¡NO ME SUELTES!

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Misaki, sin notarlo, Asami lo envolvió en una burbuja de confianza y empezó a hablar y comer más tranquilo... El mayor le hacía preguntas que respondía con sinceridad, lo del informe que había pedido hace meses, era cierto, estaba satisfecho y feliz, también respondía a algunas preguntas que le lanzaba el castaño, todas eran simples; a qué se dedicaba, por su familia, hobbies, contestó honesto, aunque sin dar detalles de a lo que se dedica en el bajo mundo, pero la última pregunta lo descolocó.

-¿Por qué llevas guardaespaldas siempre contigo?

Pensaba que lo había ocultado bien, curioso preguntó.

-¿Cómo te diste cuenta?

-Hemos venido a los Jardines de Koishikawa Koraku-en, fuera de horario y dónde vayamos hay alguien, no son trabajadores, eso se nota, sobre todo por sus trajes negros.

-¿Ves? Eres perfecto, has notado a mis guardaespaldas  -comenzó a reír-  y yo que les pedí que pasasen desapercibidos para no asustarte y respondiendo a tu pregunta, los llevo por seguridad, por mi posición, siempre puede haber alguien que se acerque con malas intenciones... ¿te asusta o molesta que ellos estén cerca?

-¿Asustarme? No, ellos sólo hacen su trabajo, pero sí me molesta ver  -miró la mesa y la señaló-  toda esta comida, que no se disfrutará  -haciendo una carita de niño a punto de pedir algo-  ¿puedes decirle a tus hombres que se acerquen a comer?

Asami nunca esperó una petición así, siempre está rodeado de personas interesadas que quieren; dinero, viajes, joyas... en cambio ahora su castaño, quiere darle de comer a los guardaespaldas, se levantó y fue hasta Misaki.

-Te lo dije, caería rendido a tus pies,  -de la mano lo levantó de la silla y lo besó-  haré lo que tú quieras.

-Gra... gracias.

El mayor cogió su móvil y envió un mensaje.

-Ya está, algo más que desee  -hizo una reverencia-  mi señor.

Misaki no aguantó la risa, Asami le acompañó.

-No, así está bien,  -seguía riendo-  más bien sí... ayúdame a preparar la otra mesa para todos.

Misaki se movía por el lugar y dispuso la mesa, para que todos pudiesen disfrutar de la comida, Asami obedecía lo que se le ordenaba, jamás se imaginó una cita donde tuviese que disponer todo para alimentar a sus guardaespaldas, pero aún así, estaba feliz, no podía apartar la mirada de su castaño, se notaba tranquilo, complacido.

A los minutos los guardaespaldas aparecieron en el lugar.

-Señor ¿nos mandó llamar?

-Sí, pero fue por petición de Misaki  -señaló al castaño que estaba frente a él-.

Los hombres miraron al castaño y notaron como enrojecía ¿hicimos algo mal? pensaba uno de ellos y habló.

-Usted dirá ¿Qué necesita? -dirigiéndose a Misaki-.

-Nada, sólo pedí que viniesen  -sonrojado hasta las orejas-  a comer, ya está todo listo, pueden tomar asiento.

Asami estaba que estallaba de risa, la cara de sus hombres era legendaria, ninguno se movía de su sitio, miraban al castaño, luego a él, después la mesa y vuelta otra vez, castaño, él, la mesa... ocultando su risa, les habló.

-No oyeron, la mesa está lista, pasen y tomen asiento.

Los guardaespaldas comenzaron a sentarse, pero ninguno comía, se sentían incómodos... veamos, ¡el jefe está mirando!

Misaki que vio la duda en esos hombres, se acercó y comenzó a servirles, siempre con una sonrisa, hasta que uno de ellos habló.

-No se moleste, nosotros podemos hacerlo,  -estaba nervioso, nunca una pareja de su jefe los había tratado bien-  usted continúe con su velada señorito Misaki.

-Sólo Misaki, nosotros ya hemos comido y no me molesta,  -seguía sirviendo los platos-  vosotros tenéis que estar cansados de tanto seguirnos por los jardines.

Asami no estaba muy contento con eso, su lado celoso resurgía, pero recordó el apodo de "ángel" que le puso Kirishima y no le quedó de otra que ceder y tranquilizarse, cuando vio que Misaki acabó, le habló a sus hombres.

-Nosotros nos vamos al estanque central,  -cogió la mano del castaño-  luego nos alcanzáis.

-Sí señor  -respondieron a coro-.

Salieron del lugar y caminaron hasta el estanque central o Dai sensui, el estanque principal que recrea el lago Biwa, ya era noche y a pesar de ser primavera el castaño sintió frío, se abrazó a sí mismo, hasta que por la espalda sintió la tibieza del cuerpo de Asami, éste le abrazó brindándole calor, estuvieron así, observando el paisaje, que parecía prestado; teniendo en cuenta que estaban rodeados de edificios modernos y en plena ciudad, el mayor habló.

-¿Qué harás esta semana que no trabajas?

-Prepararme para mi nueva vida laboral, ir al doctor, visitar a....

-¿Estás enfermo? -Asami lo giró y miraba asustado- ¿Qué tienes?

-No, no estoy enfermo, sólo buscaré a un especialista  -bajó la cabeza apenado-  en donceles, quiero informarme de mi condición.

-Me asusté, iba a llevarte a los mejores médicos.

-¡Jajaja! Eres un exagerado, sólo quiero información detallada de lo que pasa en mi cuerpo.

-No exagero,  -hundió su nariz en el cuello de Misaki-  si algo malo te pasa, yo no lo soportaría, entiende... -le mira a los ojos-  te has convertido en mi vida.

Misaki está como estatua ante esas palabras, esos bellos soles le miran con temor y eso le aprieta el corazón, lo rodea por el cuello y hace que Asami baje la cabeza, lo mira a los ojos, nota que esta preocupado, pero por qué, si todo está bien, él no está enfermo, entonces qué lo tiene así, lento sin dejar de mirarlo, le besa, el otro sin soltarlo un milímetro lo sigue en el beso, lo abraza con fuerza y otra vez la sensación de que quiere retenerlo, como si él fuese a huir, adónde, si en todas partes, hasta en sus sueños está este hombre, cortaron el beso por el maldito aire que faltaba.

-Asami... yo no sé qué pasará, pero quiero intentarlo, esto que siento aquí,  -se señaló el pecho-  es más fuerte que yo, aunque no quiera, pienso en ti.

-Antes de ti, tuve otras relaciones, nunca me enamoré, no sabía que era, es más,  -sonrió burlón-  me burlaba de los que hablaban de cursilerías... y mírame ahora, caí perdido, con sólo una mirada, para mí esta sería mi primera vez y honestamente me asusta.

-¿Por qué te asusta?

Asami lo apegó más a él, como si eso fuese posible, con su mentón apoyado en la cabeza de Misaki, respondió.

-Porque llegues a; rechazarme, temerme u odiarme, cuándo conozcas todo de mi,  -suspira largamente-  me haces vulnerable.

-¿Conocer todo? -Misaki sin notarlo abrazó fuertemente a Asami-  yo siento igual que tú, tengo miedo de ilusionarme y luego desengañarme... no creo que esta vez lo soporte  -lágrimas cayeron por sus mejillas-.

Asami se dio cuenta que compartían miedos, notó la humedad de las lágrimas del castaño en su camisa y se sobrecogió, tomó sus mejillas entre sus manos y besó sus lágrimas.

-¡Por favor! No llores,  -secaba con sus dedos el rostro de Misaki-  me siento inútil, no sé qué hacer.

-Nada, no hagas nada más que lo que haces ahora  -se aferro al pecho de Asami-... ¡no me sueltes!

-¡Nunca!  -se le formó un nudo en la garganta-  nunca te soltaré.

Se mantuvieron así un buen rato, ninguno se dio cuenta, que eran observados y escuchados... era uno de los guardaespaldas, que preocupado por su jefe, comió rápido y llegó al estanque, sólo para ver esa escena, nunca había visto a su jefe así; siempre es frío, en cambio ahora, con ese castaño, se ve ilusionado, feliz y enamorado y bueno al otro, se le nota de lejos que está igual, sin hacer ruido se alejó, pensando que esta vez no será una molestia cuidar de la pareja del jefe, se dio cuenta que era buena persona, se preocupó por ellos y los trató como a personas y no como a perros que obedecen a su amo.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora