
-Me está esper...
No siguió hablando, porque vio a su novio que hablaba con su cuñada y mientras Mahiro tenía muy agarrado el dinosaurio, le señaló a Takahiro la escena y se acercaron.
Asami que esperaba a Misaki un poco alejado, cargaba el regalo para Mahiro, miraba con atención al castaño, que pedía un algodón de azúcar, pero un jalón al dinosaurio lo hizo voltear, era un pequeño que en brazos de su madre, había atrapado el peluche y no tenía intenciones de soltarlo, antes de decir o hacer algo, la voz de la mujer se oyó.
-¡Vamos cariño! Suelta ese peluche, -intentaba quitar las manos del pequeño- disculpe a mi hijo, -se dirigió a Asami- le encantan los dinosaurios.
-¡RAWR! -Mahiro ajeno a todo, imitaba un gruñido- dino, dino... ¡rawr!
-No pasa nada, -se dirigió a la mujer- sólo es un niño ¿Te gusta pequeño? -movía el peluche más cerca del niño-.
-¡Ti! ¡Dino! ¡rawr! -abrazaba el peluche, acercándolo a su cara-.
-Lo siento pequeño, -Asami puso cara complicada- pero este peluche no es mío, de lo contrario ya sería tuyo.
-¡No! ¿qué dice? No se preocupe, -insistía en que Mahiro soltase el peluche, pero no cedía, más lo apretaba- hijo, por favor, este juguete no es tuyo -le hablaba calmadamente al niño- ¿no querrás que otro niño se ponga triste, porque le falta su juguete, cierto?
Mahiro, pareció entender las palabras de su madre y sólo negó con su cabecita y los ojitos aguados, soltó el peluche y escondió su rostro en el cuello de Manami. Asami miraba la escena conmovido, pensó que el pequeño haría un berrinche, como todo niño al que le niegan lo que quiere, pero este niño a pesar de su corta edad, entendió y obedeció lo dicho por su madre, se notaba que sus padres lo criaban sobre la base del respeto a los demás, tuvo el impulso de regalarle el peluche, sólo para que no estuviese triste, sacudió su cabeza por el pensamiento, definitivamente si tuviese hijos, los malcriaría, sonrió por ello.
-Disculpe las molestias, -Manami inclinaba su cabeza- Mahiro, -le habló al pequeño- di adiós cariño.
-¿Mahiro? -cuestionó Asami-.
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Y... Por qué no?
FanfictionDicen que cuando nos enamoramos de una persona a primera vista, es porque esa persona fue nuestro amor en otra vida. Eso les pasa a Misaki y Asami... sólo les bastó cruzar miradas para reconocerse, soñarse, desearse, pero sobre todo AMARSE. Mi prime...