168. El extraño diario de Zac

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Laura entró de repente. Nos observó.

— ¿Interrumpo?— dijo.
— ¡Para nada!— dije nervioso—, de hecho ya me iba. ¡Adiós!

Me dirigí a la puerta y salí. Atravesé la recepción, bajé las escaleras y llegué a la entrada. Una vez en la calle, me puse a correr. Mucho.

Pensé. No quise esperar a escuchar su respuesta. Sabía que diría que sí. Podía sentirlo. Pero no quería escucharlo. Y mi corazón latía muy fuerte, tanto que me dolía y sentía que el dolor iba a hacerme llorar.
No quería llorar, odiaba eso. Además, estaba en medio de la calle.

No podía dejar de preguntarme porqué. Quizá Laura sí me gustaba. Quizá temía perderla en manos de mi mejor amigo. Quizá sólo era malo y egoísta. Quizá no había cambiado para nada y era el mismo de antes, que no tenía amigos.

Estaba corriendo como loco por las calles cuando alguien gritó mi nombre. Me giré. Era Jason, que estaba cerca. Me detuve. Él caminó hacia mí.

— Parece que tienes prisa— dijo.
— Estoy...— dije tratando de recuperar el aliento—...intentando... ir a casa.
— ¿Ocurrió algo en tu casa?— me preguntó.

Lo observé. A Jason no podía mentirle. En realidad, no quería.

— Parece que necesitas alguien con quién hablar— dijo—. Yo soy un alguien.

Fuimos a un parque que estaba cerca. Habían dos columpios. Él se sentó en uno y me invitó al otro. Dudé un poco pero no había nadie cerca así que acepté.

— ¿Y bien?— dijo.

Le conté lo que pensaba. También lo que pasó con Will y Laura. Traté de ser honesto.

— Las personas complican demasiado las cosas— dijo él—. Sobre todo las que son simples.
— ¿Qué significa eso?
— Deberías haber escuchado la respuesta de Will— dijo él.
— No quise. Soy malo y egoísta.
— No, claro que no— dijo—. Eres torpe. Como Will. Tú y él son torpes en diferentes cosas pero torpes al fin.
— No soy torpe— dije—. Will es torpe.
— Ok, como digas— dijo—. No me meteré en eso. Pero sí hay algo que quiero decirte. Estoy completamente seguro de eso.
— ¿Qué cosa?
— No te gusta Laura— dijo—. Así que no estás celoso de Will.
— ¿Cómo puedes asegurar eso?
— Porque si ella te gustara ya lo sabrías. No lo deducirías al buscar una razón del porqué no te sientes bien al imaginarla como novia de Will.
— ¿Entonces? ¿Por qué me siento así? ¿Por qué no quise escuchar que Will la ama?
— No lo sé— dijo—. Eso tendrás que descubrirlo solo.
— Sí lo sabes— dije—. Tú lo sabes todo.
— De acuerdo, sí lo sé— admitió—. Pero no te diré.
— ¿Por qué?
— Porque es complicado.
— ¿Entonces no planeas ayudarme?
— Claro que sí— dijo—. Te daré un consejo: espera a que Will responda tu pregunta.
— Pero me asusta lo que va a decirme.
— Pero vas a tener que saberlo, tarde o temprano. Huir no evitará que pase.

Entendía eso. Había huído cuando supe que mi papá no era mi papá. Sabía que tenía que dar la cara pero me asusté. También estaba asustado, pero no sabía de qué. Necesitaba respuestas.

— No quiero hacerlo ahora— dije.
— No tienes que hacerlo— dijo—. Puede ser mañana. Estará bien si esperas a que estés listo.

Lo observé.

— ¿En verdad crees que a Will le gusta Laura?— me preguntó.
— Los vi felices.
— Eso no dice mucho— me dijo—. Cuando Laura está contigo también está feliz. Cuando Jimi y Evan están contigo también son felices. Cuando Will está contigo también es feliz.
— ¿Crees que no se gustan?
— No he dicho eso. Podría ser. Todo podría ser.

Miré el cielo. Ya era tarde. El sol iba a empezar a ocultarse.

— Las posibilidades me asustan— dije.
— A mí me gustan— dijo—. Me hacen creer que incluso las cosas más imposibles pueden suceder.
— ¿Qué es lo más imposible que conoces que has visto que se cumple?— pregunté.

Él lo pensó un poco.

— El amor— dijo.
— ¿El amor?
— Sí. Lo he visto surgir en donde todos pensaban que era imposible. Lo he visto tomar un camino cuando tuvo muchos buenos frente a él. Lo he visto fracasar pero también lo he visto ganar.
— ¿Significa que eres un experto en amor?
— No, estoy lejos de eso. Pero creo que puedo identificarlo cuando lo veo.
— Pero sigues soltero— dije—. Con tus poderes amorosos podrías conseguirte una chica.
— Así no funciona el mundo— dijo entre risas—. La gente cree que debe salir a buscar el amor. Pero no es así. El amor llega en un instante, siempre cuando menos te lo esperas. Aparece, simplemente. No te avisa ni te pide permiso. Sólo sabes que estás amando cuando ya lo haces. Entonces no puedes hacer nada. Sólo hacerle caso porque si es tan insistente, probablemente tiene razón.

Lo pensé.

— No lo entiendo— dije—. Jamás lo he sentido. Probablemente nunca lo haré.
— Te equivocas— dijo—. El amor no es necesariamente sobre tener una pareja. El amor puede ser una persona, la que sea. Puede ser una cosa. Puede ser una idea. El amor es demasiado complicado. Pero siempre te avisa que está ahí. Te manda pequeñas pistas.
— ¿Y si no puedo verlas?
— No te preocupes, las verás— dijo.
— Me gustaría estar tan seguro como tú.

Él se levantó. Me observó.

— Zac, eres engreído, arrogante, necio, caprichoso y narcisista— dijo—. Pero te juro que un día encontrarás a alguien que va a odiar a las personas engreídas, arrogantes, necias, caprichosas y narcisistas, pero que va a creer que esos defectos son perfectos en ti y los amará. Probablemente va a ser una persona con defectos que a ti no te gustarán pero que amarás. Casi puedo jurártelo.

Lo observé.

— ¿Por qué alguien con tantos defectos podría encontrar el amor?— pregunté.
— Porque tus virtudes son mil veces más fuertes que cada uno de esos defectos— dijo—. Así que me gustaría que creyeras en eso.

Lo observé. Jason era maravilloso. Repentinamente, me di cuenta de que estaba rodeado de personas maravillosas. Pensé que no merecía tanto, pero también que si no fuera así, ellos no estarían conmigo.

Sonreí.
Había estado pensando tanto en tantas cosas sin sentido que se me había olvidado que no debía temer ser olvidado, porque jamás lo sería. Ellos estarían conmigo, pasara lo que pasara.

Y yo estaría con ellos.

— ¿Nos vamos?— me preguntó.
— Sí— dije y salté del columpio.

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