Rumores De Pasillo

51. El diario de Jimi (y Alex)

Salió corriendo. Evan y yo lo seguimos. Era muy veloz. ¿Pero qué estaba haciendo?, pensé. Había besado a Evan aún sabiendo que él salía con Alex. ¿Estaba volviéndome loco? Zac tenía razón cuando dijo que las peores cosas del mundo podían justificarse con amor. Estaba bien si era por amor, pensé. Pero no estaba nada bien. Herí a Alex. Y verdaderamente no debí. Me sentía mal. Yo era de lo peor.

— ¡Espera!— le gritó Evan.
— ¡Por favor, deja que te lo explique!— dije yo.

Hacía frío, mis dedos se congelaban. Y corría tanto que empecé a perder el aliento. El sentimiento de culpa azotaba mi cabeza una y otra vez. Me preguntaba el porqué tuve que ir a ver a Evan. Debí no hacerlo. Debí ir a la casa de Zac con Will y dejar eso para otro día. Pero no, lo hice. Y aunque deseara con todas mis ganas que nada hubiera pasado, todo seguiría igual. No podía cambiarlo. Si algo había aprendido recientemente era que habían cosas que no podían repararse.

Poco a poco fui reconociendo la zona. Era cerca del edificio en donde Will trabajaba. Evan era más rápido que yo y no tardó en dejarme atrás. Perdí a ambos de vista. Los alcancé frente al edificio. Efectivamente, ahí se dirigía Alex.
Evan lo había alcanzado y lo atrapó. Él se liberó y ambos estaban hablando cuando les di alcance.

— ¡Debí saberlo!— dijo él muy triste—. ¡Lo amas a él, siempre fue así!
— ¡No es así!— dije, interfiriendo. Él me miró.
— Es así— dijo Evan, muy serio, lo observé incrédulo, se dirigió a Alex—. No puedo mentir. Menos estando él aquí. Es cierto. No quería mentir pero me obligaste. Y ahora, por más que pienso en esto, sé que las cosas están mal. El amor no es así. Tú no me amas.

Alex estaba mirando fijamente a Evan. Era como un intercambio de miradas significativas. Hablaban entre ellos. Como si estuvieran recordando cosas que pasaron hace mucho. Cosas que yo no sabía, porque básicamente no debía estar ahí, en medio de ellos dos.

— Alex, no quiero que te pase nada— habló al fin Evan—. No quiero que se repita lo de la vez anterior. Eres una persona buena. Extraordinaria. Eres perfecto. Pero no el perfecto para mí.
— Te doy lástima— dijo Alex decaído—. Siempre fue eso. Debí darme cuenta. Pensé que... lo de antes era real... supongo que estaba engañándome.
— No me das lástima— dijo Evan—. Te juro que antes de verdad me gustabas. Las cosas han cambiado un poco en los últimos meses. Ya no soy el mismo. Ya no me siento solo.
— Pero yo no he cambiado, Evan. Sigo siendo el mismo. Y sé que no voy a cambiar. Seguiré siendo así, el chico con problemas de la familia, el que nadie quiere. ¡Perdóname por no ser él!— me señaló.
— ¡Te equivocas!— dije—, no eres así. Tu familia te quiere mucho. Will lo hace.
— Yo...— dijo Evan, pero Alex se giró y se metió al edificio. Lo seguimos.

No sabía que Alex se sentía así. Lo seguimos hasta el consultorio de Will, pero no estaba ahí. Nos miramos.

— Iré a buscarlo arriba— dijo Evan, asustado—. Tú trata de encontrarlo aquí.

Asentí. Él se fue. Pensé en que probablemente quería estar solo. Evan había dicho que no lo quería de la misma forma y... cuando eso me pasó a mí, sólo deseaba estar solo y llorar. Tal vez era lo mismo para él. Aunque hacer eso no ayudaba en nada. De todas formas, era muy triste. Mi teléfono sonó. Lo tomé de mi bolsillo. Era Will.

— ¿Jimi, dónde estás?— dijo él.
— En tu consultorio. ¿Te molesta que entráramos sin permiso?
— ¿Qué haces ahí?
— Es una larga historia... Evan y yo buscamos a Alex... aunque probablemente no quiera vernos...
— ¿Alex? ¿Por qué? ¿Él está bien?— sonó muy preocupado.
— No lo sé... salió huyendo...
— Voy para allá. Por favor, no dejen que se haga daño— colgó.

No entendí. Pero se escuchaba asustado... tanto como Evan. Ambos se preocupaban por Alex. Aunque era muy tarde para evitar que él saliera lastimado. Yo lo había herido. Me sentía muy mal. Todo era tan confuso...