FUIMOS MUY SALVAJES

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... ¿sigues con hambre gatito?

El castaño sólo asintió e inició un beso, Asami sonrió durante el beso y sin dejar de abrazarle, giró en la cama dejando a Misaki bajo su cuerpo, inició un recorrido de besos y lamidas desde su cuello hasta los pezones que comenzó a morder y estirar con los dientes, sacándole gritos de placer a su pareja, sólo se detuvo porque esa área ya estaba muy maltratada, siguió bajando hasta llegar al miembro, lo masajeó y jugó con el glande haciendo círculos con su lengua, luego dio una larga y lenta lamida desde la base hasta la punta, para luego meterlo a su boca y comenzar a mover la cabeza lentamente de arriba abajo, sintió las manos de Misaki sobre sus cabellos instando a que se moviese más rápido, sin hacerle esperar comenzó a darle el placer que quería con movimientos más rápidos, mientras con una mano le masajeaba y estiraba los testículos, con la otra empezaba a preparar la entrada del castaño, metió un dedo que al momento fue engullido, introdujo un segundo dedo que igualmente fue devorado, los movía de adentro afuera, la lubricación hacía todo más fácil, simulaba embestidas profundas que hacían a su novio retorcerse desesperado por las estimulaciones recibidas, metió un tercer dedo haciendo gritar a Misaki, su entrada literalmente le engullía los dedos.

-Te creo que sigues con hambre, -embestía rápido y profundo con sus dedos- tu entrada me está devorando los dedos.

-Sí, pero quiero -arqueaba su espalda y apretaba las sábanas, respiraba con dificultad- tu leche dentro Ryūichi, sólo así saciarás mi hambre.

Asami sacó sus dedos y puso las piernas del castaño en sus hombros, levantándole un poco las caderas, se sumergió de una profunda estocada.

-¡Argh! Gatito -apenas se entendía lo que hablaba por lo apretada que tenía la mandíbula- relájate, me estás estrangulando.

-Muévete Ryūichi -movía su cadera-.

Obediente, Asami comenzó a taladrar con fiereza esa entrada que le estrujaba el miembro, el sonido que hacía su pelvis al chocar contra las nalgas del castaño, se oía por toda la habitación, las embestidas eran brutales, para nada delicadas, Misaki no se quejaba, es más, las disfrutaba, buscaban satisfacer el deseo que les quemaba desde el interior, se detuvo y sin salir del todo del interior del castaño lo giró para ponerlo en cuatro y siguió moviendo su cadera tan rápido que parecía un martillo percutor.

-Esto se siente bien, no pares Ryūichi -soltó un gran gemido- ¡AHHH! Ya... ya me ve...

-Te llenaré Misaki, -le apretaba las caderas, buscando llegar más adentro- yo también estoy por correrme.

Puso más erguido al castaño y sin dejar de embestirle, le masturbó rápido, un par de estocadas más y Misaki cayó en la cama, retorciéndose por el intenso orgasmo, con el culo bien levantado, mientras Asami seguía dándole todo lo que tenía y valga decir que era mucho, no disminuyó la velocidad a pesar de que al momento de eyacular el menor le apresó el miembro hasta casi estrangularlo, sólo cuando logró liberarse, aminoró el movimiento de sus caderas, pero seguía embistiendo lento, mientras se vaciaba en esa cavidad húmeda, caliente y apretada. Se dejó caer encima del castaño pero sin apoyar todo su peso, daba besos flojos por el rostro y cuello de su novio, quien sólo se dejaba hacer, todavía no se recuperaba del orgasmo, estuvieron unos minutos abrazados, el mayor se recostó de lado, atrayendo el cuerpo de Misaki.

-¿Ya estás saciado gatito? -le acariciaba la entrepierna y le restregaba su miembro en la espalda, que ya se encontraba listo para otra ronda- porque yo, todavía no.

No hizo falta nada más, a los segundos ya estaban otra vez enredados, haciendo el amor otra y otra y otra vez... sólo se detuvieron porque tenían que comer alimentos nutritivos y no sólo sus cuerpos, después de bañarse juntos y hacer algo más que pasarse la esponja por la espalda, estaban preparando el desayuno, Misaki estaba sorprendido, ya que Asami se manejaba de forma natural en la cocina, ayudaba cortando y salteando las verduras, mientras él batía los huevos y preparaba la tortilla.

-Nunca pensé que supieses cocinar.

-¿Cómo crees que he sobrevivido todos estos años? -alzaba una ceja y sonreía de lado- no siempre me gusta ir a alguno de los restaurantes, tal vez no sea tan delicioso como lo que tú cocinas, pero de hambre no he muerto.

-¡Jajaja! Con lo bueno que eres en todo, -sonreía y mordía su labio- no dudaría que cocinar, también se te diese bien.

Asami no se lanzó sobre el castaño, sólo porque tenían que desayunar aunque a estas alturas, ya era almorzar y luego tenían que irse a su departamento para cumplir con el compromiso que Feilong, prácticamente les impuso... pero se sentía halagado con las palabras de Misaki, ya que comprendió que eran con doble sentido. Como una rutina de años, comieron mientras se ponían de acuerdo para verse, en lo que les permitiese la agenda del mayor y para lo del viaje a Osaka, Takahiro le dijo que estaría esperándolos, al terminar, levantaron todo y empezaron a alistarse para salir.

Llegaron al edificio de Asami en camioneta, en el ascensor, Misaki le acomodó el cuello de la camisa al mayor, para ocultar una notoria mordida.

-Creo que nos pasamos -veía su propio reflejo en el espejo y removía su camisa para tocar la mordida ocasionada por Asami y que había cubierto con un parche para heridas- anoche, fuimos muy salvajes y no tuvimos cuid...

-Tienes razón, -Asami interrumpió al castaño y daba besos por encima del parche- pero no pude evitarlo, no se me ocurrió otra forma de expresar mi afecto y deseo por ti, literalmente quería y quiero devorarte, discúlpame por hacerte daño.

-No te disculpes, -se puso de puntillas y besó a Asami- no te estoy reclamando, sólo digo que no tuvimos cuidado y las hicimos en sitios muy visibles.

-Cierto, no es que me importe, -chasqueó la lengua- pero ahora Mikhail y Feilong, no dejarán de fastidiarme.

Misaki sólo rio, ya llegaban, así que acomodó nuevamente su camisa y besó por última vez a su novio, cogió aire y antes de salir habló.

-Asami-sama, -reía sutilmente- espero que a usted y a sus amigos les guste y disfruten lo que les cocinaré esta noche.

-Estoy seguro que sí -atrajo al castaño y lo besó- Takahashi.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora