¿TIENES GALLETAS?

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... ¿tienes galletas? -soltó de repente-.

-¿Eh?  -el castaño lo mira confuso, mientras limpiaba un poco su cuerpo-  sí tengo ¿deseas comer galletas?

-Sí, tengo hambre, pero iré a comer fuera y no quiero dar un espectáculo bochornoso,   -se acomodaba su ropa-  si como tus galletas, saciaré mi hambre y ya luego invento una excusa para no probar mi comida o bebida.

-¿Estás seguro?  -del cajón sacaba una bolsa con galletas y se la entregaba-  insisto que debes comer más nutritivo y también visitar al médico.

-Lo sé, pero ahora no me apetece otra cosa  -sacaba una galleta y la mordía-  y no quiero experimentar con gente extraña mirándome y prometo que después de la fiesta, si sigo sintiéndome mal, iré al médico.

-Tendré que buscar recetas de alimentos nutritivos, pero dulces,  -mientras se alejaba del escritorio-  no puedes seguir comiendo galletas, tortitas y gof...

No siguió hablando, porque Asami le interrumpió cuando le abrazó por la espalda y le besó la mejilla.

-Gracias Misaki  -fue lo único que dijo el mayor-.

Ese gracias, para Asami, fue tan sincero que sintió que cualquier otra palabra sobraba y para Misaki, no sólo transmitía agradecimiento, también todo el amor que el mayor le tenía y fue el detonante para soltarse a llorar como Magdalena.

-Te amo Ryūichi  -mientras hipaba-  y gracias a ti.

-¿Por qué cariño? ¿por darte más trabajo?  -no quiere que siga llorando, le oprime el pecho-  ¿por comerme tus galletas?

-¡Calla, bobo!  -apenas se le entendía por el llanto, sorbió por la nariz tratando de tranquilizarse-  gracias por amarme.

-Todo el tiempo cariño,  -le besa cadencioso-  todo el tiempo te amo.

Se besaron hasta que les hizo falta respirar.

-En contra de mis deseos,  -Asami le besa la punta de la nariz al castaño-  tengo que irme, todavía debo cambiarme, ¿estarás bien? O puedes acompañarme.

-Estoy bien,  -negaba con su cabeza-  no tengo nada que hacer en esa comida, aparte de comer, ve tranquilo, yo quedé de comer con Shinnosuke.

-¿Saldréis fuera?

-No lo creo,  -mira por los ventanales- ya hace demasiado calor, le diré que suba.

-Está bien, eso me tranquiliza,  -besa brevemente-  ahora sí me voy.

-Espera,  -coge las galletas-  te dejas las galletas.

-Gracias, me salvas la vida.

-Exagerado,  -le da una nalgada, cuando se iba-  oye, esto puede gustarme.

-¡Jajaja! -ríe abiertamente, mientras niega con la cabeza-  se me olvidaba que eres un descarado, cuídate cariño, nos vemos más tarde.

-Adiós, que les vaya bien.

Misaki se fue a su baño, se aseo un poco y volvió a su trabajo.

Asami se apresuró, cogió un traje de los que mantiene en su oficina y se fue a su baño a asearse y cambiarse, cuando estuvo listo, cogió su maletín y bolsa con galletas y salió a encontrarse con su asistente, que ya le esperaba en el parking.

Iban en la limusina, Kirishima le recordaba unos puntos a tratar en la reunión y observaba a su jefe que comía galletas, como niño chiquito, dejando el asiento y su traje con migas, nunca le había visto comer así, pero dado los últimos días, se convenció que lo más lógico era que tuviese hambre.

-Kirishima, en la reunión tengo que inventar una excusa creíble, para no probar la comida ¿se te ocurre alguna?

-¿Excusa? -cuestionó el asistente-  no entiendo señor, mejor sería que dejase de comer las galletas y así tiene estómago para la comida.

-No, de eso nada,  -respondió sin dudar-  si veo o pruebo la comida, las náuseas pueden volver y no quiero hacer un espectáculo.

-¿Pero está comiendo galletas?  -el asistente no entiende nada-.

-Porque desde anoche, es casi lo único que puedo comer,  -mordía otra galleta-  así que necesito una excusa.

- ... -el asistente pensaba-  puede decir que por su cumpleaños, en la empresa le hicieron un convite...

-Y que estoy satisfecho,  -confirmaba-  perfecto, sólo me pediré un té y tal vez un postre.

El asistente sigue sin entender, su jefe come galletas, pero no comida, bebe té y no café o whisky y ahora pedirá postre... debo estar dormido aún, pensaba Kirishima.

Tal como le dijo Asami, esa tarde mientras comían con unos socios, no probó la comida, es más, cuando sirvieron los platos de los demás comensales, su jefe parecía a punto de salir corriendo, le vio tragar en seco, pedir un té y ¿Wagashi? (dulces típicos, hechos con la masa base del moshi y rellenos con pasta de judías rojas endulzadas o fruta)... este día ha sido extraño, insiste el asistente.

Misaki llamó a Shinnosuke y Takai para comer, hace días que apenas se ven con su amigo, había traído suficiente comida para todos, el pelinegro llegó cuando estaba saliendo de su oficina y Takai le avisó que llegaría más tarde, se fueron a la salita de descanso, el castaño le veía diferente, una vez allí pusieron todo a la mesa y se sentaron a comer.

-¿Cómo vas con Haruhiko?

-Bien,  -sonreía como estúpido-  muy bien y ¿cómo sigue Asami-san?

-Desde anoche ha logrado comer,  -que se trae Shinnosuke, piensa el castaño-  pero no adivinarás nunca, qué come.

-A ti, supongo  -no dejaba de sonreír-.

-Estoy hablando en serio.

-Ya, no sé...  -se pone a pensar-  descarto los dulces  -ve como el castaño sonríe-  ¿qué? No, Asami-san, comiendo dulces.

-Sí, anoche después de vomitar, calló dormido en la oficina y cuando despertó tenía hambre, me dice que nos vamos a casa y se mareó, como no tenía nada más que galletas, se las ofrecí junto a un té y se las devoró.

-Pero sólo son galletas.

-¡Ja! Luego me pidió tortitas con sirope de fresa y también se las comió.

-O sea tiene antojos de cosas dulces.

-Algo así, esta mañana, se antojó de probar gofres dulces con jamón y queso y todo porque vio a Feilong comerlos.

-¿Gofres dulces con jamón y queso? -hace mala cara-  si son tan deliciosos con helado de vainilla o cubiertos de chocolate, mejor te hubiese pedido gofres salados.

-No sé qué le pasa,  -se le nota la preocupación-  no quiere visitar al médico.

-Es normal que esté estresado,  -le golpea el hombro, pero sin dejar de sonreír-  todo ese asunto del viejito no es para menos, yo he estado atento, pero no ha vuelto al parque.

-Sí, lo sé, los muchachos han estado vigilando y ni rastro de ese hombre  -se cruzó de brazos-  y cambiando de tema ¿como que estás muy contento, no? desde que has llegado no dejas de sonreír, parece que tuvieses una percha en la boca o peor, una sonrisa de Barbie pintada en el rostro, hasta me estás asustando.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora