ME DEDICO A DISFRUTARTE

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-Necesitaré de tu ayuda  -el ojimiel se dirigía al baño-.

-¿En qué?  -Misaki le seguía-.

Asami inició a quitarse el pantalón y la ropa interior, para después adentrarse a la ducha y sentarse en un banquillo.

-Quiero que me ayudes a bañar,  -exageró que tenía poca movilidad, con sus brazos-  no llego a mi espalda.

-Te ayudaré,  -el castaño se quitaba el albornoz y le miraba con los ojos entrecerrados-  pero no intentes nada raro.

Asami no respondió, como buen niño, esperó al castaño, éste abrió el grifo y con la manguera mojaba el cuerpo de su novio, luego se mojó él mismo, cerró el grifo e inició a lavar primero los cabellos del ojimiel, quien se dejaba hacer, sin apartar sus ojos de Misaki, en silencio el castaño hacía su labor, cogió una esponja que untó con gel de ducha y la pasó en extremo cuidado por el cuerpo de Asami, cuando acabó, el ojimiel le quitó la esponja.

-Ahora...  -mojaba la esponja y untada de gel-  es mi turno.

Al estar sentado, Asami quedaba a la altura de Misaki, lo hizo girarse y quedar de espaldas a él, empezó a pasar la esponja por los hombros y bajó por la espalda, al llegar a la cintura, la masajeó con las manos.

-Te ayudaba con la condición  -sin poder evitarlo se estremeció-  de que no hicieses nada raro.

-Yo no estoy haciendo nada,  -dio un beso entre los omóplatos-  nada raro.

-Ryūichi, por favor  -jadeó por otro beso en su espalda-  detente, esto no ¡Mmm!  -respiraba jadeante-  esto no es buena idea.

Asami lo giró y le atrajo para besarle, para después comenzar a deslizar su lengua por el cuello del castaño y llegar a los pezones, que lamió y succionó, sacándole gemidos ahogados a Misaki.

-Venga cariño,  -volvía a lamer los pezones-  no te contengas, sabes que me gusta oírte.

-No, aquí no,  -mordía su labio inferior con fuerza-  ya te dije que no es buena idea, es más, no es recomendable.

-¿Quién lo dice?

-El doctor dijo que no te sobre esfuerces, además tu operación es reciente ¡Ahhh! -Asami le masturbaba-  Ryūichi.

-Sólo un poco  -sin dejar de masturbar al castaño, le succionaba los pezones-  y tú puedes hacer todo.

-¿De... de qué... ¡Mmm! De qué hablas?

No hubo respuesta verbal, el ojimiel se movió y llevó el banquillo cerca de una de las paredes de la ducha, volvió a sentarse, quedando con la espalda apoyada, ofreció su mano a Misaki y lo invitó a sentarse sobre él.

-Así, tú haces todo el trabajo  -Asami sonríe de lado-  y yo no me sobre esfuerzo, sólo me dedico a disfrutarte.

-Ryūichi, de verdad  -alineaba la erección de Asami en su entrada y se dejaba caer lentamente-  ¡Ahhh! ni una operación  te detiene.

-Eso también ¡Ahhh! -jadea ronco-  corre para ti, me has provocado todo el día, eres un descarado.

Misaki subía y bajaba lento, tenía la ventaja de que sus pies tocaban el suelo, lo que le permitía moverse sin problemas de cansarse, ansiaba aumentar el ritmo, pero no se perdonaría si Asami sale dañado, así que conteniendo sus deseos, siguió el vaivén, de vez en cuando se dejaba caer y movía las caderas en círculos, sintiendo el duro falo llenar sus entrañas. Asami era otro que se contenía, no quiere que Misaki se sienta culpable por si sus herida se abren, el vaivén lento del castaño lo está volviendo loco, siente las paredes de la entrada de su novio como le apresan el miembro cada vez que él le muerde los pezones. El orgasmo es inminente y ambos lo sienten; Misaki contrae sus paredes apresando el miembro de su novio y busca su boca para besarle y acallar los gemidos y Asami, siente su falo palpitar dentro de esa cavidad que lo captura mientras expulsa su simiente a la vez que muerde los labios del castaño y le apreta las nalgas.

-Gracias,  -Asami respira en el cuello del castaño-  me hacía falta un baño.

-¡Bobo! -Misaki aún agitado-.

-Te amo gatito huraño.

-Y yo te amo mi pantera salvaje.

Sin cambiar posiciones, Asami abre el grifo de la ducha y el agua comienza a caer sobre sus cuerpos, Misaki le restregaba los cabellos y él con los ojos cerrados, se dejó hacer, a los minutos el castaño se ponía de pie y limpiaba su propio cuerpo, al acabar salió a por toallas y ayudó al ojimiel a levantarse y secar las heridas, siguió el consejo del doctor y utilizó el secador para el cabello para quitar cualquier humedad de las heridas, se pusieron pijamas limpios y salieron a la habitación. El castaño coge el telefonillo.

-¿A quién llamas? -Asami, aun secándose el cabello-.

-Pediré los parches que dijo el doctor  -le señala el abdomen-  y que cambien las sábanas, mientras puedes descansar en el sillón.

-¿Y quién dice que estoy cansado? -el ojimiel se pone tras el castaño y le besa el cuello- lo que estoy, es hambriento.

-También pediré la comida  -contenía la risa, Asami le hacía cosquillas en el cuello-  ¡para ya! No me dejas hablar.

Como iba ocurriendo desde que están en el hospital, al poco rato, entraban auxiliares a arreglar la habitación, la enfermera con los parche para Asami, los medicamentos para ambos y después otros auxiliares con los carritos que portaban la comida, Misaki acomodó todo e hizo pasar a Takai, comieron como tantas veces lo hicieron en el departamento del castaño, el guardaespaldas les contó lo ocurrido con Mikhail y Feilong esa mañana, cuando encontraron las fotos de la ecografía, Asami a pesar de la incomodidad, se aguantó el dolor y se dio el gusto de reír hasta causarle tos y el castaño, se apretaba el estómago y derramaba lágrimas.

-De verdad,  -Asami inhalaba profundo-  Mikhail a veces puede ser muy idiota.

-Lo mismo dijo el señor Feilong  -Takai negaba con la cabeza-.

-Hubiese pagado por ver su cara  -Misaki se limpiaba los ojos con la servilleta-.

El ansiado día del alta llegó, esa mañana Asami fue sometido a varias pruebas, para comprobar el estado del órgano lesionado, todo con excelentes resultados, recibieron las últimas indicaciones y por fin se iban a casa. A pesar de haber pasado, apenas cuatro días desde el incidente, para Asami era un siglo, estaba harto de permanecer en la cama, en otras circunstancias no hubiese objetado quedarse en cama con Misaki, pero el castaño, después de que tuviesen sexo en la ducha, se negó a repetir, amenazando con irse a trabajar y sólo ir a visitarle, si seguía insistiendo, así que resignado se conformaba con dormir abrazando el vientre de su gatito huraño.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora