ME SIENTO INSEGURO

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Catorce de febrero, ese día Misaki había quedado con Asami para visitar la tumba de sus padres, olvidando por completo la festividad de San Valentín, todo porque desde que le hizo la petición al ojimiel de que le acompañase al cementerio, éste se comporta de forma extraña, se ausenta unas horas de la oficina y cuando le pregunta dónde estaba, le responde de forma evasiva, que con unos clientes o que son cosas del bajo mundo, pero él le conoce y sabe que le está mintiendo. Ahora está en su oficina, terminando unos informes, para luego marchar, primero a la floristería, donde había mandado a preparar unos delicados bouquet y luego al cementerio, para honrar a sus padres, Asami no estaba en la oficina, otra vez y no sabía si volvería a tiempo para acompañarle, haciendo acopio del poco optimismo que tiene últimamente, continúa con su trabajo, pero poco hace, se levanta para estirar las piernas, cada día es más difícil conseguir una postura que le sea cómoda, le duele la espalda si está mucho tiempo sentado y le duelen los pies si está de pie mucho rato, el ojimiel, Kirishima, su hermano y hasta su amigo Shinnosuke, le habían dicho que lo mejor era dejar de trabajar, pero él de necio se negó rotundamente, cumplirá con sus responsabilidades hasta que nazca Sayumi... camina por su oficina, estirando los brazos y haciendo círculos, como si estuviese nadando, luego los lleva sobre su cabeza y los deja caer, siempre haciendo los ejercicios de respiración, se acerca al ventanal y ve su reflejo, su vientre está abultado, aunque según su cuñada y la sensei, no tanto para las semanas que tiene, pero la imagen le hizo sentir inseguro, sus hormonas alborotadas, comenzaron a jugar con sus emociones e inevitablemente se puso a llorar.

-Tal vez, te soy repulsivo...  -cerraba los ojos para no ver su reflejo y se daba la vuelta-  por eso ya no me quieres ver y prefieres salir fuera.

Volvió a su escritorio con los ánimos por el suelo, como le dijo Asami, Sayumi comparte sus estados emocionales y la pequeña comienza a moverse, incomodándole aún más.

-Ya mi pequeña,  -se limpia el rostro con las manos-  mami está bien, tranquila mi cielo,  -se masajea el vientre- ¿sabes? hoy iremos a visitar a tus abuelos, ellos estarían muy contentos con sus nietos,  -recibió una patadita-  seríais los reyes de la casa.

Hablarle a su pequeña, tranquilizó a ambos, continuó con su trabajo, ya le quedaba poco. A la hora acordada, se levantó para recoger sus cosas, iba a por su abrigo para salir, cuando Asami entró.

-Cariño ¿estás listo?  -se acerca para ayudarle con el abrigó y besaba su mejilla-.

-Ryūichi, creí que no vendrías,  -Misaki se vio sorprendido-  no sabía que habías llegado.

-He llegado ahora, vine directo a tu oficina  -termina de acomodarle el abrigo-  ¿por qué crees que no iría contigo?

-Lo digo  -el castaño recordó los últimos días-  porque no sabía de ti.

-Estuve en una reunión,  -sonrió de lado-  una muy importante.

-Sí estás ocupado,  -otra vez las hormonas, respira profundo-  puedo ir con Takai.

-Para ti, nunca estoy ocupado,  -sabe que algo anda mal con su castaño-  hoy es un día importante, rendiremos honor a tus padres, a mis suegros ¿te estás arrepintiendo de haberme invitado?

-No Ryūichi, nada de eso,  -el castaño quiere llorar, otra vez-  no me hagas caso, mejor vamos,  -se adelanta para que no le vea-  antes tenemos que pasar a por las flores y el incienso.

-¿Qué pasa? -lo detiene y se lo acerca a su pecho, notando algo de resistencia-  No me hagas esto ¿no quieres que te abrace?

-¿Y tú quieres hacerlo?

-... -Asami le coge del mentón para verle a los ojos, no entiende la pregunta-  siempre ¿cariño, estás bien?

Misaki no quiere llorar, pero la reacción de Asami a su rechazo, lo tiene con la barbilla tiritando por contener el llanto, el ojimiel se acerca lentamente y le besa, eso fue suficiente para que sus ojos se desbordasen como ríos.

-Misaki ¿qué tienes?  -Asami nunca ha tolerado ver a su castaño llorar, le aprieta el estómago-  ¿hice algo mal? ¿tampoco querías que te besase?

-... -el castaño sorbe por la nariz, negando-  me... me siento,  -tragó saliva-  me siento patético.

-¿Por llorar? -el ojimiel le alcanza pañuelos-  eso no es patético, necesitas desahogarte, pero ¿de qué?

-Tengo las hormonas alborotadas,  -limpia su nariz-  me siento enorme, pesado, nada agradable a la vista.

-Estás embarazado, no enorme ni pesado  -le miraba de arriba abajo y se cruzaba de brazos-  y mi vista está más que encantada con lo que ve y no sólo yo o ¿te olvidas de las peticiones de posar para esas revistas?

-No me lo recuerdes,  -se sobaba la frente-  lo que me faltaría, salir en revistas de maternidad, es ridículo.

-No le veo el ridículo -se acerca otra vez con cautela, esta vez el castaño no le repele- a hablar de donceles embarazados.

-El ridículo, lo hubiese hecho yo, mírame.

-Te veo, siempre lo hago,  -le besa la cabeza-  eres hermoso y el embarazo ha resaltado tu belleza, deberías pensar las propuestas de las revistas, sería una oportunidad para hablar de los donceles, serías un referente, tú mismo lo has dicho, la sociedad aún no se acostumbra, es un tema tabú.

-Ryūichi, tú...  -se muerde los labios, nervioso, ignorando lo de las revistas-  ¿piensas que me veo desagradable?

-¿He hecho algo para que lo creas?  -piensa si pudo haber dicho o hecho algo-  Ya te lo he dicho, estás hermoso y me encanta verte así, con tu adorable pancita.

-Entonces...  -como niño berrinchudo, da un golpe con su pie al suelo-  ¿por qué te vas horas de la oficina y me dejas solo?

-... -Asami soltó una risa-  cariño, te juro que hoy fue el último día, tenía cosas importantes que hacer, ya no me ausentaré y menos ahora que estás en tus últimas semanas.

-Lo siento,  -baja la cabeza avergonzado-  me estoy comportando como un niño caprichoso.

-Misaki, es normal que estés voluble,  -le coge por las mejillas-  permítetelo, yo feliz te concedo tus caprichos.

-No, no está bien,  -besa ambas manos de Asami-  pero tengo momentos que me siento inseguro de todo.

-Las hormonas, ya lo dijo la doctora, estás en una montaña rusa, a veces estarás arriba, feliz y otras abajo, donde sentirás todas esas emociones negativas.

-¿Sigues queriendo  -hace un puchero-  una familia grande? ¿Soportarías pasar por todo esto, otra vez? porque hay momentos como ahora, que ni yo me aguanto.

-Por supuesto,  -le muerde el labio-  tan grande como se pueda, soportaré lo que sea, pintaré sus habitaciones, les buscaré sus cosas, haré todo de nuevo, incluso padecer otra vez los síntomas.

-Te amo Ryūichi -se agarra de las solapas del abrigo de Asami para ponerse de puntillas y no perder el equilibrio, para poder besarle-.

-Y yo  -sigue con el beso-  te amo Misaki.

-Nos vamos,  -respira entrecortado-  se nos hará tarde.

-Vamos,  -repasa el labio del castaño con su pulgar-  debo hablar con tus padres.

-¿Qué dices?

-Yo me entiendo,  -le toma de la mano-  vamos.

Salieron de la oficina, directo a la floristería y luego al cementerio.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora