ME PIDES QUE SEA EGOÍSTA

660 64 6
                                    

... hoy rompemos la dieta.

-¡Jajaja! Adoro tus ocurrencias.

Asami volvió a bajar con besos hasta llegar al miembro de Misaki, lo masajeó y jugó con el glande haciendo círculos con su lengua, luego dio una larga y lenta lamida desde la base hasta la punta, para luego meterlo a su boca y comenzar a mover la cabeza lentamente de arriba abajo, sintió las manos de Misaki sobre sus cabellos instando a que se moviese más rápido, sin hacerle esperar comenzó a darle el placer que tanto quería con movimientos más rápidos, mientras empezaba a preparar la entrada del castaño, metió un dedo que al momento fue engullido, introdujo un segundo dedo que igualmente fue devorado, los movía de adentro afuera, la lubricación hacía todo más fácil, simulaba embestidas profundas que hacían a su novio retorcerse desesperado por las estimulaciones recibidas, metió un tercer dedo haciendo gritar al castaño, abandonó el miembro del castaño.

-Tu entrada me está devorando los dedos  -embestía rápido y profundo con sus dedos-.

-Te dije que tengo hambre,  -arqueaba su espalda y apretaba las sábanas, respiraba con dificultad-  han sido muchos días de dieta estricta, esta noche me quiero dar un atracón.

Asami sacó sus dedos y puso las piernas del castaño en sus hombros, levantándole un poco las caderas, se sumergió de una profunda estocada.

-¡Argh! Misaki,  -hablaba con los dientes apretados y mantenía los ojos cerrados-  te creo que estás hambriento, me estás devorando el pene, relájate o no podré moverme.

-Lo intento, pero me estás llenando delicioso,  -movió las caderas en círculos-  te siento muy grande, mira  -le señalaba el bulto que aparecía en su bajo vientre-.

-Cariño  -masajeaba un poco preocupado esa llanura-  ¿te hago daño? O ¿a Sayumi?  -comienza a salir del interior del castaño-.

-No amor,  -lo retuvo con sus piernas-  si fuese así te lo diría y jamás pondría en peligro a nuestra bebé, por favor, no pares, te necesito.

-Creo que necesitaré más información,  -entraba más en el castaño, pero lo hacía lento-  en la próxima visita con la doctora Aoki, me aseguraré de informarme de todo lo que ocurrirá con tu cuerpo.

-Exageras, sensei me dijo que escuchase a mi cuerpo  -sonrió de lado-  y ahora el mío me está pidiendo un buen polvo.

-Eres un descarado,  -daba una estocada profunda-  igualmente trataré de contenerme.

-¡Ahhh! Lo que tú digas,  -arqueaba la espalda-  pero no pares.

Conteniendo sus bríos, Asami embestía al castaño, mientras lo hace no puede dejar de pensar en las sensaciones que le produce Misaki, cualquier cosa que padezca le importa y más ahora con su pequeña en su vientre. La voz de Misaki, lo trajo de vuelta a la realidad.

-Ryūichi,  -estiró una mano y le acarició la mejilla-  te amo.

-Y yo te amo Misaki.

-Ahora ¿podrías dejar de contenerte? Te juro que estoy bien, sólo ando escaso de endorfinas.

-Las dietas  -dio unas estocadas rápidas y profundas-  no son buenas.

-¡Sí! Más, por favor, hazlo más duro.

-Más duro, no...  -Asami movió su cadera en círculos, el castaño se arqueó gritando-  lo encontré y no fue necesario ser tan rudo.

Siguió golpeando en ese punto, utilizaba la fuerza justa, le costaba y muestra de ello era como sudaba y apretaba la mandíbula, prefería pecar de exagerado, pero hasta no hablar con la doctora Aoki, no iba a poner en riesgo a Misaki y por ende a su princesa, quién puede culparlo, nadie, todo esto es nuevo para él y no va anteponer sus deseos al bienestar de las personas que más amaba.

-Me vengo,  -Misaki jadeaba-  Ryūichi quiero que me beses.

Asami sin salir del castaño, le bajó las piernas y se acomodó entre ellas, le besó como se lo había pedido, en medio de mordidas se dejaron ir, Misaki enterraba sus uñas en las nalgas del ojimiel y éste otro sólo se aferraba a las caderas de su pareja, mientras daba las últimas estocabas. Se mantuvieron en esa posición, hasta que el estómago del castaño gruñó.

-Eso de romper la dieta  -soltó una risa-  me saldrá caro, estoy hambriento, creo que vaciaré el frigorífico.

-Será eso que dicen,  -Asami se acomodó a un lado-  que comes por dos.

-En estos momentos, tengo hambre por tres.

-¿Comiste hoy?  -le miró con los ojos entrecerrados-  no estuve para controlarte.

El castaño se hizo el desentendido y se levantó rápido de la cama, con la clara intención de huir al baño.

-Te hice una pregunta,  -el ojimiel le detuvo-  no me ignores ¿en qué quedamos? te tienes que cuidar o ¿tengo que ponerte una canguro?

-No he comido,  -bajó la cabeza-  pero sí he tomado los suplementos, tuve mucho trabajo y quería acabarlo pronto para ir a visitar la institución.

-Misaki,  -el ojimiel lo atrajo para que se acostase otra vez-  así como pones prioridades en el trabajo y en lo demás, ahora la prioridad principal eres tú, primero, segundo y tercero  -enumeraba con los dedos y luego lo señalaba-  tú... yo, el trabajo, amigos y el resto, quedamos al final, no te pido que no hagas nada, sólo que te cuides.

-Ryūichi,  -otra vez contenía el llanto, últimamente se siente llorón-  me pides que sea egoísta y eso me cuesta, mucho.

-Tienes que serlo,  -besaba la temblorosa barbilla del castaño-  recuerda que aquí,  -le acariciaba el vientre-  llevas a nuestra princesa, no me hagas ser un cabrón controlador, no contigo y tenga que ponerte una decena de guardaespaldas que te vigilen hasta cuando vayas al baño.

-No digas eso, -ya lloraba, porque el tono de Asami a pesar de sus duras palabras, era de preocupación-  ya no te daré problemas.

-No cariño, no eres un problema,  -le limpiaba las lágrimas con los pulgares-  eres lo mejor y lo más bello, que se cruzó ante mis ojos.

Misaki se aferró al torso de Asami con fuerza, sintiendo ese calorcito que tanto le gusta.

-Tú también eres lo mejor y lo más sabroso,  -soltó una risilla-  perdón, lo más hermoso que mis ojos hayan...

-Así que soy sabroso,  -interrumpió al castaño-  con razón me das tremendos bocados, pero tú no te quedas atrás.

-¡Jajaja!  -Asami le mordía el cuello-  me haces cosquillas ¡ey! ¿qué haces? Ryūichi, bájame.

-No,  -se lo colgaba al hombro-  iremos a darnos un baño y luego a cenar,  -dio una sonora nalgada-  comerás por tres, como dijiste.

Y... Por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora