121. El extraño diario de Zac (con la presidenta)

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Nos encontramos con la presidenta. Se llamaba Heather y era una chica alta de cabello muy largo y oscuro. Cursaba su último semestre en la escuela y tenía un historial académico perfecto. También tenía una gran habilidad para liderar. Había formado parte del consejo estudiantil desde su primer año en la escuela hasta que se postuló como presidenta y ganó la elección. En el tiempo que llevaba al frente de su cargo había hecho muchas cosas, entre ellas la famosa ley anti bullying que tanto nos había ayudado.

Por eso cuando la vi por primera vez no pude evitar quedarme asombrado. Ella tenía una presencia increíble. Una gran aura de autoridad.

— Tú debes ser Zachary— me dijo.
— Así es— dije.
— Antes que nada, me gustaría felicitarte por tu triunfo. También a ti, Jimi— lo miró—. Sus logros llenan de orgullo a esta escuela.
— Gracias— dijo Jimi, un poco tímido.
— Mi Jimi es perfecto— dijo Evan y lo abrazó.
— Puedo ver que son un grupo singular— dijo ella.
— Espero que en el buen sentido de la palabra— dije.
— Desde luego.
— Presidenta, ¿Va a ayudarnos?— le preguntó Laura.
— Sí, seguramente usted puede hacer algo, majestad— dijo Evan.
— Soy presidenta, no reina— dijo ella—. Aunque no descartaría esa posibilidad en el futuro. Y bien, Laura— se dirigió a ella—, quedamos en un trato.
— En realidad aún no he hablado de eso con ellos— dijo ella—. No he pedido su permiso.
— ¿Permiso? ¡Para nada! Sólo tomas fotos y ya— dijo la presidenta—, igual a como hice contigo.
— ¿Usted tiene fotos mías?— dijo Laura asustada.
— Soy coleccionista— dijo ella.
— ¿Puedo ver su colección?— preguntó Evan entusiasmado.
— Claro— dijo ella—. Está en la sala del consejo estudiantil.
— ¡Hay que ir!— dijo Evan feliz.

Así fue como técnicamente nos invitamos a ir solos. Llegamos.

— No sabía que el consejo estudiantil tuviera una sala propia— dije.
— No la tenía— me dijo ella—. Antes era el lugar en donde se metían cosas que ya no se necesitaba. Costó mucho dejar el lugar presentable.
— Pero se ve bien— dije.
— Sí. El resultado me agrada.

Evan y los demás fueron a ver la colección de fotos que estaba en la pared.

— ¿Le gusta la fotografía?— dije.
— Mucho.
— ¿Por qué?
— Porque cada una encapsula un momento que no se volverá a repetir. Es fascinante si se piensa con cuidado— dijo ella.
— Es cierto.

Me miró.

— ¿Pasa algo?— pregunté.
— No. En realidad sí. Zac, tengo una propuesta que quiero hacerte.
— ¿De qué se trata?
— Es complicado. Como sabrás, soy presidenta. Sin embargo mi tiempo se está acabando. Muy pronto iniciarán las elecciones para elegir al futuro presidente del consejo. Mi antecesor se encargó de que yo fuera candidata ya que me consideró lo suficientemente calificada para el puesto. Es algo delicado ya que en cada elección siempre hay un idiota popular que cree que puede ser presidente. Uno de mis deberes como presidenta es encargarme de que el siguiente presidente no sea un bueno para nada. Sé que en dos años quiero que Laura sea presidenta, sin embargo, no tengo candidato para el año que viene.
— ¿Usted quiere decir que...
— Sí. Zac, quiero que seas el siguiente presidente del consejo.

La miré asombrado.

— Yo no podría— dije—. Todo el mundo me odia.
— No todos— dijo—. Un buen sector de la comunidad estudiantil votaría por ti. Sobre todo las chicas. Y aunque parezca que estos rumores sólo te dan mala fama también tienen un lado positivo. Todos te conocen. Saben que eres brillante. Automáticamente ya tienes cierta ventaja.
— No creo que esto sea para mí.
— No te mentiré. Es bastante estresante. Sin embargo ser presidente tiene muchas ventajas. Puedes ayudar a otras personas. Gente que lo necesita.

Miré a todos los demás que estaban viendo las fotografías. Pensé en lo mucho que ayudó la ley que ella había creado.

— Además, ellos dos no tendrían que esconderse detrás de árboles— me dijo mientras señalaba a Jimi y a Evan.
— ¿Los vio?— dije asustado.
— Ese árbol es uno de mis lugares favoritos para leer— dijo ella—. Pero no te preocupes, nadie más sabe.
— Qué bien— dije aliviado.
— Cuando seas presidente puedes tener la llave de esta sala. Ellos dos podrían usarla para estar juntos.
— ¿Está intentando sobornarme?— pregunté.
— Si quieres verlo así, adelante. En realidad lo único que quiero es asegurarme de que el próximo presidente no sea un completo inútil.
— Jamás me he imaginado como presidente— dije—. No creo que sepa qué hacer.
— Seguramente Laura piensa en este justo momento que jamás podría ser presidenta sin embargo llevo todo este tiempo preparándola para ser una. Lo mismo puede pasarte a ti. Puedo enseñarte. Y ayudarte en campaña. Sólo tienes que aceptar.

Lo pensé. No, de ninguna manera.

— Sólo quiero desaparecer estos rumores— dije—. Nada más.
— De acuerdo. Puedo hacer algo. Pero deberías pensarlo un poco. Al menos considéralo.

Jimi vino corriendo hacia mí.

— Mira Zac— me enseñó—. Es la foto de un gato. ¡Es tan adorable!

Lo miré. Ella tenía razón. Un presidente podía hacer muchas cosas. Y no había cosa que yo no estuviera dispuesto a hacer por Jimi.

— ¡Tú eres adorable!— dijo Evan que salió de la nada y lo abrazó.

Ambos se veían muy felices juntos. Recordé que hacía poco los había visto muy tristes. No quería que se repitiera eso. Quería ayudarlos. Pero no estaba seguro de nada.

— ¡Jimi es adorable!— dijo Laura que corrió a abrazar a ambos.
— ¡Es mi Jimi!— le reclamó Evan.
— No seas egoísta y comparte— le dijo ella.
— Pero es mío...

Me sumí en mis pensamientos. ¿Qué debía hacer?

— Tengo un plan— dijo la presidenta—. No sé si funcionará. Pero podría acabar con el furor de los rumores.
— Mi plan era que ella tuviera un plan— dijo Laura.
— Entonces no cuenta como tu plan— le dijo Jason.
— Tú deberías callarte— le dijo ella.
— Pero tendrán que hacer lo que yo les diga— dijo la presidenta.

La miré. Todos le ponían mucha atención. Hasta se sentía su importancia. Entendí a qué se refería cuando dijo “ventajas”. Ser presidente hacía que todos te respetaran. Que todos escucharan lo que tenías que decir. También comprendí porqué estaba preocupada en elegir a alguien para ser candidato. Porque tener ese poder no era algo que cualquiera pudiera manejar bien.

Entendía todas sus razones. Sin embargo seguía sin entender porqué quería que fuera yo el candidato. Simplemente me parecía absurdo. No podía ni imaginarlo.

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