143. El extraño diario de Zac (en el hospital)

219 37 6
                                    

Yo debía ser la peor persona que había en el mundo. La segunda peor desde Hitler. Porque había hecho que mi probablemente única amiga que iba a tener en toda la vida llegara a un hospital. Sí, era de lo peor. Ya sólo me faltaba lanzar bebés por la ventana para ser considerado el anticristo.

— Zac— me dijo Jimi que parecía nervioso—, ¿Crees que Laura esté bien?
— Probablemente— le dijo Jason con tranquilidad—. Estará bien, lo juro.
— Sí— dijo Evan—, ella es chiquita pero poderosa. Confía en que no será derrotada por un hospital.
— Tienen razón— dijo Jimi, determinado—. Laura puede contra cualquier cosa.
— Al menos que este hospital sea como el de la película “Hospital forense de la muerte”— dijo Evan—, porque si es así Laura está perdida.
— ¡Oh no, debemos encontrar a Laura!— dijo Jimi aterrado.
— ¡Deja de asustar a la gente!— le dije a Evan antes de golpear su brazo.
— ¡Yo sólo decía!— se quejó él.
— ¡Pues calladito te ves más bonito!— le dije con enojo.
— Jimi— le dijo Jason a él—, ¿Te sentirías menos preocupado si buscamos la habitación de Laura? Tal vez nos dejen visitarla.
— Creo que sí— dijo él.

Jason le acarició el cabello. ¿Qué era Jimi, un cachorrito?

— ¡Jason, aléjate de mi Jimi!— le dijo Evan.
— ¡Ya deja de decir tonterías!— le dije a Evan antes de volver a golpearlo.

Buscamos la recepción. Ese hospital era enorme.

— ¡Yo quiero uno de esos carritos!— dijo Evan cuando vio a unas personas empujando unos mientras nos dirigíamos a otro edificio.
— Esos son para transportar suministros médicos— dije—, obviamente no te darían uno a ti... ¿Puedes dejar de decir tonterías?
— ¿Acaso ya no puedo decir nada?— dijo él.
— ¡No, no puedes hablar!— dije.

Sabía lo que pasaba. Estaba desquitando mi frustración en Evan. Lo que tampoco era tan malo porque él era tan bobo que sin duda se la merecía. Pero necesitaba tranquilizarme. Después de todo, no ganaba nada enojándome así.

Caminamos hasta el otro edificio. En silencio. Miré de reojo a Jimi. Se veía preocupado. Pensé en hacer algo por él. Entonces, justo cuando yo iba a acercarme a él para decirle que todo iba a estar bien, Evan tomó su mano. Jimi lo miró y le sonrió. Habían muchas personas pero todas parecían estar metidas en sus propios asuntos. Nadie puso atención en ellos. Así que caminaron perfectamente mientras entrelazaban sus dedos.

Sentí una punzada de celos. Quería ser yo el que tranquilizara a Jimi aunque obviamente esa persona debía ser Evan. ¿Qué me estaba pasando? ¿Estaba envidiando a Evan?
Sí, mi estado mental era tan confuso que estaba empezando a delirar.

Caminamos. Llegamos al edificio. Buscamos la habitación luego de que en la recepción una enfermera nos proporcionara la información. Subimos el ascensor. Avanzamos por el pasillo hasta estar justo frente a la habitación. Jason iba a golpear la puerta cuando ésta se abrió de repente. Will nos miró.

— ¿Laura está aquí?— le preguntó Jimi.
— ¿Está bien?— preguntó Evan—, ¿No ha sido derrotada por el hospital?
— ¿Qué?— dijo Will.
— ¿Podemos verla?— preguntó Jason.
— Está dormida— dijo Will—. Su madre está adentro con ella.
— ¿Va a estar bien?— pregunté.
— Sí— me sonrió Will—. Sólo tiene un poco de fiebre. No hay nada de qué preocuparse.

Miré a Will. Quería creerle pero... después de todo, si ella estaba en un hospital significaba que no estaba nada bien.

— Deberíamos ir a otra parte— dijo Will—, mientras ella despierta.

Lo seguimos. Yo lo hice sin pensarlo mucho. Mi cabeza sólo pensaba en lo que había pasado.
Estaba en la escuela cuando Jimi llegó corriendo a mí diciendo que había intentado hablarle a Will para preguntarle si Laura había ido a visitarlo pero él le dijo que estaba con ella en el hospital ya que se había desmayado mientras estaba con él. Entré en pánico inmediatamente. No lo demostré porque Jimi estaba ahí y no quería alterarlo, pero por dentro me moría.

Era mi culpa. Laura me había dicho que yo le gustaba y yo la rechacé porque no tenía idea de que se sentía así y no supe cómo reaccionar. Intenté pensarlo después en mi casa con calma pero por más que lo deseaba, no podía dejar de ver a Laura como mi amiga. Es más, empecé a preguntarme qué andaba mal en mí. Porque ella era bonita, inteligente, amable, graciosa... y no me gustaba. No en ese sentido. Sentía que podría hacer lo que fuera por ella. Cualquier cosa, pero verla como mi novia nunca. Era como si intentara ver a Jimi como novio. Simplemente era imposible.

Yo quería a Laura de alguna forma que sabía que superaba la amistad pero... no podía decir cómo. Era difícil de explicar.

Sin embargo la realidad era esa: Laura estaba en el hospital y debía ser mi culpa. Porque ella me había dicho que no solía enfermarse. Llevaba años sin contraer algún virus. Era la chica más imbatible que conocía. La única que conocía. Probablemente no tendría jamás otra amiga.
Y como todo en mi vida, me encargué de arruinarlo.
Me sentía muy culpable. Tanto que pensé que mi cabeza podría explotar por pensar tanto.

Cuando reaccioné a mi entorno, vi que Will nos había llevado hasta el helipuerto del hospital, ubicado en ese edificio. Era enorme. Hacía mucho viento.

— ¡Esto es asombroso!— gritó Evan.
— ¡Todo desde aquí se ve hermoso!— dijo Jimi, que por fin sonreía.
— ¿Cómo conoces éste sitio?— le pregunté a Will.
— Trabajé aquí hace un tiempo— me dijo—. Venía siempre, era mi lugar favorito.
— ¿Trabajaste aquí?— pregunté—, ¿Por qué no me lo habías dicho?
— No lo sé, jamás tocamos este tema— dijo.
— Eso no importa— dijo Evan—, ¡Sólo disfrútalo!

Tomó a Jimi de las manos y se puso a girar con él. Jimi reía mucho. Jason los miró. Debió sentirse bien porque Jimi parecía menos tenso. Todos parecían menos tensos. Excepto yo que moría por dentro. Tanto así que en verdad envidiaba a Evan por poder serle útil a Jimi. Yo quería ser así. Quería ayudar y ser necesario. Pero después de todo, no lo era porque siempre terminaba arruinando la vida de las personas que me agradaban. De alguna forma siempre parecía poder ser así.

Quería que las cosas cambiaran. Quería sentirme menos agobiado, quería poder decirle muchas cosas a Laura, quería hacer tanto...

Entonces, tomándome por sorpresa, Will sujetó mi mano y me miró. Sonrió. Lo miré consternado pero cautivado al mismo tiempo.

— Todo está bien— dijo.

Le creí inmediatamente. Esa vez sí. Jamás supe por qué. Quizá porque quería que fuera cierto. Quizá porque él dijo lo que yo necesitaba escuchar. Quizá porque simplemente era Will quién había dicho eso y yo había llegado a una etapa de mi vida en donde buscaba desesperadamente aferrarme a algo que me diera tranquilidad y no había otra cosa que me diera más paz en el universo que ver a Will.

Porque de alguna manera, el mundo se sentía mejor si estaba él.

Rumores De PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora