76. El diario de Jimi

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Caminamos detrás de Evan y la chica. Yo me sentía mal. Apareció Laura. Estaba por hablar cuando Zac le indicó que guardara silencio. Ella obedeció.

— ¿A dónde vamos?— susurró mientras nos seguía.
— A espiar a Evan para ver cómo rechaza a las chicas— le dijo Zac.
— ¡Genial, yo quiero ver eso!— dijo ella.
— Me siento mal— dije—. Soy un pésimo amigo.
— No estamos haciendo nada que Evan no se merezca. Y es un secreto, él no va a enterarse— dijo Zac, yo veía su aura malvada.
— Yo no quiero guardar secretos— me quejé.
— Demasiado tarde, Jimi. Ya eres parte de esto. Y si revelas esto será como si nos traicionaras— me advirtió Zac.
— Suena como una amenaza— le Jason.
— Jamás amenazaría a Jimi— dijo Zac pensativo—. Era más como una amable advertencia.
— ¿Y eso qué tiene de amable?— le dijo Jason.
— El tono de mi voz fue amable— dijo Zac.

Entonces la chica se detuvo y miró a Evan. Nosotros nos escondimos detrás de un arbusto pequeño. Por la distancia podíamos escuchar cualquier cosa si la decían. Me sentí pésimo por espiar.

— Tú...— dijo la chica, temblaba todo su cuerpo, es más, parecía a punto de llorar—... me... me...  me...

Evan parecía tranquilo. Atento. Como cuando me miraba a mí. Pensé en que rechazaría posiblemente a esa chica, aún cuando lucía muy bien a su lado. Ella parecía buena persona. Sin duda quería a Evan.

— Está bien— dijo Evan, con una sonrisa, probablemente se dio cuenta de que ella no podía articular ninguna palabra—. Entiendo qué quieres decir.

Ella lo observó sorprendida. Bajó su mirada al suelo.

— Estoy feliz— dijo él—. Es increíble que alguien como tú tenga sentimientos por mí. Te agradezco que hayas pensado en mí de esa forma. Lamentablemente no puedo corresponderte.

Ella lo observó de manera rara. Pero no parecía enojada, o triste.

— Asombroso— susurró Zac—. Ya hasta me dieron ganas de salir con Evan.
— Por favor— le susurró Laura—. No me digas eso.

Volvimos la mirada a la chica.

— ¿Ya...— dijo ella—... tienes alguien que te gusta?
— Así es— dijo él.
— ¿Y te gusta mucho?
— Estoy enamorado— aclaró.
— Entonces yo...— dijo ella, básicamente se le quebró la voz—... deseo que seas muy feliz y que... y que...

Ella no pudo soportarlo más. Soltó un pequeño quejido y se puso a llorar. Evan la observó preocupado.
Debía ser horrible. Ella lo amaba. Y yo entendía que quizá no podía estar con él como su novia, y que probablemente quería que fuera feliz pero también sabía que en casos como ese simplemente le era muy difícil imaginarlo con alguien más. Era egoísta, pero cuando Evan se alejó de mí, yo si le deseé lo mejor aunque para ser honesto, no lo hice de corazón. Quizá hay veces en las que el dolor nubla al corazón.

No lo soporté más. Me sentí identificado con ella. Sabía por lo que estaba pasando. Y era muy triste. Casi podía ponerme a llorar con ella. Así que me levanté y caminé hacia ellos.

— ¡Jimi, regresa aquí!— dijo Zac.

Eso atrajo la atención de Evan y de la chica, que me observó con sus ojos llorosos y las mejillas sonrosadas.

— Jimi— dijo Evan, extrañado—, ¿Qué haces aquí?
— Yo te entiendo— le dije a ella, que me miraba sorprendida—. Y no deberías tratar de ser fuerte. Si quieres llorar, deberías de hacerlo. Te hará sentir mejor.

Ella no necesitó que se lo dijera dos veces. Se puso llorar, ya no en voz baja sino muy fuerte. La abracé. Me daba un poco de pena. No podía dejar de pensar en lo mal que se estaba sientiendo.
Evan parecía confundido. Más de lo normal. Zac tuvo que salir de detrás del arbusto con Laura y Jason.

— Jimi, arruinaste mi sueño de volverme espía— me dijo Zac molesto.
— Lo siento— dije, aún abrazando a la chica.
— ¿Me estaban espiando?— dijo Evan.
— Fue idea de Zac— se justificó Jason.
— ¡Que malvados son!— dijo Evan.
— Mi opinión de ti ha mejorado mucho— dijo Zac—. Tienes bastante tacto.

La chica me miró. Era bajita, casi de mi altura, un poco menos alta que yo. Parecía estar mejor. Le sonreí. No dejaba de observarme. Empecé a sentirme incómodo. Laura se acercó a nosotros y de su bolsillo sacó una bolsa de pañuelos desechables y le ofreció uno a ella. La chica tomó uno y secó sus lágrimas.

— ¿Quieres que te acompañe a tu salón de clases?— le dijo Laura.

Ella asintió con la cabeza. Ambas se fueron. Me quedé mirando cómo se iban.

— Jimi— dijo Evan—, espero que esto no...
— ¿Qué?— le dijo Zac—, ¿Qué cosa esperas?
— Eh...— Evan parecía asustado.
— Zac— dijo Jason—. Quiero hablarte de algo. Ven, vamos, es en privado.
— Pero Jimi...— dijo él.
— Jimi estará bien. Se irá a buscar a Laura posiblemente— tomó el brazo de Zac y se lo llevó. Se giró para vernos y le guiñó el ojo a Evan. Él le levantó el pulgar en señal de que entendió lo que pasaba.

Yo simplemente me sentí nervioso. Miré a Evan. Estábamos solos.

— Yo...— dijo Evan, rompiendo el silencio—, quería decirte sobre esto. Pero no quería molestarte.

¿Sobre esto? ¿Sobre las chicas y las declaraciones amorosas? Por que yo pensaba que no había razón alguna para que comentara algo tan íntimo.

— Está bien— dije—. No tienes que contarme todo.
— Sí tengo que hacerlo. Por que confío en ti.
— Y yo también. Pero no es necesario.

Nos miramos. Parecía extraña aquella situación. Empecé a sentirme incómodo.

— Jimi— dijo él—, ¿No te molesta? ¿No te importa que otras personas piensen en mí de manera romántica?

Lo miré atentamente. No lo había pensado. Estaba más ocupado sintiendo empatía por esa chica que pensando en la situación en general. Me molestaba, por increíble que me pareciera. Me sentí la peor persona del mundo. Primero espiaba a Evan y luego me molestaba que otras personas lo amaran.
Para ser sincero, quería amarlo sólo yo.

— No— le mentí.
— Ah...— dijo él.
— Tengo que irme— dije, di media vuelta y empecé a caminar.

En serio, era de lo peor. Espiaba personas, me molestaba con otras que ni siquiera conocía y para empeorarlo todo le había mentido a Evan. ¿Qué seguía en mi lista de maldades? ¿Robar dinero? ¿Unirme a un grupo criminal?

Lo pensé un momento, y cuando llegué a mi salón con Laura la verdad me cayó de golpe.
¿Podría ser que estuviera celoso?

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