181. El diario de Jimi

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Will salió tranquilamente de su consultorio cuando nos vio. Se quedó sin palabras.

— Hola Will— dijo Zac, en cuyo hombro se apoyaba George—, ¿Podrías ayudar a estos pobres prófugos de la justicia?
— ¿Qué?— dijo él confundido.
— ¡Me muero!— se quejó George.
— ¿Qué pasó?— preguntó Will alarmado.

Le explicamos mientras él hacia sus cosas de médico con George.

— La violencia nunca soluciona nada— dedujo Will.
— Pero se siente bien— dijo Laura.
— Claro, como a ti no te pasó nada— se quejó George.
— Además, no puedo creer que todos ustedes no pudieran contra una sola persona— dijo Will.
— No era cualquier persona— dijo Evan—. Era una adolescente. De milagro seguimos con vida.
— Aprendí a no meterme en cosas de chicas— dijo George—. Sobre todo si son esclavas de sus cambios hormonales.
— ¿Quién es esclava de las hormonas?— le dijo Laura enojada.
— ¡Nadie, nadie!— se retractó George.
— Como sea— dijo Will—. No vuelvan a iniciar una pelea. Ni dejen que Zac conduzca.
— Insisto, no todos pueden apreciar mi particular manera de conducir— dijo Zac.

Will dijo que tenía que darle unos puntos a George. Éste entró en pánico cuando lo supo. Salimos del lugar. Zac se quedó con ellos porque quería ver. Y burlarse, sobre todo eso.

Nos quedamos en la sala de espera. Yo me acerqué a los pececitos de colores de la pecera.

— Espero que Will no se ponga nervioso— dijo Laura.
— Debimos evitar que Zac se quedara a observar— dijo Jason.
— ¿A Will no le gusta que lo observen?— pregunté.
— No, probablemente no tiene ningún problema con eso— dijo Laura.
— ¿Entonces?— preguntó Evan.
— Es complicado— dijo Jason.

No entendí. Iba a preguntarle cuando Laura se acercó a la pecera.

— ¿Creen que Will se enoje si desaparece un pecesito?— preguntó ella.
— Quizá no se de cuenta— dijo Evan, que se acercó a ella—. Hay que robarle uno.
— Ya tienes un pez— dije.
— Sí, pero está muy solito. Necesita compañía— dijo Evan feliz.
— Yo me robaré uno también— dijo Laura.
— No creo que al doctor Harper le guste que le roben sus peces— dijo la recepcionista, que al parecer había estado vigilándonos.
— ¿Quién es el doctor Harper?— preguntó Evan.
— Es Will— le dijo Laura.
— ¡Lo había olvidado!— dijo Evan—, da igual, le robaré un pez de todas formas...

Evan metió su mano al agua. La recepcionista se acercó rápidamente para evitarlo. Muy pronto, ella, Evan y Laura comenzaron a discutir sobre los peces.

Jason estaba sentado, pensativo. Me acerqué.

— ¿Crees que deberíamos ayudarlos?— le pregunté. Él, enfocando su atención en mí, los observó.
— No lo creo— dijo mientras sonreía—. Se ven bastantes felices.
— Se meterán en problemas— dije.
— Evan siempre se está metiendo en problemas— dijo él.
— Pero Laura no es así— dije.
— No lo sé— dijo—. Creía saber cómo era ella pero últimamente no deja de sorprenderme todo lo que hace.
— ¿Te sorprende para bien o para mal?— pregunté—, porque ella es una buena persona y no me gustaría que pensaras que es mala. No lo es. Ella fue quién tuvo la idea de ir por tus cosas. Quién hizo todo porque al igual que nosotros, no nos gusta verte triste.

Él me observó. Sonrió.

— Fue una sorpresa agradable— me dijo—. Laura siempre es sorprendentemente agradable.
— Pero ahora que tienes tus cosas, ¿Significa que no estarás triste más?
— ¿Recuerdas que te dije que había algo que aún no me decidía a aceptar o rechazar?— me preguntó.
— Sí— dije.
— Pues jamás tuvo nada que ver con mis cosas, o con Stella.
— ¿Entonces?— pregunté.
— Es sobre otra cosa.
— ¿Y aún no te decides?
— Pensé que no estaba listo— dijo—. Pensé que debía dejar pasar más tiempo. Pensé que debía pensarlo más. Pensé que era algo que dependía de mí. Pero no fue exactamente así. Porque creo que otra persona acaba de elegir por mí.
— ¿Te gusta lo que eligió?
— Me encanta. También es lo que hubiera elegido yo al final, después de que el tiempo pasara y después de pensarlo. Creo que hay cosas que sin importar cómo sean siempre van a ser de una manera.
— ¿Una manera buena?
— Probablemente no— dijo—. La vida no siempre es buena o justa. Pero al final de todo, estoy seguro de que recordaré lo bueno, aún cuando el resultado no me guste.
— ¿Qué resultado?— pregunté.
— El resultado de mi decisión, que no es sólo mía.
— Admito que no entiendo bien qué es— dije.
— Al final, te contaré— dijo—. Te juro que te explicaré todo algún día.

Le sonreí. No sabía qué estaba pasando, pero me gustaba que él confiara en mí. Además, quería saber qué era lo que había decidido.

— ¡Refuerzos, necesitamos refuerzos!— dijo Evan, mientras batallaba por un pez.
— ¡Quita las manos de ahí!— lo regañó la recepcionista.

Abrieron la puerta. Era Will. Nos observó.

— Evan, deja eso— le dijo mientras se acercaba a las escaleras.
— ¡Nunca!— dijo él.
— Will, ¿A dónde vas?— pregunté.
— A mi auto. Necesito algo que usualmente guardo ahí— me dijo.
— ¿Puedo ir contigo?— pregunté.
— Claro— dijo—, vamos.
— ¡Doctor Harper, ayuda!— le dijo la recepcionista, alarmada.
— Laura, Evan, hay dulces en mi escritorio— dijo Will.
— ¡Dulces!— dijo Laura antes de correr hacia adentro junto a Evan.
— No molesten a George, está anesteciado— dijo Will.
— Probablemente lo harán— dijo Jason—. Iré a vigilar que no lo hagan.

Se levantó del sofá y los siguió. Will bajó las escaleras. Lo seguí. Llegamos a la entrada.

— Zac es el peor conductor del mundo— me dijo Will mientras observaba el auto mal estacionado de George—, pero honestamente... me agrada saber que no puede hacerlo todo bien.

Su auto estaba en el estacionamiento del edificio. Lo seguí hasta ahí.

— Supongo que nadie es perfecto— dije.
— Sí pero... hay veces que pienso que Zac lo es— dijo—... me asusta un poco eso porque pareciera que es inalcanzable...

Abrió su auto y sacó una maletita. Luego lo cerró y caminamos de regreso al edificio.

— ¿Inalcanzable?— pregunté.
— Sí. Parece estar muy lejos de todos... de mí— dijo.
— Yo no lo creo— dije—. Quizá parezca que sí pero no es así. Y sinceramente creo que si hay alguien que es la persona más cercana a Zac, ese debes ser tú.

Se detuvo. Me observó.

— ¿Lo crees?— preguntó.
— Definitivamente— dije.
— Ahora me sentiré mas nervioso— dijo entre risas—, espero no lastimar a George.

Observé a Will reírse. Will siempre me había parecido alguien muy alegre. Muy feliz. Pero por alguna razón, en ese momento me pareció genuinamente feliz.

Rumores De PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora