¿SERÁ POSIBLE?

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Llegaron a una cafetería y se sentaron al fondo, eran mesas que estaban separadas de otras por una especie de biombo hecho de plantastrepadoras, les daba privacidad, ordenaron y se dispusieron a desayunar, Shinnosuke comenzó la plática.

-¿Cómo te sentiste, haciendo "algo" de ejercicio? -hizo comillas, para molestar al castaño-.

-Cansado, no te lo niego, pero me siento relajado, he liberado un poco de estrés,  -Misaki hablaba tranquilo- desde lo de Akihiko, a pesar de mis lágrimas, reflexiones y discusiones, no he logrado sacar todo lo que traigo atorado aquí,  -se señaló el pecho- hoy sentí que solté algo de lastre.

-Misaki, si Usami-san, te dice que ha cambiado de opinión -el tono de Tōdō era de duda- ¿volverías con él?

-No,  -no dudó ni un segundo-  porque no lo amo, nos confundimos, se lo dije el día del incidente en el aparcamiento, cuando Kirishima-san me llevó al hospital, pero Akihiko insiste y no cambiará de opinión, jamás,  -su tono era triste- él nunca me conoció, tenías razón, cree que me hará cambiar de opinión, ese día no sólo me forzaba a volver a su pent-house, también a estar con él, ya sabes...

-Lo sé amigo,  -el pelinegro le palmeaba la espalda-  sólo era una duda que tenía, no quería ponerte triste.

-No estoy triste, sólo decepcionado y a la vez aliviado, te imaginas que me hubiese embarazado antes de saber que era un doncel, estoy seguro que Akihiko me hubiese llevado con un doctor, tal cómo me lo ofreció el día que rompimos, él nunca va a querer hijos,  -Misaki puso ojitos brillantes de ilusión- pero yo sí, quiero mi propia familia.

-Sólo te falta el candidato-se burló el pelinegro-.

-Sí, pero no cualquiera, me quiero enamorar de verdad, sentir esas cosas que tanto dicen que sientes cuando pasa  -Misaki se sonrojó-  y que él también quiera formar una familia.

-Parece que ya lo encontraste -Tōdō notó el sonrojo de su amigo- ¿Quién es? ¿Es de la editorial?

-¿Qué dices? -el castaño se sobresaltó porque el hombre del restaurante se le vino a la cabeza, otra vez-  yo... yo no... no he encontrado a nadie -exactamente a nadie no, pero no sé ni siquiera su nombre, pensaba-.

-No pareces seguro,  -insistía el pelinegro-  te has sonrojado y tartamudeado, venga, cuéntame ¿quién es?

-¡No lo sé!  -Misaki baja su cabeza-  no me pidas más detalles a parte de lo que te contaré ahora, sólo lo he visto una vez, ni siquiera sé su nombre, no nos hablamos ni nada, pero no puedo dejar de pensar en él, constantemente veo su rostro, hasta en sueños.

-¡WOW!  -Tōdō emocionado-  amigo creo que te has enamorado a primera vista como dicen.

-¿Tú crees?  -el castaño tenía el corazón acelerado ante tal afirmación-  pero si ni siquiera lo volveré a ver.

-Entonces ¿lo dejarás así? No lo buscarás.

-Pero ¿cómo? si ya te dije que no sé; su nombre, dónde vive o trabaja, si ya tiene pareja o lo más importante, si es gay -el castaño se estaba frustrando-.

-Ya amigo lo siento, no quise presionarte, es que, es la primera vez que veo tus ojos brillar cuando hablas de alguien.

-Y eso precisamente Tōdō... sus ojos, cuando los vi quedé paralizado,  -el castaño suspiró audiblemente-  dos soles que creí que me calcinarían.

Los dos guardaron silencio, sin mediar palabra, se levantaron y se fueron a su hogar, ninguno notó que el cliente de la mesa de al lado, había escuchando toda la conversación.

                    ☆

Asami se levantó temprano, tenía pendientes en la oficina, aunque fuese sábado, quiso preparar algo para desayunar, pero Feilong, intentando preparar té, tenía un tremendo desastre en la cocina, por lo que volvió sus pasos, cogió su saco y maletín y se fue, ya desayunaría fuera, iba en la limusina y le pidió a su chófer que se detuviese en una cafetería, al entrar se fijó que en el fondo de esta, podría tener intimidad, estaba bebiendo su café, cuando escucho que se sentaban en la mesa de al lado y comenzaban a charlar, sin querer oía, puso más atención cuando oyó el nombre de Misaki y justo después el de Usami Akihiko y el de Kirishima, a través de los huecos de las plantas, visualizó al pelinegro primero y frente a éste,  estaba ese precioso ángel que lo traía loco, inconscientemente sonrió, escuchó atento y muy conforme el relato, el castaño, está muy convencido que no volverá con ese hombre, eso le dio tranquilidad, coincidió con la idea de encontrar a alguien para enamorarse y sus anhelos por una familia, pero cuando Misaki dijo que había conocido a alguien y que no podía olvidarle, un escalofrío recorrió su espalda, ¿quién será?, se preguntó apretando sus manos sobre la mesa, pero no escuchó ningún nombre, no tenía ninguna pista para buscarlo y hacerle entender por las buenas o mejor por las malas, que Misaki era suyo... ¿MÍO? se estremeció, ya no tenía hambre, se quedó ensimismado un rato, hasta que oyó lo de los ojos y sin pensarlo estaba sonriendo enormemente, otra vez... ¿será posible? Quiso acercarse, pero su móvil sonó, vio que era Kirishima y respondió, éste le avisaba que los documentos que había que enviar a la brevedad, les faltaba su firma, contestó que ya iba, colgó, se puso de pie, con la decepción que su castaño ya no estaba, desilusionado se fue a su oficina, pero también muy contento con lo que oyó, ya buscaría la oportunidad de acercársele y verificar todo lo que estaba sintiendo.

                       ☆

El fin de semana pasó como un suspiro, Misaki se dirigía a la editorial, iba dolorido, tal como se comprometió con Tōdō, lo acompañó a hacer su rutina de ejercicios, ya su rostro casi no tenía marcas, así que no uso maquillaje y justo en recepción se encontró con Aikawa y le entregó el estuche que le había dado para que cubriese los moratones.

-Gracias Aikawa-san,  -se reverenció-  me han sido de mucha ayuda.

-No hay de que Misaki-kun, ¿ya te falta poco para tu graduación?

-Sí, en menos de dos semanas sustento mi tesis y la ceremonia de graduación en menos de dos meses.

-Me alegro mucho por ti, cuando puedas pasa por mi escritorio, te tengo unos chocolates, que sé, te encantaran.

-No se hubiese molestado.

-Sabes que lo hago con gusto.

Subieron al ascensor y cada uno bajó en su piso, para iniciar con sus labores; el castaño ordenó unos libros, separó unas encuestas, repartió cartas y regalos para los diferentes autores, tuvo que ayudar a un editor, que tenía problemas con su dibujante, éste estaba bloqueado y no podía acabar el manga, estuvo el resto de la tarde acompañando y dándole ánimos, hasta que ya era hora de volver a casa, a pesar de estar ocupado toda la jornada de trabajo, no podía dejar de pensar en lo que dijo su amigo... ¿Me enamoré a primera vista? Se preguntaba, una y otra vez.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora