¿PEQUEÑO?

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Tal como deseaba Misaki, esa tarde noche, luego de salir de la librería, se dio el gusto de hincarle el diente, no solamente a las nalgas de su novio, Asami no se quedó atrás, parecían dos fieras hambrientas, dejando notorias marcas por sus cuerpos, saciando su apetito en todos los sentidos. Al otro día no se apuraron por salir pronto del departamento, Asami no tenía asuntos importantes durante la mañana en la oficina y Misaki no volvía hasta el lunes a trabajar, ahora iban en la camioneta, primero llevarían al mayor a la empresa y después se irían al hogar del castaño.

-No puedo...  -Misaki busca una posición más  cómoda en el asiento de la camioneta-  estar sentado, me duelen las nalgas.

-Por lo menos, tú estarás en casa,  -Asami le miraba burlón-  soy yo, el que tiene varias reuniones esta tarde y se la pasará horas sentado.

-Yo no escuché quejas cuando te mordía.

-No me estoy quejando, sólo estoy exponiendo quién es el que sufrirá más las consecuencias, si no tuviese asuntos en la empresa, te tendría todo el fin de semana encerrado en mi departamento, para que siguieses mordiendo y comiendo a gusto.

-Aunque estás para comerte,  -se mordía el labio-  prefiero que sigas enterito.

-¡Jajaja! Misaki, no tienes idea de cuánto me enciendes con tu actitud,  -lo sentaba en sus piernas y le masajeaba el culo-  te amo mi pequeño descarado  -le susurraba al oído-.

-¿Pequeño? -lo fulminaba con la mirada-  ya mataste el romanticismo.

-Te molesta que te haya llamado pequeño  -aguantaba la risa-  y no descarado.

-No te burles, ni te rías,  -le miraba severo- al lado de todos vosotros, parezco un Chihuahua rodeado de Rottweiler y tú con ese "pequeño" me lo recuer...

Asami lo interrumpió con un beso, aunque quería reír, decidió besarle, era eso o que su castaño se enfadase más porque él se riese de su perorata... le ama y por Dios, que ese amor crecía exponencialmente cada día, lo estrecha más entre sus brazos, profundizando el beso, sintiendo el estremecimiento de Misaki y como correspondía el beso, pero como siempre, el aire es imprescindible y tuvieron que detenerse.

-Yo también te amo Ryūichi.

Dejaron al mayor en la empresa y Misaki, acompañado como siempre de Takai, se fueron al departamento, allí estaba Shinnosuke alistándose para salir.

-Hola ¿tienes una cita con Haruhiko?

-Bienvenidos,  -saludo a su amigo y a Takai-  sí, me invitó a cenar, pero primero iremos al Aquarium.

-¡Aww! Que romántico,  -subía y bajaba las cejas-  o sea, esta noche no te esperamos para cenar, ni a dormir.

-¡Misaki! -sonrojado el pelinegro-  no digas esas cosas, claro que volveré a dormir.

Takai, aguantaba la risa.

-Me avisas si cambias de opinión,  -Misaki cruzado de brazos-  no quiero desvelarme esperándote.

-Está bien papá,  -recordó que él era igual con su amigo-  ahora me voy, no tardan en venir a por mí, adiós chicos.

-¡¡Adiós!!

Misaki y Takai, estuvieron toda la tarde como vegetales, echando raíces en el sofá, sólo me movían para ir al baño o ya noche para cenar, vieron series hasta aburrirse.

El castaño desde que el guardaespaldas se presentó para ser su guardia, le ofreció el cuarto que les sobraba, después de varios días de tira y afloja y una conversación con el jefe y Kirishima, Takai aceptó, primero, porque el castaño era un grano en el culo, cuando se proponía algo, no movía el dedo del renglón y segundo, como le dijo Misaki, le era más cómodo, ya no tendría que esperar afuera, en el pasillo hasta que le abriesen la puerta, ya que los vecinos podrían ponerse nerviosos, también tendría un lugar para cambiarse, después de salir a ejercitarse con los muchachos, también descansaba y para qué negarlo, comía delicioso, Misaki cocinaba como los dioses, parecían compañeros de vivienda.

Al dia siguiente, salieron a correr y ejercitarse en el parque, Takai se percató de un anciano que sentado en una de las bancas, alimentaba las palomas, en los días que llevaba acompañándoles, nunca le había visto.

-Ayer también estaba,  -Shinnosuke se dio cuenta, que Takai desconfiaba-  a mí también se me hizo extraño, pero observé que sólo alimenta las palomas y quien sabe a qué hora se va.

-Tal vez no tenga familia  -Misaki empático, como siempre-  y no tiene nada más que hacer.

-Puede ser -Takai, no confía-.

Con los días, ya era normal verle ahí, siempre solo, alimentando las palomas.

Después de su semana de descanso, los muchachos volvieron a sus respectivos trabajos, Misaki estuvo días con Asami y Kirishima, solucionando los problemas que ocasionó Himura, le llevaron a los distintos negocios, donde ese hombre metió sus manos. Luego de una entrevista o mejor dicho interrogatorio al personal, descubrieron quienes hacían el trabajo sucio, todos suplicaban por sus vidas y que no les hiciesen daño a sus familias y que todo lo hicieron por las amenazas que recibían a diario, de parte del secuaz enviado por Himura, ahí entraba el castaño, con su empatía y bondad que transmitía, profundizaba en las razones que los llevaron hasta allí, la mayoría era por pedir préstamos, que luego les eran cobrados con creces, al final todos cayeron en los encantos de Misaki, aceptaron sus sanciones y juraron lealtad, so pena de morir si volvían a traicionar a Asami Ryūichi. Para Kirishima y el mismo Asami, no pasó desapercibido que la lealtad no era con ellos, sino con Misaki, a ninguno le importó ese hecho, el asistente se aseguraba que su angelito, estuviese rodeado de gente leal y el yakuza dejaba ver que su novio era igual de importante que el mismo.

Las semanas pasaban rápido, el trabajo no escaseaba, Asami y sus hombres, buscaban sin descanso a Himura, el secuaz que tenían retenido, aseguraba haberles dicho todo lo que sabía, pero seguían sin dar con su paradero, tampoco hacía ningún movimiento para atacar directa o indirectamente a Asami, pensaban que pudo huir fuera de Japón, pero no bajaban la guardia, menos con Misaki.

Hablando del castaño, este seguía con su vida, ya se había acostumbrado a la presencia de Takai, ese día estaban corriendo para llegar al parque, a lo lejos vio al anciano que siempre estaba en el mismo lugar, alimentando las palomas, se veía que tenía dificultades para recoger su bastón, se adelantó y le ayudó.

-Buenos días,  -el castaño se reverenció por respeto-  permítame, le ayudo  -recogió el bastón y se lo acercó-.

-Gracias joven,  -ese abuelo, aprovechó el acercamiento para rozarle descaradamente la mano-  eres muy amable.

-No fue nada -ocultó su malestar, no le agradó nada ese acercamiento-.

-Venga Misaki  -su amigo le llamaba-  ¿te vas a escaquear hoy también?

-Ahora me voy,  -agradecía la intervención de Shinnosuke-  mis amigos me esperan, adiós.

-Adelante,  -no dejaba de mirarle-  gracias otra vez, adiós.

Se fue con sus amigos, un poco incómodo, ese anciano no dejaba de mirarle. A pesar de su malestar cada día le saludaba educadamente con una sonrisa forzada, no iba a tirar a la basura su educación porque ese señor le provocase rechazo, con el pasar de las semanas, esa acción ya era automática.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora