49. El extraño diario de Zac

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Llegamos a la casa de Will y Alex abrió la puerta. Pasamos... entonces vi a Evan, ¿Por qué estaba en casa de Will? Es decir, sí sabía por qué, me refería a por qué estaba ahí en ese momento.
Miré la carita de Jimi. Estaba pálido e inmóvil. No sé si estaba por desmayarse o ponerse a llorar. Y Will lucía tan asustado que sus manos temblaban. Y el otro idiota parecía tan cómodo...

Me debí perder en el ambiente ya que cuando mi mente regresó a mi cuerpo Will se fue con su hermano a no sé dónde diablos. Y yo me quedé en medio del niñito pálido y el otro sujeto que parecía estar mirando a un extraterrestre. ¿Qué demonios debería de hacer? Que alguien me diera alguna idea de lo que se debía hacer en esos casos porque yo no sabía nada. Quería una pistola para dispararme a mí mismo.
¿De quién fué la maldita idea de ir a casa de Will? ¿Por qué él tenía que ser tan torpe y olvidadizo? Deberían de quitarle su cédula para que no tenga que tratar con ningún paciente nunca más en su vida. A ese paso, tal vez un día podría matar a alguien.

— Hola— dijo Jimi, mirando a Evan a la cara, a mí no me engañaba, sabía que era lo más difícil que había tenido que hacer.
— Hola— dijo Evan, se acercó a él lentamente—, ¿Cómo has... estado?
— Bien— mintió Jimi, como si no se hubiera pasado dos semanas llorando como loco. Estaba más deshidratado que maratonista en los juegos olímpicos por tanto llorar.
— Qué bueno— dijo Evan, cada vez más cerca, mirándolo como si aún hubiera algo...
— Estoy...— dijo Jimi, pero no término la frase.

Se quedaron mirando, como siempre lo hacían, como diciéndose todo lo que habían callado pero sin palabras.
Se miraban como si fueran los únicos en el mundo. Lo sabía, así se miraban dos personas cuando estaban muy enamoradas. Lo sabía. Había algo. Porque mirar de esa forma no era algo que hacía cualquiera. Y ellos...

Sentí una punzada. No podía engañarme más. Odiaba a Evan por haber dejado a Jimi, pero nunca dije que no se amaban. Ambos, era como si hubieran nacido para estar juntos... ¿Entonces por qué? ¿Qué demonios estaba pasando?

Quería gritar. De verdad quería. Y darle un golpe duro en la cara a Evan mientras le decía que no podía evitar sentir atracción por Jimi aunque quisiera, que su destino era estar a su lado y que dejara de perder el tiempo con el hermano de Will por que todos sabíamos que él amaba a Jimi y ya. Estaba por abrir la boca cuando Will regresó con Alex. Evan se giró y fue como si todos volviéramos a la tierra.

— Ya la encontré— dijo Will.
— Sí, ya hay que irnos— dije, estaba seguro de que ambos le clavamos la mirada a Evan.

Jimi asintió con la cabeza y se dirigió a la puerta. Lo seguí. Salimos. Will con nosotros. Y en silencio, como si fuera una costumbre, nos subimos al auto.
Miré la cara de pánico de Will. Y la de Jimi, que era indescriptible. Él más que nadie debía saber lo que sentía. Sentí que mi impotencia no podría ser más grande.

— Yo...— dijo Will, rompiendo el silencio—, juro que no sabía que él estaba... ahí...
— Lo sé— dijo Jimi, en voz muy baja—. Estoy bien.
— Ésto no está bien— dije al fin.
— ¿Puedo irme a casa?— dijo Jimi, nos observó atentamente—, ¿Puedo irme caminando? Tengo ganas de caminar.
— Está bien— dijo Will, le abrió la puerta del auto. Jimi salió rápido, sin detenerse a despedirse. Efectivamente, se fue caminando.

Desde luego que sabía que no estaba bien. No necesitaba que le mostrara lo evidente. Eso lo entendía. Lo que no comprendía yo era por qué no estaba tratando de arreglar el asunto. Por qué no se quedó con Evan para hablar.
El auto avanzó sin que Will o yo habláramos. No teníamos nada qué decir. Yo no, al menos. Mucho que pensar, eso sí.

Llegamos a su consultorio. Estaba haciendo frío. Salimos del auto. Will llevaba la estrella para el árbol pero no su abrigo. Debió olvidarlo en su casa. Como tuvimos que salir rápido para evitar el momento incómodo, se le olvidó. Como todo. Parecía sufrir por el frío. Pero no se movió. Se quedó ahí, como debatiéndose en hacer algo o no.

— ¿Pasa algo?— dije.
— Jimi... él... él de verdad ama a Evan, ¿Cierto?

Lo observé. Miraba el suelo y lucía completamente triste. Me quedé sorprendido. ¡Qué demonios me pasaba! No se me había pasado por la cabeza que no sólo yo pude ver que Jimi y Evan aún se amaban, Will también lo vio. Y eso debió romperlo. Si a mí me afectaba, yo cuyo sentimiento por Jimi no era más que amistad, él debía estar destrozado. Le gustaba Jimi. Y sabía que no era tan insensible como para querer aprovecharse de la situación pero el hecho de que estuviera solo le abría varias posibilidades. Aún cuando le advertí que él sólo tenía ojos para Evan. Ahora que sabía que Jimi lo amaba aún después de todo, sus esperanzas debieron morir. Eso era lo que yo quería... ¿Por qué no me sentía feliz?

— Sí— dije—. Así es— me acerqué a él—. No importa que pase, sé que ambos se aman. ¿No lo crees tú también?
— Lo creo— dijo, y eso debió ser lo más difícil que hubiera dicho en mucho tiempo.
— Pero está bien— dije, me quité mi bufanda y comencé a enredarla en su cuello, él me miró sorprendido—. Yo estoy aquí— dije, sonreí y comencé a caminar hacia adentro del edificio.

Entré. La recepcionista me veía raro. Me pasé de largo a el consultorio. Will tardó un rato en entrar. Ahí, junto a su consultorio, estaba muy cálido. Nada que ver con afuera. Me sentía cómodo, tanto que por un momento pensé en quedarme dormido.

— Hay que poner la estrella—dijo.
— De acuerdo— dije, me acerqué y se la quité de las manos—. Yo lo hago. Tú podrías tirar el árbol y si eso pasa el trabajo de Jimi se habría desperdiciado.

En la sala de espera, mientras la recepcionista me veía como si fuera un fantasma, coloqué la estrella bien. Will le tomó una foto con su teléfono. Dijo que se la enviaría a Jimi.

— ¿Él va a estar bien?— preguntó.
— Sí— dije, ni yo lo sabía pero Will ya había tenido un día pesado como para preocuparlo por más—. Él es muy fuerte aunque no lo parezca. De todas formas, pasaré por su casa.

Suspiró. Fue más que un suspiro. En él se fueron muchas cosas importantes. No sabía como qué, pero sí supe que debían ser imprescindibles.
Me pasé la tarde ahí. Quería ir con Jimi. Pero pensé que lo que necesitaba era tiempo. Sobre todo para despejar su mente.
Y realmente me sentía cómodo ahí, en una zona tan cálida.

Rumores De PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora