AÚN NO ESTOY CANSADO

853 73 1
                                    

-Pareces un pequeño gatito -Asami lo abrazaba por la cintura- merodeando en la oscuridad.

-¿Te desperté?

-No precisamente, tu ausencia me despertó.

-Me dio hambre,  -se voltea para quedar de frente y refugiarse en el pecho de Asami-  hemos dormido más de doce horas.

-¡Vaya! Sí que estábamos agotados ¿Cómo te sientes?

-Bien, pero ya no tengo sueño, suelo levantarme temprano, salir con Shinnosuke a hacer ejercicio, volver para desayunar e irnos a trabajar.

-Hoy puedes ejercitarte, -le lame el cuello a la vez que le aprieta un glúteo- bañarte, desayunar e ir al trabajo conmigo.

Misaki no necesitó más estímulo, el gemido que salió de su boca dio carta blanca a Asami, que comenzó a desnudarle y besar toda la piel que iba quedando expuesta, recorría desesperado cada tramo del castaño, sacándole la mejor melodía para sus oídos, jadeos y gemidos, cuando le tuvo por fin desnudo y contrario al deseo de hacerlo suyo, le acarició comenzando por su rostro, nariz, labios, bajó por el cuello y con la yema de los dedos repasaba los huesos de su clavícula y siguió por el centro de su torso, al llega al plano abdomen rodeo el ombligo un par de veces y se desvió a sus caderas que apretó y delineó con los pulgares, para seguir bajando por los muslos y piernas, sentía cada estremecimiento de Misaki, quería hacerlo suyo tanto como seguir acariciándole, arrodillado en la cama, levantó al castaño e hizo que se arrodillase frente a él, quería verle, besarle y eso hizo, lo besó cariñosamente, sin detenerse en sus caricias, que esta vez se concentraron en sus hombros, omóplatos, espalda y cintura, cuando bajó hasta llegar a esas redondas nalgas las apretó, ocasionando que Misaki contrajera el bajo vientre y se doblase levemente.

-¡Ryūichi! -jadeaba-  por favor, entra en mí y hazme tuyo  -inició un beso desesperado-.

Asami siguió el beso y lo abrazó por la cintura, acercándolo a su cuerpo, ambas erecciones se rozaban, aumentando más si era posible el deseo, sin dejar de besarle, comenzó a preparar al castaño, introdujo un dedo que entraba y salía con facilidad, la lubricación escurría por el interior de los muslos, metió un segundo dedo y hacía movimientos de tijera, lo hacía rápido ya no aguantaba, quería entrar en Misaki, así que el tercer dedo no demoró en acompañar al resto, simuló frenéticas embestidas, cuando el castaño gritó, indicaba que ya era el momento.

-Cariño, gírate -su voz era más ronca de lo normal-.

En automático el castaño se giró y le dio la espalda a Asami, estaba bajando las manos para apoyarlas en la cama y quedar en cuatro, pero el mayor le detuvo, lo irguió, alineó su erección y atrajo con fuerza a Misaki para que terminase de empalarse, el jadeo de ambos se oyó alto por la habitación, sin perder tiempo comenzó a embestir salvajemente, sujetaba con fuerza las caderas del castaño, las estocadas eran cortas y profundas. Misaki ante la fuerza de las embestidas, sólo levantó los brazos por sobre su cabeza y buscó el cuello de su novio para sujetarse y aguantar las profundas penetraciones, sus dientes castañeaban con cada golpe en su interior, Asami le estaba tocando su punto sensible y por más que intentase prolongar su orgasmo, este era inevitable, más con el animal en celo que estaba hecho su novio en esos momentos.

-Ya me vengo,  -respiraba rápido-  no puedo aguantar más.

-Un poco más -aumentaba la velocidad y presionaba las caderas del castaño-  cariño, yo también estoy a punto.

-De verdad, ya no puedo más  -jalaba los cabellos de Asami-  ¡Ahhh!  -eyaculó y se dejó caer hacia delante-.

-¡Ahhh! Misaki -empujaba lo más profundo y eyaculaba, dejando toda su semilla en el interior del castaño, al que tenía literalmente colgando mientras le apretaba con fuerza las caderas-.

Con cuidado, levantó a Misaki y salió de su interior, lo acomodó en la cama y él se recostó a su lado, acariciándole la suave espalda, pero el castaño le miraba de forma extraña, le causa curiosidad, no tuvo mucho más tiempo para averiguar el significado de esa mirada, Misaki se había subido sobre él.

-Cada mañana corro cinco kilómetros y treinta minutos de ejercicios y termino agotado,  -iniciaba un camino ascendente de besos, desde el pecho hasta el lóbulo de la oreja-  me prometiste ejercitarnos y aún no estoy cansado.

-No me tientes,  -se sentaba con Misaki a horcajadas-  el médico dijo que no te sobre esfuerces, estoy tratando de controlarme.

-Pero Ryūichi  -levantaba sus caderas y alineaba el miembro de Asami que otra vez estaba despierto, en su entrada y lentamente comenzaba a auto penetrarse-  ¡Ahhh! Prometo que hoy sí desayunaré correctamente, el doble si es necesario  -subía y bajaba por ese enorme falo, aumentando la velocidad y mordía sus labios-  ¡Mmm! Esto se siente delicioso, no te contengas.

-Misaki,  -aprovechando la posición, le atacó los pezones-  de verdad que quiero dejarte descansar, pero me lo estás poniendo difícil.

-Ya he descansado, te aseguro que estoy bien  -se sujetó de los anchos hombros de su novio y siguió cabalgando a su semental-  y estaré mejor, cuando dejes de contenerte.

Sin soltar la cintura del castaño y en medio de un rugido animal, Asami cambió posiciones quedando arriba e inició las frenéticas embestidas, quería que Misaki descansase, pero éste se lo pone muy difícil ¿acaso no se da cuenta que es peligroso provocarle? Le nubla el juicio oír los gemidos y jadeos de su castaño o cuando le reta a que sea más duro y sólo desea hacerlo suyo una y otra y otra y otra vez, pero aún en medio de su frenesí, el bienestar de Misaki está primero y pone freno, un poco, a su pasión.

-¡Sí! -enterraba sus uñas en las duras nalgas de Asami-  más, quiero más duro Ryūichi ¡Ahhh!  -su novio le embestía en su punto dulce-.

Asami sin dejar de embestir, besaba, chupaba y mordía los pezones de Misaki, después buscaba sus labios y se adentraba en esa boca que lo volvió adicto, sus lenguas danzaban buscándose, saboreando cada rincón, sentía como la entrada del castaño le apretaba cada vez más su virilidad, prueba de que estaba por correrse, comenzó a masturbar el miembro de Misaki, lo hacía rápido, al tiempo que aumentaba sus estocadas, él también estaba que se venía.

-Misaki, ¡qué rico aprietas! -se enderezó y acomodaba las piernas del castaño en sus hombros-  me vuelves loco cariño.

-¡Me vengo! Ryūichi.

-Vente, vente para mí,  -seguía masturbando al castaño-  yo igual me vengo, ya no aguantaré mucho, me aprietas delicioso.

El sonido era obsceno, húmedo, los gemidos de ambos más las respiraciones agitadas, era lo único que se oía en esa habitación.

-¡Argh! -rugió Asami, Misaki había eyaculado y le apresaba el miembro en su entrada, le era difícil moverse- relájate un poco.

-Ryūichi,  -parecía que tenía convulsiones-  lo... lo intento, pero esto es ¡Ahhh!  -respiraba agitado-  demasiado.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora