FELIZ NAVIDAD

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Los días dieron paso a las semanas, Misaki ya contaba con 25 semanas de gestación, tenía un pequeño vientre, a pesar de tener un hambre voraz y devorar todo lo que quería, Asami lo atribuía a las largas horas de sexo que su castaño le sometía, porque no sólo tenía apetito por comer, sino que se había vuelto insaciable, muchas veces lo dejó knock out, ya que ponía gran esfuerzo en hacerlo con cuidado y cuando se negaba, aludiendo a su estado, el castaño terminaba llorando a mares, quejándose que ya no le quería porque estaba gordo y no le era atractivo, que mejor volvía a su departamento, porque ese era otro tema, Misaki a pesar de dormir cada noche con él, no se mudaba del todo al departamento, el ojimiel con gran paciencia lo calmaba y la mayoría de las veces terminaba cediendo y las otras acababa trayéndole cualquier antojo que quisiese. Con su pequeña todo iba perfecto, a pesar de no dejar ver su sexo en las ecografías, ellos le aseguran a todo el mundo que es una niña, Asami aún no sentía los movimientos de su princesa, a pesar de hablarle y constantemente acariciar el vientre de Misaki, no daba señales, por lo menos no a él, hasta esa noche que luego de celebrar la cena de nochebuena con la familia de Takahiro, que ya se habían trasladado definitivamente a Tokio y Kirishima, se fueron al departamento ya bien entrada la noche, el castaño se durmió en la camioneta y él lo llevó en brazos a la habitación, sólo le quitó el abrigo y los zapatos y lo acomodó en la cama, él se cambió y se acostó a su espalda, lo abrazó por la cintura y situó su mano en el vientre abultado de Misaki, estaba comenzando a dormirse, cuando la sintió... una patadita, seguida de otras dos, como resorte se sentó en la cama, encendió la lámpara de su mesita y puso sus dos manos en el vientre de Misaki y esperó, sonrió cuando su pequeña le regalo otro movimiento, era como si se estuviese estirando, pero al parecer esto había incomodado al castaño, porque se quejó y arrugaba el ceño.

Misaki se estaba incomodando por los movimientos de Sayumi, estás últimas semanas, se había vuelto más activa por la noche, le costaba más conciliar el sueño y a veces parecía que su pequeña hacía ejercicios dentro de su barriga y no le dejaba dormir.

-Sayumi, deja dormir a mamá  -pedía el castaño somnoliento-  ¡auch!

-¿Esa... es nuestra hija?  -no quitaba sus manos del vientre de Misaki-  ¿Está ahí?

-¡Ah! Sí, ahí la puse,  -respondió el castaño un poco malhumorado-  lo había olvidado.

-No bromees,  -Asami estaba entrando en modo papá en pánico-  Misaki, no hemos preparado nada para Sayumi.

-Ryūichi,  -el castaño no habría los ojos-  aún hay tiempo, déjame dormir o te patearé igual como lo hace Sayumi conmigo ¡AUCH!  -se quejó audiblemente y se sobaba por el lado de las costillas-  Asami Sayumi ¿Qué pasa contigo esta noche?

-Está de acuerdo conmigo,  -el ojimiel masajeaba donde la pequeña se dio a notar, con una gran patada-  tenemos que habilitar su habitación, comprarle una cuna, un cochecito, su ropa, sillita pa... ¡auch!  -Misaki había pateado hacia atrás, dándole en la espinilla-.

-Te lo advertí,  -el castaño intentaba buscar una posición cómoda-  padre e hija, se han puesto de acuerdo para no dejarme dormir.

-Lo dejaré por ahora,  -besaba el vientre de Misaki y se quedaba hablándole a su pequeña-  Princesa, sentirte ha sido el mejor regalo, pero ahora deja dormir a mamá, ¿ok?  -recibía una patadita-  mañana comenzaremos a preparar tus cosas.

-Creo que te entiende,  -el castaño se gira para quedar viendo a Asami-  se está tranquilizando, gracias Ryūichi y disculpa por la patada.

-Tendré que usar espinilleras, cómo los futbolistas.

-¡Bobo!  Sólo fue una mala reacción, porque me despertaron las patadas de Sayumi cuando por fin había logrado dormir y me puse de mal humor,  -hacía un puchero-  lo siento, no se volverá a repetir.

-No me importa,  -abrazaba al castaño y besaba su frente-  si sirve para desahogarte, las soportaré, por lo que acabo de ver y sentir, lo tuyo es peor ¿te duele mucho?

-A veces,  -se acurruca en el pecho de Asami-  pero esta noche parecía que quería escapar.

-O tal vez quiere ir de compras  -bromeó-  y escoger sus cosas.

-Gracias Ryūichi.

-¿Por qué?

-Por tenerme paciencia, ceder por lo general a mis peticiones  -se acurruca más-  y por pensar en las necesidades de nuestra pequeña.

-Te amo gatito  -le cogía el mentón para verle a los ojos-  y haría cualquier cosa por ti y por Sayumi y ceder a tus peticiones, lo hago encantado, aunque a veces me dejes  -sonreía de lado-  knock out.

-Eso es porque te contienes  -se muerde el labio inferior-  y te lo agradezco, pero te necesito con todo.

-No es prudente,  -aprieta la mandíbula, Misaki lo enciende-  la doctora Aoki nos dijo que podíamos tener relaciones sexuales, pero con cuidado.

-Sí lo recuerdo,  -no está conforme-  lo apuntaré a tu cuenta, me cobraré luego,  -se levantaba para sentarse sobre Asami-  digamos que ahora estoy viviendo de los intereses.

-Eres tremendo  -reía mientras le besaba-  ¿me dejarás pagarte en cómodas cuotas?

-¡Mhm!  -negaba, durante el beso-  cuando llegue el momento, quiero que me pagues todo de una sola vez o los intereses seguirán subiendo, pero puedes seguir dándome adelantos.

-Usurero, -besaba el cuello del castaño-  entonces debo suponer, que esto,  -refiriéndose al castaño, quitándole el pijama-  es un adelanto.

Misaki continuó quitando el pijama de Asami, dejando a su paso besos y caricias subidas de tono, no se opuso a que el ojimiel le desnudase, pero no le permitió cambiar posiciones, él quería ir arriba.

-Cariño,  -le agarraba de las caderas para cambiar y ponerlo bajo su cuerpo-  deja que lo haga yo.

-No, quiero hacerlo yo,  -masajeaba el miembro de Asami y levantaba las caderas para alinearlo a su entrada- lo haré con cuidado, lo prometo  -comenzaba a auto penetrarse muy despacio-  ¡Ahhh! Ryūichi quita tus manos de mis caderas.

-¡Ahhh! Misaki,  -jadeaba ronco-  si lo hago, tú te moverás como loco y no es prudente.

-Sólo un poco más  -movía las caderas hacia abajo-.

Asami le concedió lo que quería, pero sólo un poco y él quería más, lo ansiaba, lo necesitaba, inició a moverse de arriba abajo, pero últimamente se cansaba pronto, así es que su vaivén fue disminuyendo, agradeció que su novio tomase el control y lo embistiese desde abajo, no con la potencia que él deseaba, pero igualmente delicioso, mientras le mordía y succionaba los pezones, ya estaba a punto de venirse.

-Amor,  -jadeaba-  ya me vengo, bésame.

El ojimiel servicial a los deseos de su castaño, le besó y continuó embistiendo, hasta que ya era imposible retardar más su orgasmo, sobre todo cuando Misaki al acabar le apresaba el miembro con sus entrañas, se dejó ir, llenando a su castaño, estaba agotado y no por hacer el amor, sino por el esfuerzo de contenerse él mismo y a Misaki, acomodó en la cama a su gatito y él se acostó a su lado, se quedaron abrazados hasta regular sus respiraciones.

-¡Feliz Navidad Ryūichi!  -el castaño peina con los dedos, los mechones de Asami que le caían por la frente-.

-O sea, ¿que este fue mi regalo?

-No,  -con tono solemne-  tú regalo es que los intereses de hoy te los perdono.

-¡JAJAJA! Te amo Misaki  -besaba la frente del castaño-  y ¡Feliz Navidad!

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No sé cómo ponerle fin a esta historia ¿alguna idea?
Nos leemos, salud para tod@s

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