35. El diario de Jimi

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El chico se detuvo frente a nosotros. Parecía feliz.

— Hola Evan— dijo el chico de lentes.
— Hola— dijo él. Lo observé y su cara era indescifrable.
— ¡Adivina! ¡Voy a estudiar contigo!— agregó él.
— ¿Es tu amigo?— le dijo Zac a Evan.
— Lo conozco— dijo Evan en tono solemne.
— Yo diría que es más que eso— agregó el chico feliz—, Evan, ¿No vas a presentarme a tus amigos?
— Es Jimi— me señaló Evan—, y Zac.
— Un placer— dijo él—, soy Alex Harper.

Nuevamente el mundo me demostraba lo injusto que era con las personas buenas como yo. ¡Ese chico era hermoso! Ah, qué envidia, pensé.

— Evan— agregó el chico—, ¿Quieres ir por ahí conmigo? Tengo algo que mostrarte.

Evan me miró. Al principio no sabía por qué pero luego entendí que fue para pedir mi permiso. Asentí con la cabeza. Ambos se fueron caminando juntos mientras el chico le contaba lo mucho que habían cambiado las calles. Los observé perderse en una esquina.

— ¿Está bien eso?— me dijo Zac.
— Desde luego. Es su amigo, sea quién sea. ¿Viste eso? ¡Me pidió permiso! ¡Hoy es uno de los mejores días de mi vida!
— Jimi, me preocupa que te pongas contento por tan poco.

Mi teléfono sonó. Lo tomé. Un mensaje de Will. "Encontré mi cuaderno de historia del instituto, ¿Puedes venir por él?"

— ¿Pasa algo?—  me dijo Zac.
— Will encontró su cuaderno. Iré por él.
— Te acompaño.
— ¿De verdad? ¿No tenías algo qué hacer hoy?
— Ir contigo es más importante.

Había algo extraño en todo esto pero no pensé más al respecto. Me dirigí con Zac en búsqueda de la respuesta a la pregunta incontestable. Los días para el concurso volaban muy rápido últimamente.

Llegamos luego de un rato. Entramos. La recepcionista miró a Zac y le brillaron los ojos. Por suerte para él, Will salió de inmediato y no debimos esperar.

— Toma— me dijo, sonreía amablemente. Tomé el cuaderno.
— Gracias— dije.
— De nada— respondió él.
— Bien— me dijo Zac, levantándose del sofá—, ya lo tienes, ya hay que irnos.
— ¿Irnos? Pero si acabamos de llegar— dije.
— Ya es tarde.
— Puedes irte si quieres— le dije—. Yo esperaré un rato más.
— Puedo llevarte a casa por la tarde— me dijo Will.
— ¡Eso sería genial, gracias!— le dije feliz.
— De acuerdo, me quedaré— dijo Zac, molesto—. Pero sin entusiasmo.
— Puedes irte si quieres— le aclaró Will.
— Eso te gustaría, ¿No?— le dijo Zac irritado—, no voy a dejarte solo con Jimi.
— ¿Eh?— dije—, ¿Por qué no?

Se miraron fijamente. Y no sé si era yo pero podía sentir la presión entre ambos. Y sí, una vez más no imaginé que por una de esas obras del destino ambos no pudieran llevarse bien. Estaba en eso cuando abrí el cuaderno. Eso no era historia. Era de álgebra. Le dije.

— ¡No puede ser, me equivoqué de cuaderno! El otro debe estar en mi casa.
— Podemos ir por él— dije.
— Iré por él— dijo Will—. Esperen aquí.
— Te acompaño— le dije—. Si quieres.
— Me encantaría— dijo feliz.
— A mí también me encantaría— dijo Zac y comenzó a caminar a la puerta.

Salimos a buscar su auto. Will estaba de mal humor. También Zac y yo no entendía por qué decidió acompañarnos siendo que no parecía feliz por eso. Así, los tres viajamos en silencio hasta la casa de Will. Se detuvo enfrente de una casa bonita. Era muy grande, de aspecto antiguo. Le comenté que su hogar era precioso. Dijo que él vivía ahí pero realmente era de su abuelo.

Entramos. Se veía un poco vacío y abandonado. Como esas casas embrujadas en las películas de terror.

— Aquí hace falta que alguien use una aspiradora— dijo Zac.
— ¡Zac, eso no es amable!— lo reprendí.
— Es cierto, descuida— dijo Will—. Casi no tengo tiempo para limpiar porque estoy siempre muy ocupado. Síganme, mi habitación está arriba.

Fuimos por unas escaleras y llegamos a su habitación en el segundo piso. Abrió la puerta, habían muchas ahí.

— ¿Pasó un tornado por aquí o qué?—dijo Zac cuando vio el mayor desorden de la historia ahí adentro: habían libros, revistas, ropa y otras cosas por el suelo.
— Ayer me puse a buscar mis cosas y no me dio tiempo de recoger— dijo Will apenado.
— Entonces el cuaderno debe estar en medio de todo éste desastre— dijo Zac irritado.
— Lo buscaré— dijo Will.

Estaba en eso cuando escuché que una puerta se abría. Will dijo que era su hermano. Salió de la habitación para preguntarle por si había visto su cuaderno.

Salí con él cuando vi lo que no creí ver nunca. Era Evan, estaba con el chico de anteojos.

— Will— le dijo el chico, asombrado— ¿Por qué estás aquí?
— ¿Evan, eres tú?— le dijo Will sorprendido—, ¿Por qué estás aquí? ¡Hace tanto que no te veía!
— Mira Evan— le dijo el chico—, son tus amigos. ¿Por qué están aquí?
— ¿Evan, qué haces tú aquí?— le dijo Zac confundido.
— Eso mismo me pregunto yo— le respondió él con rareza.
— Buscamos un cuaderno que tiene Will para el concurso de historia— dije, aún sorprendido.
— ¿Ustedes se conocen?— me dijo Will.
— Somos amigos— dijo Zac—. No pensé que tu hermano fuera el amigo de Evan.

Intercambiamos miradas por un momento. Luego Alex le dijo a Evan que quería visitar a otro amigo y ambos salieron de ahí. Me sentí raro. ¿Por qué Evan no se quedó conmigo? ¿Por qué se fué con él? Will dijo que regresáramos a su habitación. Lo hice. Pero me sentía extraño. ¿Acaso eran... celos?

Rumores De PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora