Rumores De Pasillo

11. El diario de Jimi

Dejó de besarme y me abrazó. No me moví. Nos sentamos lentamente en el suelo y me quede ahí sintiendo sus brazos alrededor de mí. No dije nada. Ya no podía decir más. Aunque fácilmente podía decirle diez cosas que me gustaban de él. Once. Doce. Más. Mil. Todo. Y no serían suficientes.

— No importa cómo haya sucedido— me dijo—, no quiero que vuelvas a alejarte de mí.
— No lo haré— dije. Aún estaba lloroso. Mis mejillas estaban calientes pero me sentía feliz.

Levanté mi rostro para mirarlo. Brillaba. Era tan hermoso. Tan bello. Tan él. Tan Evan. Nada podría arruinar ese momento... hasta que de repente la puerta se abrió de golpe. Miramos hacía ahí.
Mis padres. Y yo debía verme horrible por tanto llorar. Y Evan debía verse peor porque estaba abrazándome.

— Mamá... —dije atónito.
— ¡Un asesino ladrón de niños tiene a mi Jimi!— gritó papá antes de lanzarle a Evan la bolsa de mano de mamá.

Evan se fue de espaldas por el golpe. Olvidé que mi padre tenía una puntería excelente.

— ¡Tranquilo Jimi, papá va a salvarte!— dijo mamá alterada.
— ¡No, se equivocan!— dije asustado.
— Creo que...— dijo Evan, se levantó tocando su cara—, eso de golpear es de familia.
— ¡Cállate asesino!— le dijo papá y me cargó como si fuera un saco de papas.
— No soy ningún asesino. Aún no mato a nadie— dijo Evan que tenía una marca roja en la frente.
— ¡Papá, bájame!— le dije. Me dejó en el suelo. Luego me arrastré hasta Evan, toqué su frente— ¿Te duele?— le dije, preocupado.
— No— me sonrió—. Ahora que estás aquí estoy mucho mejor.
— ¿Qué demonios pasa aquí?— dijo papá, más confundido de lo normal—, ¿Quién es él?
— Soy Evan— dijo él—. Un placer conocerlos. Ahora, si fueran tan gentiles, me gustaría que me dieran a su hijo.
— ¡Qué!— dijo papá alterado, mamá casi se desmaya y yo sentía que estaba al borde de un ataque cardíaco.
— Jimi, ¿Estás bien?— dijo Evan, se acercó a mi—, tu cara está pálida.
— ¿Qué está sucediendo?— dijo mamá, que estaba echándose aire con un libro.

Luego le expliqué a mis padres, de la forma más simple que pude que me lastimé el tobillo y que Evan amablemente me cargó hasta ahí. Mamá entendió eso lo cuál era genial ya que ella era el objetivo de toda la explicación. Papá se dedicó a mirar con furia a Evan mientras él me miraba mientras parecía feliz.

— ¿Quieres que te lleve a ver al doctor?— dijo mamá preocupada.
— No, no es necesario— dije.
— Sí— dijo papá—. No podemos perder el tiempo con un doctor. Hay que ir con la policía y denunciar a éste sujeto.
— ¡Papá!— lo regañé.
— Vamos, John— dijo mamá—. Éste jovencito sólo ayudó a nuestro hijo a llegar a casa.
— ¿Qué no escuchaste lo que dijo? ¡Quiere llevarse a mi Jimi!— dijo papá con dramatismo.
— No, claro que no— dijo ella.
— De hecho, si pudiera llevármelo, lo haría— dijo Evan.
— ¡Aléjate de mi hijo!— dijo papá y me jaló hacia él—, Victoria, trae mi arma. Dos armas. Tendremos un duelo a muerte, él y yo.
— ¡De ninguna manera!— dije enojado, me alejé de él, me acerqué a Evan—, ¿Podrías llevarme a mi habitación?— le dije. Él asintió. Me cargó.
— ¡No voy a permitirlo!— dijo papá, pero mamá lo detuvo.
— Ni se te ocurra, John— le dijo ella.
— ¡Pero se lleva a nuestro hijo!— dijo papá alterado.
— Lo lleva a su habitación. ¡Avísenme si necesitan algo!— nos gritó ella.

Subimos las escaleras. Llegamos al pasillo. Le señalé cuál era mi habitación. Entramos y me sentó en mi cama. Cerró la puerta.

— Creo que le agrado mucho a tu padre— dijo.
— ¡No me digas! ¿Cuál fue tu primera señal? ¿Cuando quería llamar a la policía o cuando te retó en un duelo a muerte?— dije.
— Y tu mamá es muy agradable. ¿En qué estaba? ¡Ah, sí! Iba a besarte...
— ¿Qué? ¡Mis padres están abajo, si nos ven seguro que mi padre contrata a alguien para matarte!
— ¿Quieres que les diga que se vayan a dar un largo paseo por el parque?
— ¡Claro que no!— dije molesto—, ¡No puedo decirles qué hacer, son mis padres!
— Pero yo quiero besarte— dijo.

Lo observé sintiendo que todo eso era irreal. Era increíble que alguien así existiera. Pero era aún más increíble que me quisiera a mí. O eso deseaba porque yo... sí lo quería. No podía negarlo a esas alturas. Me gustaba Evan. Mucho.