ME EQUIVOQUÉ

641 65 3
                                    

¡Sayumi!

El castaño despertó agitado, estaba entre los brazos de Asami, quien dormía profundamente, le observó detenidamente y acarició su rostro, la imagen de la pequeña se superpuso a la de Asami, parpadeó un par de veces.

-Debo estar soñando todavía,  -una sonrisa se dibujaba en su rostro-  eres preciosa Sayumi,  -hablaba solo y bajito-  Sayumi, mi princesa.

-Sayumi  -murmuró Asami durmiendo-.

Misaki se quedó esperando a que Asami dijese algo más, pensó que le había oído hablar y por eso dijo ese nombre, pero nada que el mayor despertaba, cerró los ojos para intentar dormir.

... lo de papá es para protegerle.

Esa frase resonó clara en sus oídos, llevó sus manos a su vientre.

-No puede ser,  -sentía su vientre plano, tibio y duro-  si se me pasó la fecha.

Se levantó en silencio, agarró su portafolio y se metió al baño, allí solo y sin hacer mucho ruido, rebuscó la cartilla que le había dado la doctora Aoki, fue al calendario y lo repasó una y otra vez.

-Me equivoqué,  -volvía a repasar el calendario y una enorme sonrisa se le dibujaba en el rostro, saltaba esperanzado, entre gritos ahogados-  me equivoqué, puede que esté embarazado.

Luego de la alegría inicial, se le espantó el sueño, se metió a bañar y se enfundó un albornoz, salió a la habitación y su primer impulso fue despertar a Asami para contarle, pero desistió, cogió su móvil, hizo unas cuantas gestiones y lo guardo.

-... -sonreía como estúpido-  esta tarde, ya lo tendré claro.

Abandonó en silencio la habitación y se fue a preparar el desayuno, iba por el pasillo y vio que estaba todo limpio y ordenado, el salón, el comedor y la cocina, no había indicios de que allí se hubiese celebrado un convite, sólo porque en el frigorífico había un trozo de pastel, le probaba que anoche hubo una reunión con amigos, sacó todo lo necesario y se dispuso a cocinar, mientras lo hacía no dejaba de sonreír, existía una alta probabilidad de que estuviese embarazado, pero no entendía por qué no ha tenido ningún síntoma, nada de lo que dijo la doctora.

-Tal vez, sólo me estoy haciendo ilusiones.

Con sentimientos diversos, continuó cocinando, se concentró en su faena.

Asami despertó por que sentía hambre, sin abrir los ojos buscó a Misaki, pero sólo sintió la cama fría, abrió los ojos y estaba solo en la habitación, con pereza se levantó y se dirigió al baño, un mareo a mitad de camino casi lo hizo caer, se apoyó en la pared y siguió hasta su destino.

-Pensé que ya estaría mejor,  -hablaba mirando su reflejo en el espejo-  hasta ojeras tengo.

Se metió a bañar, con cuidado de no caer volvió a su habitación, se vistió y salió a buscar a su castaño, lo encontró muy concentrado haciendo gofres, sonrió de medio lado y se acercó.

-Buenos días cariño.

-¡Ryūichi! me asustaste,  -se le caía el gofre al suelo-  ahora te has quedado sin gofre.

-Da igual, ya te dije que todo lo que necesito...  -le abraza por la cintura y le besa el cuello-  eres tú.

El castaño dejó lo que estaba haciendo y se giró para abrazar a Asami, mientras lo hacía, lo sintió frío, levantó el rostro para verle, éste se veía pálido, cansado... se sintió culpable, volvió a abrazarle y se quedó apoyado en su pecho, escuchando su corazón, manteniendo los ojos cerrados .

... Los malestares de papá, son para protegerle, hay un hombre malo.

Otra vez esa vocecilla en sus oídos, con desesperación, estrechó a Asami.

-Cariño  -Asami trataba de ver el rostro de Misaki-  ¿qué tienes? No me dejas respirar  -bromeó-.

-No tengo nada Ryūichi,  -trataba de ser convincente, pero unas lágrimas traicioneras salían sin permiso-  sólo que por mi culpa estás cansado.

-Recuerda, nada de culpas,  -limpiaba el rostro de Misaki con los pulgares-  últimamente estás muy sensible.

-Sí lo sé, pero lo ocurrido en los últimos meses me tiene ansioso,  -aguantó un sollozo-  Himura sigue suelto.

-No pienses en eso,  -le besó la frente-  ya te dije que te protegeré con mi vida.

-Pienso en ello  -ya no retuvo su sollozo y las lágrimas volvieron-  porque me preocupas, Ryūichi si tú no estás, mi vida no tendrá sentido.

Asami no dijo nada, no podía, el nudo en la garganta se lo impedía, sólo estrechó a Misaki entre sus brazos, pensaba lo mismo que su castaño, si él no está, no ve razones para seguir adelante.

Feilong había despertado por el olor a comida, le había abierto el apetito, se levantó, pero fue detenido por Mikhail.

-¿Dónde vas, tan temprano?

-Me dio hambre,  -se ponía su kimono de seda-  Misaki está cocinando.

-¿Cómo lo sabes?

-Lo huelo  -inhalaba el aire-  y todo huele delicioso, como siempre.

-Pareces un sabueso,  -se levantaba también-  yo no huelo nada.

-Eso es porque con el embarazo, mi olfato es más sensible.

Salieron de la habitación y se dirigían a la cocina, antes de entrar escucharon la conversación de la pareja, se miraron preocupados, ellos también han estado ayudando en la búsqueda de Himura, pero ni rastro de ese hombre, pareciese que se lo tragó la tierra, no hay indicios de nada, ni de que haya huido de Japón, ni que esté en el país, han intervenido sus negocios y propiedades, creyendo que daría la pelea, pero nada, como si no le importase, ellos son de la idea de que Himura se fue, tal vez con otro nombre y a otro continente, pero Asami insiste que sigue en Japón y que espera una oportunidad. Se mantuvieron en silencio, hasta que la pareja retomó sus actividades y se adentraron a la cocina, efectivamente Misaki había hecho sus deliciosas preparaciones.

-¡¡Buenos días!! -saludaron-.

Desde el otro extremo de la isla de la cocina, Asami hizo un gesto con la mano, estaba mordiendo un gofre.

-Buenos días Mikhail  -saludo el castaño-  ¿cómo te sientes Fei?

-Yo, hambriento  -el chino agarró sus palillos-  y tu comida se ve y sabe deliciosa, como siempre.

-Yo, sin café, no despierto  -Mikhail se acercó a la cafetera-.

Comenzaron a comer en silencio, Asami lejos de los demás, comía sólo dulces, otra vez, los demás ya se estaban acostumbrando a verlo así, el chino haciendo sus mezcla raras, Mikhail feliz de verlo comer y Misaki ensimismado en su sueño y en su descubrimiento.

-¿Cómo te diste cuenta de tu estado?  -el castaño le habló a Fei-  no te he visto con los síntomas comunes de un embarazo, aparte de tus antojos, recuerdo a mi cuñada que los tenía casi todos.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora