UN PRECIOSO GATITO

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... no quiero que te detengas, te necesito.

Asami con una sonrisa torcida, se puso de pie y fue a por los cinturones de los albornoces, uno lo usó como mordaza y con el otro, primero sujetó las manos del castaño y luego las pasó por sobre su cabeza y las ató al cabecero de la cama, lo dejó expuesto y dispuesto a todo lo que deseara hacerle, retomó su trabajo de morderle los pezones, cuando ya vio que los tenía muy rojos y notablemente sensibles, bajó por su vientre con leves mordidas hasta llegar a su entrepierna, por encima del bóxer acarició el miembro del castaño que ya estaba erecto y goteaba líquido pre seminal, bajó su cabeza y lamió por sobre la tela, al instante Misaki levantó sus caderas, deseaba más contacto, ignoró sus deseos y bajó hasta los muslos interiores y mordió, los gemidos ahogados de su pareja le encendían, su erección estaba a punto de romper su ropa interior, se arrodilló en la cama y vio el estado de Misaki, estaba con el rostro rojo y lágrimas cayendo por sus mejillas, los ojos cristalinos y muy dilatados por el deseo, le quitó el bóxer y rápidamente metió dos dedos en su entrada, sin dar lugar a acostumbrarse dio embestidas rápidas. El castaño estaba tan excitado que la lubricación le escurría y no sintió molestias por la invasión de Asami, quería más, quería todo el poderío que tiene su novio en las caderas, deseaba ser acribillado por las potentes embestidas y sobre todo sentir ese enorme arma que tiene el mayor entre las piernas, arqueó su espalda cuando le tocó su punto dulce, el orgasmo era inminente, como bien pudo entre gritos ahogados le suplicaba a su novio que lo penetrase y al parecer funcionó, porque el mayor sacó sus dedos de su interior y de un movimiento diestro lo puso boca abajo y le levantó las caderas, así en la posición que le ofrecía una perfecta vista, Asami se hundió en su entrada con una certera penetración, sintió como el miembro de su novio le llenó las entrañas, movió sus caderas instando al mayor a moverse, no tuvo que esperar mucho, las embestidas eran brutales, podía sentir como su novio sacaba casi por completo su miembro y luego se hundía con fuerza, no sabe si el nudo de sus muñecas fue flojo o de tanto tirar de él, terminó soltándose y le permitió erguirse hasta apoyar sus manos en la cama y darse impulso para empujar con más ímpetu sus caderas hacia atrás, quería sentir muy profundo el duro miembro en su interior, Asami le estaba tocando su punto sensible otra vez y ya deseaba liberarse, levantó su tronco y giró su cabeza para ver con súplica al mayor, éste entendió lo que quería e inició a masturbarlo. Asami también estaba a punto de culminar, frotaba con velocidad el miembro de Misaki, al tiempo que le besaba el cuello y espalda, otra vez sintió esa necesidad de morderle, intentó reprimirlo apretando los dientes, pero un gruñido animal, le salió desde lo profundo de su garganta, casi salivando, abrió la boca y mordió ese blanquecino cuello, hundió sus dientes hasta volver a sentir el sabor de su sangre.

-¡MMM! -fue lo único que salió del castaño en medio de su orgasmo, apresando el miembro de Asami en su interior-.

Unas embestidas más y Asami también se vino, sin quitar sus dientes del cuello de Misaki, se movía lento, mientras expulsaba su simiente, mantenía los ojos fuertemente cerrados, no podía creer que volviese a probar la sangre del castaño y que eso le pusiese tan caliente, succionó una última vez y lo liberó, el cuerpo de Misaki cayó sin fuerzas sobre la cama arrastrándolo a él, pero no quería aplastarlo con su peso, con cuidado salió del interior de su novio y se acomodó al costado de éste, le quitó la mordaza y lo acercó a su cuerpo, para besarle.

-... -seguía besándole cadencioso, a la vez que le acariciaba la espalda- ¿te duele? -refiriéndose a la mordida-.

-Un poco, pero debo confesar que me excita  -arrastró sus cortas uñas por la musculosa espalda de Asami- y por lo que veo a ti te pasa igual.

-No lo negaré, me pone caliente,  -lo estrecha entre sus brazos y lame la herida-  pero me asusta hacerte daño y te juro que no es intencional.

-Lo sé, las veces que te he mordido, ha sido una necesidad que no puedo reprimir,  -ve la marca que le dejó a su novio en el pectoral, aún es notoria y eso que ya han pasado varios días-  parece que ambos tendremos que llevar mordaza o vacunarnos contra la rabia  -se ríe porque Asami le nalgueó-.

-¿Estás diciendo que somos perros? -le masajea el culo- yo pensaba que tú eras un precioso gatito.

-Pero a los gatos  -se subía sobre Asami y le lamía el rostro-  también les da rabia.

-Sí, lo sé,  -reprime una risa-  también se ven adorables, pero si los haces enfadar, te arañan.

-En eso llevas razón,  -asumiendo que era un gato, se pone serio y se toca el labio lastimado-  esta noche, en esa bodega, aún no sé cómo fui capaz de enfrentar a ese hombre, en más de una ocasión.

-Al sentir miedo, tu cuerpo generó adrenalina y eso te puso en alerta, pero Misaki,  -el mayor se puso serio-  nunca vuelvas a exponerte así como lo hiciste esta noche, ese hombre pudo haberte...

El castaño le había besado con desesperación, interrumpiendo su exposición.

-No lo digas,  -su mirada era recriminatoria-  porque tú hiciste lo mismo, entrando a ese lugar y desafiando a ese hombre.

-¿Qué esperabas que hiciese?  -sujeta el mentón del castaño-  ¿Quedarme mirando como ese bastardo te apuntaba?

-Pudiste esperar a los guardaespaldas,  -su tono no cambiaba-  ese hombre te odia, pudo haberte matado.

-Y a ti,  -lo abraza con fuerza-  eso no lo iba a permitir.

-Ryūichi  -lo dijo en un susurro y afianzó el abrazo-.

Ambos se quedaron así, abrazados, agradecían que esa noche no haya sido nefasta, estaban cansados tanto física como emocionalmente, poco a poco fueron cerrando los ojos y se entregaron a los brazos de Morfeo, Asami antes de caer dormido, acomodó a su castaño en la cama y él se recostó a su lado y cubrió sus cuerpos con la sábana, como siempre pasaba, Misaki aún dormido, se movía buscándolo para rodearlo con una pierna y abrazarlo, él sólo afianza el cuerpo más pequeño y le besa la cabeza, antes de caer dormido.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora