79. El extraño diario de Zac

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- ¡Felicidades!- dijo Will cuando fui a verlo. Ya me había felicitado por teléfono pero era bueno que también lo hiciera en persona.
- Lo sé- dije-. Soy genial. Y Jimi también.
- Sabía que lo lograrían.

Will parecía muy feliz. Últimamente se veía así. Incluso brillaba, hasta se podían ver estrellitas a su alrededor.

- Por cierto- le dije-, tengo una duda. Si tú llegaste a la final, ¿Por qué no ganaste? ¿Te fallaron los nervios?
- No realmente- dijo, al parecer por el semblante de su cara, la pregunta simplemente no le gustó..
- ¿Entonces?- insistí.
- ¿Podemos hablar de otra cosa?- dijo.

Se levantó incómodo.

- ¿Por qué?- dije-, ¿Hay algo que no quieres que sepa?
- Hay muchas cosas que deseo que no sepas nunca- dijo.
- ¿Eh? ¿Por qué? ¡Pero si soy Zac! Soy casi como muchas personas en una sola, así de fabuloso.
- Ya lo sé. Y confío en ti. Pero creo que todos tenemos cosas que no queremos que otros sepan. Incluso tú.

Lo pensé un momento. Nunca fui un libro abierto. De hecho siempre me costó abrirme ante otros. Solía guardar cada experiencia, fuera buena o mala, en mi interior porque no podía asegurar que otros me comprendieran. Entendía que Will tuviera secretos. Pero me resultaba difícil de digerir el hecho de que alguien como él ocultara cosas. Sobre todo, que me las ocultara a mí. No sabía bien cómo ni por qué, pero eso me ofendía mucho.

- Lo sé- dije-. Oculto cosas. Pero si tú quieres...- bajé la mirada, no sabía cómo iba a reaccionar él-... te puedo decir...

Volví a mirarlo. Y él también me observaba, asombrado. Me sentí tonto. ¿Por qué dije eso?

- ¿Por qué?- dijo muy serio-, ¿Por qué me contarías a mí?
- No lo sé. Realmente no lo sé. Sólo... pensé que podría hacerlo. Olvídalo.

De acuerdo, eso había sido torpe. No tenía idea de por qué dije eso. Quizá simplemente sentí el impulso de querer contar algo para poder obtener algo a cambio. Debía acostumbrarme a que no todo podía estar bajo mi control, por mucho que me pesara eso.

- Creo que mejor me voy- dije y traté de escabuirme pasando a su lado. Estaba por abrir la puerta de su consultorio cuando él me tomó de la muñeca.

Me giré instintivamente para mirarlo. Él parecía muy serio. Y Will concentrado me asustaba mucho.

- ¿Qué... qué pasa?- atiné a decir nervioso.
- ¿De verdad quieres que te diga?- dijo.

No respondí. Sólo me quedé observando su cara como idiota. Me sentía idiota. Pero extrañamente nervioso. Incómodo. Como si decir algo estuviera mal. Incluso empecé a sentirme apenado. Él, una de esas personas enclipsantes que hacen que el autoestima de cualquiera caiga en picada, seguía mirándome a los ojos, y para colmo, estaba tomando mi mano.

Me sentía diferente. ¿Alguna vez me sentí raro estando con Will? No, nunca antes. Él era el sujeto que perdía casi todo, no podía sentirme así.

- De verdad tengo que irme- dije, casi exploto en nervios.
- Está bien- dijo.
- Will, estás tomando mi mano- dije.
- Es verdad- parecía sorprendido de sí mismo-, lo estoy haciendo.
- Entonces deja de hacerlo.
- Sí, es lo mejor.
- Eso parece.

Me soltó. ¿Qué demonios fue eso? ¿Por qué me porté muy torpemente? ¿Y por qué él también parecía incómodo?
Acepté la realidad y llegué a una conclusión: jamás preguntarle a Will el tema porque no deseaba volver a verme tan bobo como esa vez.

Básicamente salí corriendo. Muy agitado. Hasta mi corazón latía desbocado. ¿Por qué? ¿Qué fue eso? ¡Qué alguien me explicara!

Decidí regresar a casa. Mamá aún no sabía la noticia y tendría que decirle. Seguro ella se emocionaría y explotaría la casa. Esperaba que no literalmente. Pensar en eso me despejaba la mente.

Entré. Busqué a mi madre. No estaba. Comencé a preguntarme si había salido a algún lado.
Estaba en eso cuando fui a la cocina y encontré una nota que decía lo siguiente:

" Zachary:

Acabo de encontrar mi verdadera vocación. Seré Chef de cocina Tailandesa. Así que me iré a vivir mi sueño. Deséame suerte.

Te quiere, mamá.

P.D: No le digas a tu padre "

Mamá me dejó. Solo. Aún cuando dijo que no lo haría. Aún cuando sabía que yo tenía miedo. Aún cuando un maniaco sociópata podría intentar vengarse de mi.

¡Qué demonios le pasaba a esa mujer! ¿Cocinar? ¿Qué cosa, cenizas? ¿Qué seguía después? ¿Que repentinamente Evan y Jimi regresaran por que sabían que estaban enamorados? ¡Por favor!, pensé molesto.

Después de procesar mi bien justificado odio hacia mi madre, noté que estaba potencialmente solo. Sin nadie más. En esa casa enorme. Por suerte aún no corría ninguna clase de peligro... pero no dejaba de sentirme aterrado.

Y si mi madre había huído, eso sólo significaba que mi padre siempre tuvo la razón con respecto a ella. Para mi desgracia. También para desgracia mía, tendría que irme a vivir con él y con su novia.

Oh no. Tuve una visión del futuro. Papá ganaría la alcaldía porque como yo era su hijo y como era perfecto, todos votarían por él. Entonces él crearía una dictadura, vendría la tercera guerra mundial, Evan para presidente, Disney conquistaría el mundo y Taylor Swift seguiría llenando al mundo de canciones melosas y ciertas. No, no quería un futuro así. No si podía evitarlo.

Sólo había una cosa por hacer: mi padre no debía enterarse de que mamá huyó.

Parecía fácil. Le diría si es que venía a visitarme que ella salió o algo similar. Todo saldría bien.

Estaba pensando en eso cuando la puerta se abrió. Salí de la cocina y vi a papá en la entrada.

- ¡Papá!- dije, sorprendido y asustado-, ¿Qué haces aquí?
- ¿Eh? Esta es mi casa, por si no lo recuerdas. ¿Dónde está tu madre?
- ¿Mi madre?
- Sí, ella.
- Salió.
- ¿A dónde?
- Por ahí- dije, debía hasta sudar por los nervios.
- ¿Por ahí? ¿No te dijo?
- ¿Por qué me interrogas como detective?
- ¿Por qué sudas mucho?
- ¡No sudo!
- Definitivamente sudas.
- ¡Ah, mi sudor!- dije, estaba siendo más torpe que de costumbre-, ¡Es que estaba haciendo ejercicio!
- ¿Desde cuando te ejercitas?
- Desde hoy. Mamá me enseña a tener una vida saludable. Es más, creo que no está porque fue a correr.
- Qué mujer tan rara. Da igual. Cuando llegue dile que necesito hablar con ella.

Dicho ésto, salió y cerró la puerta. Respiré profundo. No iba a ser fácil engañarlo. Definitivamente no.

Tomé la nota y la hice bolita. La tiré por la ventana.

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