SOY TAN REAL, COMO...

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Misaki le oía, asintiendo en las afirmaciones del mayor, hasta que escuchó lo último dicho por Asami, con esa voz, le hizo erizar la piel y comenzar a excitarse, otra vez.

-Asami -lo dijo casi en un jadeo, este hombre lo matará de deseo, desde cuándo se ha vuelto tan lujurioso, pensaba-.

-Parece que quieres seguir jugando -oírlo, le indujo una nueva erección-.

-¡S..sí! -suspiró- es extraño, con sólo oírte me haces sentir caliente -hablaba perdido en el deseo-.

-¡Mierda! Misaki, estoy a nada de anular la reunión e ir a por ti,  -jadeaba, moviendo su mano arriba y abajo, por su duro falo-  te deseo, no tienes idea de cuanto.

-¡No! No hagas eso,  -se sentía culpable de que Asami, abandonase sus labores-  no quiero interferir en tu trabajo, disculpa por causarte molestias.

-No te disculpes, esto lo provoqué yo,  -oyó el tono preocupado de Misaki-  no anularé la reunión... pero sigo duro.

-Yo también.

-Vamos masajea tu miembro, mete tus dedos a tu boca y humedécelos, toca tu glande y mueve tus dedos mojados en círculos, como si fuese mi lengua.

-¡Ahhh!

-Eso pequeño, ahora pasa tus dedos por tu longitud, volviendo al glande,  -él hacía lo mismo con su gran erección, respiraba audiblemente-  apuesto que ya estás mojado y de ambas partes, otra vez.

-¡Mmm, sí! Asami, yo también quiero probar tu miembro, lamer y meterlo en mi boca,  -jadeaba-  te deseo, quiero que me hagas tuyo  -movía su mano más rápido, el líquido pre seminal y la lubricación de su ano, le ayudaban a deslizarse-.

-Yo también cariño, quiero hacerte el amor y que seas mío, siempre y sólo mío, ¡Aaargh! Misaki, masturbarme pensando en ti es delicioso,  -aumentaba la velocidad de los movimientos de su mano-  pero no es suficiente para sofocar este deseo... introduce tus dedos por tu ano, simulando embestidas, profundas y rápidas.

-¡Sssssí! -gritó, al rato de introducir sus dedos y tocar su punto dulce, otra vez, hizo lo que le dijo Asami, simuló embestidas- cr... creo que... ¡Ahhh! Creo que no duraré mucho.

-Yo... -Asami estaba como loco, movía su mano y cadera rápidamente-  yo tampoco resistiré más tiempo, vamos acabemos juntos.

Sólo se oían por los altavoces de sus móviles, jadeos y sonidos húmedos, ambos deseaban más y tenían el mismo pensamiento, estar al lado del otro y cumplir toda esta fantasía, estaban a punto de culminar.

-¡Ya... ahhh! Asami, ya no aguanto más  -apretaba la colcha con fuerza-.

-¡¡Aaargh!! -gritaron a la par, habían conseguido otro delicioso orgasmo, se oían las respiraciones agitadas, estuvieron unos minutos hasta tranquilizarse-.

-Te extrañaré mi lindo castaño, buena suerte en tu trabajo.

-Yo también te extrañaré y gracias,  -hablaba adormilado-  espero que todo vaya bien en tu reunión.

-Gracias, parece que ahora sí, te dormirás,  -su tono era burlón-  te llamaré o escribiré a diario.

-Esperaré cada día tus mensajes o llamadas, y sí, estoy agotado, pero no quiero dormirme aún, deseo seguir escuchando tu voz... por lo menos unos minutos más.

-Estaré hablándote, todo el tiempo que tú quieras,  -se sentía en las nubes el mayor-  cumpliré cualquier capricho que quieras.

-¡No es un capricho! Sólo que... -guardó silencio-.

-¿Qué? Dime que pasa, sólo así te puedo ayudar.

-Tengo miedo... Al escucharte, sé que eres real y no un sueño,  -decía todo lo que sentía-  contigo me siento seguro, calentito.

Asami se sentía igual, con Misaki experimenta una calidez agradable, nada parecido a lo que pudo experimentar en el pasado, indudablemente está enamorado.

-No temas, soy tan real...  -bromeó para levantar el ánimo de su castaño-  cómo los orgasmos que acabas de tener.

-¡Jajaja! -no pudo evitar reír- gracias.

-Por nada cariño,  -le encanta escuchar la risa de Misaki-  cuando quieras, te regalo otro.

-No lo decía por eso,  -se avergonzó-  lo decía por estar aquí o ahí,  -bostezó-  tú me entiendes.

-Lo sé, sólo que me encanta oír tu risa, ahora acomódate en la cama, yo seguiré hablándote hasta que te duermas.

Sólo se oían los ruidos que hacía el castaño, mientras se metía en la cama, el mayor siguió hablándole, hasta que nada más se escuchaba la respiración pausada de Misaki, señal que se había dormido...

-Descansa mi ángel, te quiero  -susurró Asami y colgó, acomodó sus ropas, se limpió un poco y continuó su viaje-.

                       ☆

Lo que quedaba de semana, pasó como un suspiro, ya era lunes y un par de amigos llevaban ya un par de horas despiertos, casi sincronizados se levantaron, los nervios no dejaban seguir durmiendo.

-¿Vamos a correr y hacer un poco de ejercicio?  -Tōdō le preguntaba, mordiéndose las uñas-  tal vez eso nos ayude con los nervios

-Sí, porque aunque quiera, no puedo dormir, nos vemos en un rato  -Misaki caminaba a su cuarto para cambiar su ropa-

-¡Ok!

Salieron de casa, aún no amanecía, corrieron e hicieron la rutina de ejercicios, subieron al departamento, se metieron a bañar, vistieron con sus trajes y se fueron a la sala, los nervios no aminoraron en nada, estaban cada vez más nerviosos.

-Tenemos que intentar desayunar,  -habló el castaño, mientras movía su pierna, nervioso-  también quiero llevar mi comida.

-Tienes razón, sólo que de los nervios, hasta siento náuseas, pero vamos yo te ayudo, también quiero llevar mi comida, si podemos, comemos juntos en el parque.

-Sí, buena idea, ahora arriba.

Se adentraron a la cocina y se prepararon sus alimentos, valga decir que Misaki los preparaba, Tōdō sólo ayudaba, cortando las verduras como se lo indicaba su amigo, luego de desayunar y terminar de ponerse la corbata y chaqueta, revisaron una vez más que no les faltase nada, ahora sólo esperaban la hora para salir.

-¡¡QUE NERVIOS!! -gritaron-.

Llegada la hora, salieron rumbo al inicio de otra etapa de sus vidas, una que les traería muchas sorpresas. Llegaron al edificio, se identificaron y ahora esperaban el ascensor.

-A dar lo mejor amigo,  -habló el pelinegro-  espero y nos veamos a la hora de la comida.

-Sí, daremos lo mejor en nuestro trabajo  -el castaño, abrazó su amigo-.

El sonido del ascensor, los hizo reaccionar, subieron y marcaron el piso al que iban, Shinnosuke bajaba primero.

-¡Llegó la hora! -Tōdō soltaba el aire- Nos vemos.

-Nos vemos, cualquier cosa nos comunicamos por mensaje,  ‐el castaño le palmeó el hombro-  tú puedes, eres el mejor.

-Gracias hermano,  -el pelinegro le sonrió más confiado-  no te deseo suerte, porque no la necesitas, tú sólo necesitas confianza,  -le guiñó un ojo-  demuestra de lo que eres capaz, recuerda, se y haz lo que sientas y quieras.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora