COMO UNA PANTERA

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Haruhiko se despertaba sobresaltado, la luz que entraba por el ventanal del salón, le hizo saber claramente que no estaba en su cama, en su casa, recordó la pasada noche y  se avergonzó por haberse dormido en medio de la película, al querer incorporarse, fue consciente de que algo sobre él, no le permitía moverse, levantó la cabeza y distinguió la pelinegra cabellera de Shinnosuke, que dormía plácidamente sobre su pecho, una sonrisa se dibujó en su rostro, le abrazó y se quedó disfrutando del momento.

–¡Ay! -Shinnosuke despertó dolorido-.

–¿Estás bien? -se incorporó para ver mejor a Shinnosuke-.

–Sí, sólo que la posición en la que me dormí,  -masajeaba su cuello con una mano y el costado con la otra-  no fue…

–Cómoda -Haruhiko interrumpió, sintiéndose culpable-.

–¡No! Iba a decir que no fue la adecuada,  -se mordía el labio-  por mis golpes y porque no quería incomodarte, me recosté en una posición desfavorable.

–Yo,  -el mayor quería disculparse-  me dormí en medio de la película, discúlpame.

–Entiendo que estabas cansado, al contrario, discúlpame tú, debí decirte que mejor, nos veíamos otro día.

–Quería verte.

–Yo también quería verte.

El mayor, se acercó y con delicadeza cogió el rostro de Shinnosuke y le besó, fue correspondido al instante, era un beso lento, tierno, no tenían prisa, pero como todo ser vivo, de este planeta, necesitaban oxígeno para subsistir, se detuvieron, mientras se recuperaban, apoyaron sus frentes y se veían directamente a los ojos.

–¡¡Buenos días!! -dijeron a la vez-.

Rieron cómplices y se dispusieron a comenzar su día, luego de darse un baño, aclaro, cada uno por separado, el mayor le invitó a desayunar, Shinnosuke aceptó, con la condición que fuese un lugar discreto, así salieron de casa y disfrutaron de su primer día, oficialmente como novios.

                         ☆

La otra parejita, llevaba un par de horas despiertos, Asami apenas abrió los ojos, no aguantó la tentación hecha carne que tenía a su lado y comenzó a  besar cada tramo del cuerpo del castaño, quien se despertó ante tales atenciones y a los minutos ya estaban enredados, entregándose a la pasión que parecía no consumirse, tras varios encuentros esa mañana, Misaki caía boca abajo, sin fuerzas y el culo en pompa, mientras Asami lo acribillaba a punta de penetraciones.

–Ryūi… chi -su cuerpo convulsionó, por el intenso orgasmo-.

–¡Argh! -se adentraba lo más profundo que podía y eyaculaba- cariño, esto es fantástico.

–Sí, lo sé amor,  -su voz era lastimera-  pero, creo que me eché a perder.

–¡Mierda!  -Asami, preocupado, sale del interior del castaño-  no quise ser un animal ¿te duele?

–Todo,  -cerraba los ojos-  creo que hoy,  -hace un puchero-  ya no podremos practicar, le fallaré Asami-sama.

–¡Jajaja! -le muerde el labio- ¿y eso te preocupa? Has sido muy eficiente Takahashi, las prácticas de hoy, ya las cumplimos.

Asami coge su móvil y envía un mensaje.

–He pedido el desayuno  y algunos analgésicos,  -le masajea la espalda baja-  iré a llenar la bañera, al rato vengo por ti, no te muevas  -lo dice al tiempo que se levanta de la cama-.

–Aunque quisiese, no tengo fuerzas.

Pasados unos minutos,  Asami volvió y cargó al castaño, éste se estremeció con el rostro contraído por el dolor e hizo encender las alarmas del mayor.

–Pediré que venga el médico,  -su tono, no daba lugar a negativas-  me excedí,  -sentía culpa-  discúlpame.

–Eso sí que no Asami Ryūichi,  -Misaki le cogió el mentón-  culpas no, en todo caso culpable yo, que debería conocer mis límites y no siento culpa, ni arrepentimiento,  -le besaba con ternura-  tal vez dolor, pero culpa ninguna ¿sabes lo rico, que es hacer el amor con quien amas?

–Misaki -el castaño, tiene ese poder de dejarlo sin palabras, sólo le besó, con todo el amor que siente, sin dejar de caminar hacia el baño-.

Con sumo cuidado Asami se metió a la bañera con Misaki en brazos, lo acomodó de espaldas a su pecho, el castaño dejó salir un largo y sonoro suspiro, al sentir el agua caliente destensar sus músculos.

–Me alcanzas el neceser, por favor,  -el castaño señalaba, el mueble del lavabo-  ahí tengo aceites esenciales.

Asami, sin objeción, cumple el pedido de Misaki, le ve coger un bote y verter unas gotas en el agua.

–Este... -Asami inhalaba- ¿es tu perfume?

–Algo así,  -coge otro bote y vierte un poco de su contenido en una esponja y presiona para hacer espuma-  es una mezcla de aceites esenciales, para aromatizar mi piel.

–Pensé que usabas perfume,  -le besa el cuello-  siempre hueles delicioso.

–Gracias, -movía su cabeza, para darle más acceso al mayor-  pero perfume, casi no uso, incluso esta mezcla se la adiciono al suavizante de ropa.

–Me gusta, es sutil, amaderado -inhalaba otra vez-  con notas afrutadas.

–Tienes buen olfato,  -pasaba la esponja por su brazo-  es ciprés y mandarina. 

Siguió repasando su cuerpo, mojaba la esponja otra vez y vertía otro poco de producto y repetía la acción anterior, pero en el sensual cuerpo de su novio, quien sólo se dejó hacer, al acabar su labor, dejó de lado la esponja y volvió a acomodarse sobre el pecho de Asami, éste le  vertía agua por su cuerpo con las manos. Después de unos minutos, el estómago del castaño, se quejaba de hambre.

–Estoy famélico  -hizo el intento de levantarse, pero el dolor en las caderas, le hizo retroceder-  y necesito esos analgésicos.

–Mejor que te revise el médico  -se puso de pie con Misaki en brazos-.

Salió de la bañera y caminó hacia la habitación, en el trayecto el castaño había cogido un par de toallas, que extendió en la cama y Asami le dejó sobre ella.

–No llames al médico, estoy bien, sólo dolorido, con los analgésicos y descansar, me pondré bien.

–Misaki,  -advierte el mayor-  tenemos que estar seguros de que no haya daño.

–Eso puedes verlo tú,  -apretó los labios, le causó gracia la cara de Asami-  si hubiese algún problema, lo llamas y yo no objetaré nada.

Asami, que al principio se sorprendió con la  respuesta del castaño, terminó aceptando, además evitaba que alguien más, aunque fuese un médico, viese la intimidad de su pareja, luego de secarle el cuerpo, le abrió y flexionó las piernas de Misaki, dejándolas descansar sobre la cama, se puso de rodillas en el suelo y abrió los glúteos para revisar su entrada, abrió levemente con los dedos y ver el interior.

–Tienes un poco rojo,  -Asami levantaba la cabeza y le miraba los muslos y caderas, tenían marcas, muy notorias-  pero no hay señal de desgarro.

–Te lo dije, con los analgésicos estaré bien, si lo que más me duele, son las caderas.

–Creo que es por aferrarme a ellas  -se levanta y se recuesta al lado  del castaño y masajeaba con cariño sus caderas-  con fuerza, me vuelvo un animal cuando te hago mío.

–Y eso me gusta  -se gira y acomoda los mechones que le caen por la frente a su novio-  y no quiero que encierres a ese animal… bueno hoy sí,  -se ríe coqueto- pero siempre quiero que lo dejes libre, como una pantera por la selva.

–Me fascinas Misaki,  -besa los jugosos labios de su pareja-  a veces eres un descarado… y eso me encanta.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora