INSTINTO MATERNAL

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Las semanas pasaban como agua, sobre todo para los futuros padres, entre el trabajo, que nunca decaía, las clases de preparación al parto, la mudanza de Misaki al departamento del ojimiel, habilitar el cuarto de Sayumi, terminaban el día agotados, sin contar que el castaño seguía colaborando, algunos días a la semana, en la institución y los asuntos del bajo mundo que Asami tenía que atender de vez en cuando, ya que Kirishima hacía prácticamente todo, pero había cuestiones que sólo el ojimiel, como jefe de la mafia japonesa, debía prestar especial atención, además tenía que dejarse ver entre sus "socios", también algún que otro viaje, que Asami debía hacer por lo del proyecto, Misaki accedió acompañarlo a uno de ellos, pero sólo porque había nacido el bebé de Feilong, el pequeño Wang "digno de un rey en chino" Arbatov Liu, se adelantó y vino al mundo a las 34 semanas, el castaño al enterarse no se negó a la invitación de Asami a ir a China, estuvo una semana acompañando al chino en la clínica donde estaba internado el bebé, mientras el ojimiel supervisaba el proyecto y después se iba a Rusia, muy a su pesar debía volver a Japón, tenía responsabilidades y también estaba entrando en la etapa final de su embarazo y tenía que mantener controles más seguidos y más restricciones, como los viajes en avión, pero igualmente a diario se comunicaba con Feilong para conocer la evolución del pequeño.

Febrero, a días de San Valentín y Misaki contaba con 32 semanas y un abultado vientre, estaban con Asami en las clases de preparación al parto, ese día hablaban de los cuidados post parto, todo bien, ponían atención y tomaban nota mental de lo que les parecía importante, pero cuando se habló de las relaciones sexuales después de dar a luz, ambos se miraron espantados por el tiempo de "espera".

-¿Seis semanas? -interrogó el castaño- ¿Por qué tanto?

-Vuestro cuerpo,  -la comadrona que impartía el curso explicaba a la clase-  necesita tiempo para recuperarse después del parto, por ello se recomienda seis semanas o cómo normalmente se le llama puerperio o cuarenta, a fin de reducir el riesgo de una infección, evitar sangrados que pueden terminar en hemorragias por la abertura de heridas en proceso de cicatrización.

-Entiendo  -Misaki con una mueca de inconformidad-.

-A mí tampoco me gusta la idea, -Asami a su espalda le susurraba al oído-  por lo que tocará manosearnos como adolescentes.

Misaki suelta una risa y asiente, continuaron con la clase, al terminar volvieron al departamento, ese día no tenían pendientes en la oficina.

-Quedan ocho semanas,  -Misaki se quitaba los zapatos-  espero que Sayumi aguante hasta término.

-¿Qué te preocupa?  -Asami le ayuda-  la doctora Aoki ha dicho que todo está bien.

-Lo sé, pero  -se mordía el labio, nervioso-  recordé al pequeño Wang y lo mal que lo pasaban Feilong y Mikhail al ver a su hijo en la incubadora, tú mismo lo viste, conectado a tantas máquinas, sus papis apenas podían cargarle unos minutos.

-Piensa que ahora está bien,  -el ojimiel le abraza, ocultando su propio miedo-  ya lo viste en la última video llamada, respiraba por sí solo ¿no lo oíste llorar? De seguir así, dejará sordos a Mikhail y Feilong y echará abajo las paredes.

-Los rostros cansados de sus papis,  -Misaki reía divertido-  daban mucha gracia, el glamour de Feilong y la vanidad de Mikhail, no se veían por ninguna parte.

-Tienes razón,  -Asami reía al recordar-  parecían zombis, me sorprende que Fei tenga tanta paciencia.

-El instinto maternal.

-Según Feilong,  -Asami acaricia el abultado vientre de Misaki-  él no tenía instinto maternal.

-Eso pensamos la mayoría,  -el castaño pone sus manos sobre las de Asami-  no es algo innato, aparece luego, cuando el bebé ha llegado al mundo.

-¿Pero tú siempre has sido maternal?  -besa la mejilla de su castaño-.

-Eso es diferente, lo mío es deseo por ser madre, incluso antes de saber que era doncel, me gustan los niños,  -sus ojitos brillan-  pero el instinto maternal es más grande, es un vínculo con nuestros hijos que nos lleva incluso a sacrificarnos por ellos para protegerles.

-Nuestros hijos serán afortunados,  -sonríe de lado-  su madre es una fiera, cuando de cuidar y defender se trata.

-Y su padre no se queda atrás,  -alza una ceja-  se convierte en el mismo diablo.

-De eso puedes estar seguro,  -le da un beso esquimal-  nadie se mete con mi familia.

-Te amo Ryūichi.

-Y yo te amo Misaki.

-... -Misaki sonríe travieso a Asami-  manosearnos durante seis semanas, no contará como adelanto de tu deuda.

-Por lo menos, podrías perdonarme los intereses,  -lo abraza por la cintura-  a este paso, demoraré un año en pagarte, además durante esas seis semanas, tú también quedarás endeudado conmigo.

-Seis semanas... -se muerde el labio-  te las pagaré con intereses, pero tú puedes negociar los tuyos.

-¿Así y cómo?  -se cruza de brazos-  Ya te digo que sexo salvaje, muy a mi pesar, ahora no, tú mismo oíste a la doctora Aoki.

-Sí lo sé,  -lo dice rodando los ojos-  pero podemos hacerlo suave, aunque no me guste,  -la mirada de Misaki decae-  pero no es sexo lo que quiero ahora.

-Pídeme lo que quieras,  -Asami se preocupa-  sabes que no te niego nada.

-Quiero que me acompañes...  -se le forma un nudo en la garganta-  a visitar a mis padres y rendirles honor, frente a su tumba.

Asami sabe lo difícil que es para Misaki el tema de sus padres, sobre todo por la culpa que siente, cuando le contó cómo habían muerto sus progenitores, él le dijo que nada tenía que ver, que fue un accidente, que él era un niño que ansiaba la presencia de sus padres, pero su castaño, aun tiene esa idea.

-¿Cuándo quieres ir?

-El lunes, al ser día laboral, habrá poca gente,  -una lágrima rueda por su mejilla-  antes pasaré por una floristería.

-¡Hecho!  -con su pulgar limpió la lágrima-  pero no quiero que estés triste, sabes que Sayumi comparte tu estado de ánimo.

-... -a pesar de estar asintiendo, sus lágrimas caen-  gracias Ryūichi.

-Por nada cariño  -lo atrae y le abraza-.

Misaki se refugia en el pecho de Asami, ese es su lugar favorito, su calor y el sonido de su corazón le hacen sentir seguro. Asami lo estrecha y lo reconforta con masajes en la espalda y besos en su cabeza.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora