190. El diario de Jimi (y el romance)

190 42 3
                                    

Evan tomó mi mano y corrimos detrás de George y la profesora. Eran muy rápidos. Y yo tan poco atlético.

Nos detuvimos porque Evan se dio cuenta de que correr no era lo mío.

— ¿Estás bien?— preguntó.
— Claro— dije—... lo estaré.
— Creo que necesitas un momento.
— No, debemos seguirlos... o los perderemos.
— No podemos perderlos— dijo Evan—. Sólo debemos seguir los gritos. Pero tengo una idea.
— ¿Cuál?
— Ven aquí. Te cargaré.
— ¿Qué? ¡No!
— Tranquilo, puedo hacerlo— dijo feliz—. Además, así llegaremos más rápido.

No quería aceptar pero tuve que hacerlo. Evan me subió a su espalda y se echó a andar.
Mi intención no era disfrutar del viaje pero... no pude evitarlo. Era increíblemente placentero.

— Evan— dije— lamento ser una carga, literalmente.
— No eres una carga, bueno sí de una forma literal pero de la otra forma no.
— Irías más rápido sin mí. Además, ya casi es la puesta del sol.
— Iremos por Luz y George, entonces regresaremos, haremos la fogata y todo estará bien— dijo.
— Eso espero— dije.
— O si no el futuro amo supremo del universo se enojará mucho— dijo Evan.
— ¿Ahora Zac va a ser el futuro amo del universo?
— Si tenemos mala suerte sí— dijo él.
— El universo no sería tan malo aunque Zac fuera el amo supremo, ¿No?
— Jimi, ningún universo sería malo siempre y cuando yo pudiera estar contigo.

Mi corazón se aceleró. ¿Cómo podía decir cosas así? Y en el momento exacto. Además, ¿Por qué a mí no se me ocurría ninguna?
Como si no tuviera nada por decir cuando en realidad sentía demasiadas cosas, tantas que parecía imposible transformarlas en palabras.

— Ahí están— me dijo Evan, sacándome de mis pensamientos.

Los observé. George y la profesora estaban demasiado inmersos en su discusión que no vieron que estábamos ahí.

— Hay que escondernos— dijo Evan—, o creerán que los estamos espiando.
— Pero sí lo estamos espiando, ¿No?
— Yo no lo llamaría así.

Fuimos detrás de un arbusto. Ellos se acercaron pero no nos vieron. Estaban tan cerca que se podía escuchar qué decían.

— ¡Te dije que no tenía nada con ella ni con ninguna otra!— le dijo George.
— ¿Cómo demonios iba a creerte si me guardabas secretos?— le dijo ella.
— Nunca intenté guardarte nada. No te dije porque en realidad no importaba— se quejó George—. Veo que hice bien porque te lo tomaste mal.
— ¿Cómo querías que tomara el hecho de que te gustaba mi mejor amiga?
— Tú lo has dicho, me gustaba. Pero eso cambió cuando te conocí mejor. Sabes que no soy del tipo de persona que haría algo si no está convencido. ¿Por qué no confías en mí?

Ella sólo lo observó. Evan y yo los observamos atentos, tratando de no ser descubiertos.

— Porque siempre lo hice— dijo ella mientras bajaba la mirada—. Siempre confíe en ti. En tu amor. Pero parecía que... la única persona que amaba demasiado era yo. Que la única a la que le importaba nuestra relación era yo.
— ¡Claro que no!— dijo George molesto—, ¡Siempre estuve contigo! Si lo que teníamos no me hubiera importado lo habría dejado.
— ¿Y cómo iba a saber eso yo?— dijo ella—, cuando salíamos siempre era porque yo lo organizaba. Porque yo escogía los lugares. Los días. Eso y más. Todo dependía de mí. Parecía que a ti no te importaba para nada. Por eso, cuando supe que te gustaba Madie... pensé que debía ser por eso. Pensé que... en realidad esto no te importaba y no me sorprendió puesto que quien te pidió salir fui yo. Es más, yo era la que quería una relación. Siempre tuve la impresión de que aceptaste salir conmigo porque sí, porque no tenías otra cosa mejor que hacer. O porque te daba lástima verme tan sola.

¡Oh no, yo estaba llorando! Me llevé la mano a la boca para callarme. ¿Por qué me sentía muy triste escuchando eso?

— No es así— dijo George—. Jamás sentiría lástima por ti. Tampoco saldría con alguien sólo porque no tengo otra cosa mejor qué hacer. No saldría con alguien que no me gustara. No estaría con alguien si no creyera en mis sentimientos o en los de ella. No estaría aquí si tú no me importaras.
— Pues eso no es lo que me pareció— dijo ella.
— Me dijiste que no querías verme de nuevo. ¿Se suponía que eso no debía dolerme? ¿Qué se suponía que debía hacer? Traté de seguirte pero me dejaste bien claro que ya no tenía ninguna oportunidad. Que me odiabas. Pensé en dejarte libre. En dejar que el tiempo me indicara qué debía hacer. Pero el tiempo sólo me decía que debía estar contigo.
— ¿Entonces porqué dejaste pasar tantos años?
— Porque quería saber si el tiempo también te decía eso a ti o era sólo yo. Además, parecía que lo habías superado. Parecías feliz. Lo pareces. Honestamente me hizo feliz verte tan exitosa. No sabía si debía aparecerme en tu vida o no. Lo quería, eso sí, pero no sabía si debía. No quería arruinar tu vida. Es lo que menos quiero pero... no hay cosa en este mundo que haga que pueda olvidarte. Ya traté, pero es imposible.

Jamás había visto a George así. Ni a la profesora. Me giré a ver a Evan. Él parecía asombrado. Tomó mi mano. La presionó con fuerza.

— ¿Qué significa eso?— dijo ella al borde de las lágrimas.
— Significa que siempre acepté cada una de las decisiones que tomabas cuando éramos pareja porque no importaban. Sólo quería estar contigo. No importaba en donde fuera o con quién. Si estabas tú ahí para mí era suficiente. Lamento haber parecido que no importaba pero la verdad era que estaba tan perdido en todo lo que tú eras como para concentrarme en otras cosas. Mi vida giraba y aún gira, alrededor de ti. Quizá no me creas pero... un buen día me di cuenta de que estaba enamorado de ti y... ya no pude hacer nada más que esperar que existiera una remota posibilidad de que alguien que siempre parecía tan perfecta como tú se fijara en alguien tan lleno de defectos como yo. Y cuando lo hiciste, no sabes lo mucho que lloré pensando que era la persona más feliz del mundo. Lamento no haber sido la persona que querías que fuera. Lamento haberte hecho pensar que no te quería pero... ojalá entendieras que cada vez que estabas cerca de mí sentía que no podía respirar y sentía que cualquier cosa podría hacer que me dejaras... y no quería que te fueras.
No lo quiero aún hoy. Quiero que te quedes conmigo.
Pero si tú no lo quieres entonces... dime. Me iré para siempre. Sólo dime.

Rumores De PasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora