Al día siguiente tuve una idea pero no sabía si estaba bien hacer eso. Aún así fui. Me sentía muy inoportuno, como cuando una de mis muchas tías llegaba de visita a casa. En ese caso porque ellas pensaban que yo era un pequeño engendro del mal que necesitaba un exorcismo.
Pero Evan no pensaba eso de mí... o eso deseaba yo. Seguí golpeando su puerta con los nudillos. En la otra mano sostenía la pecera. Estaba tan nervioso que el sudor hacía que se me resbalara el pez.
Él abrió. Me miró sorprendido.— ¡Un pez!— dijo contento.
— Se llama Doradito— dije.
— ¿Puedo comerlo ahora?
— ¡Claro que no!
— Cierto. Tiene que ser mi reserva de comida...
— ¡No vas a comerte al pez!— dije enojado.
— Pero yo quería...
— Ya tiene nombre. Todo el mundo sabe que no puedes comerte a algo que ya tiene nombre.
— ¡Y me lo dices cuando ya me comí a Charlotte!— se metió a su casa y lo seguí.
— ¿Quién es Charlotte?— dije horrorizado.
— La gallina de un amigo. Más bien, era la gallina. Pobrecita. No sabía de la regla de los nombres. Por cierto, ¿Qué tal tu visita al médico?
— Muy bien. Me regaló este pez.
— ¡Qué tierno! Como si fueras un niño pequeño. ¿También un caramelo?
— ¡Por supuesto que no!— le dije enojado—, y el pez me lo dio porque me vio observando la pecera de su sala de espera.
— ¿Cuántos años tienes?
— ¿Porqué todos me lo preguntan?Estaba en eso cuando miré que junto a su cama estaba el paraguas. Fui hasta ahí. ¿Porqué aún lo tenía? ¿No era de una profesora?
— ¿Te pasa algo?— dijo.
— No— mentí—, sólo me preguntaba algo...
— Dime— dijo.
— No es nada importante.
— Vamos, no seas tímido.
— ¿Qué tal todo en la escuela, con tus amigos?— dije.
— Bien. Aunque ya no se juntan tanto conmigo. Excepto Jason, él sigue igual que siempre.
— Oh...— dije no podía creer eso de uno de sus amigos que tenía perforaciones. Era el que parecía más homofóbico.
— Supongo que nunca fueron mis amigos. Ah, y en la escuela todos hablan de ti.
— ¿Por qué?— pregunté, no sabía porque había faltado.
— No te lo voy a decir. Es una sorpresa. No te preocupes, es algo bueno. Ya lo descubrirás mañana. Aunque puedo adelantarte la noticia si me sobornas con algo.
— Ya te traje un pez— dije, me miraba atento—. No tengo nada más.
— ¿En serio?— sonrió.
— ¡Puedo golpearte si te acercas!— le dije, tomé el paraguas junto a su cama—, ¡Sabes que voy a usarlo!
— ¡Tranquilo!— me quitó el paraguas—, si rompes esto estaré en problemas. No es mío.
— Lo sé. Es de esa profesora— dije, me sentí decepcionado.
— Sí, aún no se lo devuelvo. Me lo prestó cuando le dije que podría enfermarme con la lluvia. Y ella sabe que vivo de mi cuerpo.
—¿Ella sabe?— dije, confundido.
— Por supuesto. Es mi prima. Y sabe que trabajo. De verdad vivo de mi cuerpo, no es broma. Si falto a trabajar un día me descuentan mi paga— dijo.
— Ah...— comencé a entender todo—, entonces fuiste tú mismo quién empezó esos tontos rumores sobre que te acostabas con maestras. Debieron verte con ella y pensaron mal. No saben que eres su primo. Y sinceramente cuando dices que "vives de tu cuerpo" suena a otra cosa.
— Pero es cierto— dijo, pensativo—, de verdad vivo de mi cuerpo. Aunque puede que tengas razón. En todo caso ya estamos iguales. Tú causas los rumores que dicen de ti y yo los míos.
— Ya había olvidado eso— le dije—. Ya no quiero regresar a la escuela.
— No te preocupes. Si algo pasa, estaré contigo— dijo, lo observé sonreír, se veía tan hermoso como siempre.
— Gracias— dije.
— Hablando de eso, pequeño Jimi—dijo, lo miré intrigado—, ¿Estamos saliendo ya?Casi me caigo de espaldas. No lo sabía. Y era tan vergonzoso. Me daba tanto miedo. Realmente no sabía qué hacer.
— No lo sé— dije, sentí que podría morir de pena.
— No quiero presionarte...
— Yo— dije, traté de tranquilizarme a mí mismo—, me gustaría pero...
— ¿Pero qué? ¿No quieres salir conmigo? ¿Es por algo que dije? Por que si es eso seguramente no fue mi intención ofender...
— ¿De verdad— no quería mirarlo a los ojos pero él no dejaba de ver mi cara—... quieres salir conmigo?Su cara tenía una expresión indescifrable. Se acercó a mi y me tomó de los hombros. Comencé a asustarme.
— Escucha, Jimi— dijo muy serio—. Casi me quedé sin amigos. Te cargué desde la escuela a tu casa, en donde soporté que tu padre me golpeara con una bolsa de mujer. Hoy no dormí en el trabajo porque me la pasé pensando en lo mucho que me gustas... ¿Y todavía te preguntas si de verdad quiero salir contigo? ¿Hay algo malo con esa cabecita tuya?
— ¡No me regañes que voy a llorar!— dije, de verdad estaba a punto de soltarme a llorar.
— ¿Cuántos años tienes, diez?Traté de sostener mi llanto pero me estaba costando mucho trabajo. Él debió notarlo. Me abrazó. Y yo lo abracé a él.
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Rumores De Pasillo
RomanceJimi se declaró abiertamente gay en la escuela y empezaron a molestarlo por eso. Evan, un rubio popular que también lo molestaba, resultó sólo hacerlo porque los demás lo hacían... pero realmente guardaba un secreto: le agradaba Jimi. Mucho. Más de...