ESTE GATITO QUIERE SU LECHE

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Asami descansó su espalda, acomodándose en el sofá con Misaki sobre él, respiraban agitadamente, estaban sudados y llenos de fluidos, pero no les importaba, disfrutaban de su cercanía, a los minutos, el mayor notó que el castaño casi no se movía y respiraba pausadamente, levantó la cabeza para mirarle, dándose cuenta que éste dormía plácidamente, le besó la sien y trató de acomodarlo, para que estuviese más cómodo, pero al mínimo movimiento el ojiverde se aferró a su cuerpo, soltó una risilla y muy a su pesar le despertó.

-Misaki,  -besaba su rostro-  cariño, despierta.

-No quiero -voz somnolienta, pero su estómago reclamó de hambre-.

-¡Jajaja! Si sigues en esa posición, al rato estarás dolorido y también tenemos que comer algo, que no sea a nosotros mismos.

-Está bien,  -sin abrir los ojos-  pero primero nos tenemos que dar un baño y poner algo de ropa.

Asami se puso de pie cargando al castaño para llevarlo al baño, pero no sabía cual era su habitación.

-Indícame cual es tu habitación  -comenzó a caminar por el pasillo-.

-Es la puerta de la derecha  -seguía sin abrir los ojos, acomodándose en los brazos del mayor-.

Entró en la habitación y como se lo esperaba, Misaki no dejó que le bajase, no tenía intenciones de moverse, resignado y divertido por el comportamiento del castaño, se adentró al baño y como pudo, puso a llenar la bañera, cuando ya tenía suficiente agua, se metió cargando a su novio y se sentó, al instante el castaño soltó un largo jadeo al sentir como el agua caliente relajaba su cuerpo, aflojando su agarre y acomodándose de espaldas sobre el pecho de Asami.

-Estoy muerto  -suspiraba agotado-.

-Te lo dije,  -agarraba una esponja y la sumergía en la bañera, para luego mojar la espalda y hombros del castaño-  pero tú, o no me creíste o querías que te castigase.

-Un poco de ambas -se dejaba consentir-.

-Y ¿estás arrepentido?

-No,  -se giró para mirarle-  sentí mucho placer  -se mordió el labio y miró a otro lado-  Ryūichi.

-¿Qué pasa cariño?  -vio que algo le preocupaba al castaño-.

-¿Crees que soy un pervertido?  -agarraba un bote de aceites esenciales y vertía un poco en el agua-  nunca había experimentado algo como eso y lo disfruté, bastante.

-Jamás pienses eso, o ¿tú crees que yo lo soy?  Porque yo también lo disfruté y mucho.

-NO, -gritó-  eso nunca.

-Cariño, no debemos pensar eso de nosotros,  -le cogió de las mejillas y besó cortamente-  es nuestra intimidad, si lo que hacemos es consensuado y además lo disfrutamos, es lo único que importa.

Misaki sólo asintió con su cabeza y se volvió a recostar sobre el pecho de Asami, se mantuvo en silencio, mientras su novio le vertía agua.

-Pues, recuérdame no volver a retarte,  -entrelazó su mano a la de Asami-  por lo menos, hasta que mis pompis dejen de arder.

Asami estalló en carcajadas, reía tanto que sujetaba su estómago y hacía su cabeza para atrás, inevitablemente Misaki le acompañó, trataban de calmarse pero nuevamente reían... estaban completamente felices, se sentían plenos. Estuvieron en la bañera unos minutos más, hasta que el hambre se hizo presente, Misaki se puso pijama y Asami tuvo que conformarse con sólo un albornoz, por lo menos hasta que su ropa saliese de la secadora, ya que nada de su novio le quedaba. El castaño se metió a la cocina, seguido del mayor.

-Dime dónde encuentro todo lo necesario para poner la mesa.

-En esa puerta,  -señalando uno de los muebles-  está la vajilla y en el cajón de abajo, la cubertería  -todo lo decía sin dejar de remover las diferentes preparaciones-.

En lo que Asami ponía la mesa, Misaki terminó de calentar para después llevar todo al comedor, comieron en medio de una amena plática, al terminar, como si se hubiesen puesto de acuerdo en qué hacer, el castaño cogía las bandejas con lo que sobró, para guardar en el frigorífico y el mayor levantaba lo que habían usado, lo llevaba al lavaplatos y lavaba, seguido de Misaki que secaba y guardaba. Se fueron a la cama tarde y aunque parezca increíble, esa noche sólo durmieron.

En una habitación, apenas iluminada por los primeros rayos del sol, una pareja dormía plácidamente, abrazados, compartiendo la tibieza de sus cuerpos. Misaki despertó primero, su brazo y pierna, envolvían al contrario, levantó su cabeza que tenía apoyada en el torso de su novio para poder observarle, éste dormía, se veía relajado, estuvo un rato admirándole, es tan guapo, piensa, delinea con su dedo índice el hueso de su quijada, labios y nariz, Asami sólo contrajo el ceño y soltó un pequeño gruñido que le hizo sonreír, no pudo resistirse de seguir rozando con su dedo el cuerpo de su novio, bajó por el abdomen llegando a su miembro y lo acarició, se metió bajo las sábanas y se acomodó entre las piernas de Asami y tal como un gatito le dio cortas lamidas por el glande y tronco.

-¡Ahhh! Misaki -su voz era ronca-  amaneciste juguetón.

-¡Mhm! -asintió y continuó-.

-Cariño, -siseó, aunque Misaki no se lo metía en la boca, le agradaba la sensación-  me gusta lo que estás haciendo, pero pareces un gatito.

-Ryūichi, este gatito quiere su leche,  -lamió desde los testículos hasta el glande-  tiene hambre.

-Si el gatito tiene hambre,  -se hundió en la boca del castaño hasta la garganta-  habrá que alimentarle.

Misaki no se separó del miembro de su novio, movía su cabeza por toda la longitud, se amamantaba desesperado, con una mano le masajeaba los testículos o los estiraba, a ratos apretaba uno y el otro se lo metía en la boca e intercambiaba, luego volvía a empujar esa dura erección hasta su garganta, la saliva escurría por la comisura de sus labios, lágrimas salían de sus ojos por las arcadas que le ocasionaba tener tremenda cosa masajeando sus amígdalas, sin importar si luego podía o no hablar, siguió moviendo la cabeza de forma delirante, Asami estaba perdido en el placer, movía sus caderas para adentrarse más, si era posible, en esa cavidad que le estaba volviendo loco, sintió su miembro palpitar y como empezaba a formarse su orgasmo y al parecer Misaki también lo había notado, porque comenzó a succionarle con fuerza la punta, como si estuviese bebiendo con una pajita, provocando que el chorro de semen saliese con fuerza, tragando todo sin desperdiciar nada, succionó hasta notar que el miembro de Asami se puso sensible y lo sacó de su boca, a gatas se acomodó sobre el torso de su novio.

-¡Joder Misaki! -respiraba agitado y pasaba un brazo por la cintura del castaño y con su mano libre le sostenía el mentón-  has estado fantástico ¿sigues con hambre gatito?

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora