44. El extraño diario de Zac (y una búsqueda)

403 76 8
                                    

Estaba en casa muriendo de preocupación cuando sonó mi teléfono. Lo tomé pero no reconocí el número que me marcaba. Contesté.

— Zac— dijo una voz, no la reconocí—, ¿Tienes en dónde anotar?
— ¿Qué?— dije, reconocí la voz de Evan al fin.
— Jimi te necesita. Está por donde trabajo.
— Dime la dirección— dije preocupado, capté lo que pasaba de inmediato.

La memoricé. Y él colgó. Jimi, ese pequeño idiota fue con Evan. Perfecto, maravilloso, pensé. Lo que le dije que no hiciera.
Necesitaba llegar a tiempo. Y entonces se me ocurrió una brillante idea.
Tomé mi teléfono. Y busqué en los contactos. Envíe un mensaje. Luego él me llamó. Me sentí estresado,¿Qué parte de mi mensaje no entendió?

— ¿A qué te refieres? ¿Qué pasa con Jimi?— dijo Will.
— Te di mi dirección, quiero que vengas por mí. Necesito tu auto. Tenemos que llegar con Jimi rápido, así que mueve tu trasero y conduce hasta aquí ahora.
— Pero...
— ¡Rápido!— insistí.

Guardé mi teléfono. La incertidumbre me mataba. Jimi debía estar muriendo, de forma literal. Por que sí, es posible morir de amor. Fueron unos tortuosos 5 minutos, terribles, crueles. Y Will llegó. Suerte que su consultorio no estaba lejos de mi casa. Salí corriendo y alcancé el auto. Me metí y me senté en el asiento del copiloto.

— ¿Le pasa algo a Jimi?— dijo preocupado.
— Hay que encontrarlo. Vamos a ésta dirección— le ofrecí el papel donde anoté lo que dijo Evan después de memorizarlo.
— ¿Por qué él está ahí?— preguntó.
— Por que ahí trabaja Evan— dije.

Comenzó a conducir. Deseé que Jimi estuviera bien. De otra forma no iba a poder perdonármelo. Es que todo era mi culpa. No debí decirle que no viera más a Evan. Pero es que no sabía qué más podía hacer para que no lo viera. Pensé que si me hacía caso no tendrían que romperle el corazón. Sólo apresuré las cosas. Y no debían ser así. No debían.

— ¿Qué ocurre con Evan?— dijo.
— Terminó su relación con Jimi— dije, resignado.
— ¿Qué? ¿Por qué?
— No lo sé, no quiso decirme nada. Pero me avisó que lo haría antes de que se lo comunicara a Jimi. Quería esperar a después del concurso, para no interferir con sus estudios. Pero Jimi debió haberse dado cuenta de que algo no iba bien.
— ¿Evan te lo dijo antes que a él?— me preguntó—, ¿Y tú que hiciste?
— Le dejé un feo moretón en su lindo rostro. No me dijo por qué quería dejar a Jimi... pero no creo que sea porque ya no lo quiere.
— Eso es confuso. Cuando hablé con él hace poco no parecía tener apuro en dejar su relación.
— ¿Hablaste con él?— dije sorprendido—, ¡En donde sepa que tuviste algo que ver con que ellos terminaran, voy a matarte!
— ¡Yo no hice nada! ¡No haría nada así!— se defendió.
— ¡Te gusta Jimi, no lo niegues! ¡Algo debiste hacer para convencer a Evan de terminar!
— ¡No soy tan miserable! ¡No haría algo tan vil y despreciable!

Buen punto. Me caía mal, extremadamente mal pero no era una mala persona. Jimi tenía la capacidad de atraer a buenas personas. Y si Will hubiera querido intentar algo ya lo habría hecho. ¿Entonces? ¿Qué era lo que pasaba?

— Lo sé— dije—. Es sólo que... realmente no lo entiendo.
— Evan no es el tipo de persona que haría algo así. No dejaría a Jimi de esa manera...
— También pienso eso. ¿Qué demonios le pasa? Jimi es lindo, tierno y muy inteligente. Yo no lo dejaría nunca.
— Yo tampoco— dijo.

Lo observé conducir en silencio. Eso debería ser muy frustrante para él también. Es decir,  la persona que le gustaba tenía probablemente el corazón roto y no era porque él lo hubiera hecho. Sufría por otra persona. Imaginé que al menos en ese aspecto no éramos diferentes.

— ¿Puedo confesarte algo?— dijo, sin mirarme—, honestamente no sé en dónde estoy.
— ¡Qué!— grité—, ¡Éste no es momento para hacer bromas, tenemos que encontrar a Jimi!
— No soy muy bueno recordando calles... o siguiendo direcciones...
— ¡Con razón sentía que ya habíamos recorrido muchas veces la misma calle!
— Sólo han sido unas cinco...
— ¿Unas cinco? ¿Y cuándo planeabas decirme? ¡Eres un desastre!
— ¡No lo soy! Es sólo que... espera, ¿Ese no es Jimi?

Se detuvo. Ahí, debajo de una lámpara del alumbrado público, con la cabeza agachada y completamente solitario, estaba él. Salí del auto de manera lenta, silencioso, sin apartar la vista de él. Se veía pequeño, como un niño. Triste, aunque no había visto su cara.

Cuando lo tuve cerca, a un metro de distancia, lo abracé. Debió sorprenderse. Pero no podía hacer más. Quería decirle muchas cosas pero no salió ninguna de ellas de mí. Mis labios no se abrieron. Me abrazó, y poco a poco se dejó caer en mis brazos. Escuché sus sollozos y cada uno me dolía el doble que el anterior. Era mi culpa. De alguna manera. No debí dejar que Jimi quisiera tanto a Evan... aunque no era como si pudiera hacer algo de todos modos.

Sólo no quería que sufriera. Era extraño. Quería que siempre sonriera de esa manera tonta como sólo él solía hacerlo y que se enojara conmigo cuando lo llamara principiante. Y que Evan saliera con alguno de sus comentarios bobos y sin sentido. Entonces yo me enojaría con él y Jimi lo defendería, para que luego ambos se miraran fijamente, mientras se decían muchas cosas con los ojos. Tantas que seguramente no lograrían expresar porque las palabras no les alcanzarían.

Pero no, todo lo que tenía ese día era a un niño roto, apenas de pie junto a mí, manteniéndose ya que lo estaba abrazando. Y las tantas cosas que quería decir comenzaban a nublar mi vista. Me sentía ligeramente nublado. Y sí, quería llorar con él. De no estar Will ahí lo habría hecho. Menos mal que ahí estaba. Me giré para verlo. La luz ténue me dejó ver lo que ya sospechaba. Miraba a Jimi triste, inmóvil, decidiendo si era oportuno decir algo o siquiera moverse.

Me pregunté el porqué teníamos todos que pasar por eso. El porqué no podíamos ser felices. El mundo era complejo. Grande, lleno de misterios. Como el amor. Como la amistad. Como Jimi. Como Evan. Como Will. Y como yo. Porque pensé que me conocía bien, lo suficiente como para decir que era muy fuerte y que no lloraría nunca por nadie. Pero ahí estaba, sin poder evitar que las lágrimas cayeran por mi cara fría por el duro invierno. Éramos un misterio. No sabíamos nada. Todo cambiaba. Evan lo sabía. Jimi acababa de descubrirlo. Yo también.

Pero no, no me gustaba. Esos cambios no eran para nada buenos. Mis labios se abrieron al fin. Y no sé cómo, pero logré decir la primer cosa en mi lista de pendientes con respecto a Jimi que debí decirle antes de abandonarlo con su madre en el concurso. Él me abrazó. No sabía que después de que lo dejé me sentí tan mal que fui a tratar de reprender mi llanto. No iba a llorar enfrente de él. Aún no queftia hacerlo.

No quería romperme. Quería ayudarlo.

— Todo va a estar bien— le dije—. No te preocupes.

Rumores De PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora