Rumores De Pasillo

124. El extraño diario de Zac

En la cafetería de la escuela me encontré con Jimi y me dijo algo que creía que yo podría hacer. También le contó a los demás. Sin embargo no me gustaba para nada su idea.

— Me niego— dije—. No voy a hacer el ridículo. Además, no quiero tener que dar explicaciones.
— Pero va a ayudarte mucho— dijo Jimi—. Te juro que lo hará.

Lo miré. ¿Por qué tenía esa cara tan tierna?

— Bien— le dije—. Pero sólo porque tú me lo pides. Además no quiero que esto continue. Mi padre podría enterarse y nadie debería meterse con él ahora. Resulta que es más influyente de lo que parece.
— ¡No te arrepentirás!— dijo Jimi.
— ¿Qué hay de ti?— le pregunté a Jason.
— A mí me da igual— dijo.
— ¿En verdad no te importa?— le preguntó Jimi.
— Para nada— dijo él.
— Jason es así— dijo Evan—. En verdad no suele tomarse tantas molestias. En nada, sin importar si se trata de la escuela, de los rumores o incluso de su novia.

Lo miramos atentamente.

— ¿Tienes novia?— pregunté sorprendido.
— Creo— dijo él sin mucho entusiasmo.
— ¿Por qué jamás has hablado de ella antes?— preguntó Jimi.
— Porque no tuve oportunidad— dijo Jason—. Ella no estudia aquí, por lo que nunca salió a colación en ninguna conversación.
— ¿Quién querría salir contigo?— preguntó Laura—, ¿Una loca? ¿Una psicópata?
— Stella es bastante bonita— dijo Evan—. Además de amable. Toca la guitarra en una banda. Sabe mucho de música. De hecho ella es la que me consigue mis vinilos.
— ¿La conoces?— le preguntó Jimi a Evan.
— Sí. Jason ha salido con ella bastante tiempo.
— Pero no te preocupes— le dijo Jason a Jimi—, a ella no le interesaría Evan jamás. No es su tipo. Además si yo tuviera que escoger entre salir contigo y salir con ella, te elegiría a ti.
— Eh... ¿Gracias?— dijo Jimi, avergonzado.
— ¿Ahora hasta Jason quiere quitarme a mi Jimi?— dijo Evan—, ¡Qué día tan extraño estoy teniendo!
— Si Evan no es su tipo— dijo Laura—, ¿Entonces cómo le gustan los chicos? ¿Rarod? ¿Con tendencias arrogantes? ¿Y cómo sabes que no es su tipo?
— Ella conoce a Evan desde hace más tiempo que yo— dijo Jason—. Pudo salir con él pero no lo hizo. Además naturalmente le pregunté si le gustaba Evan. Dijo que no.
— ¿Ehhhhh?— dijo Laura alarmada—, ¿Está ciega o qué? ¿Cómo puede no gustarle Evan? ¿Acaso no ha visto esa cara o qué?
— ¿Eso significa que te gusta Evan?— le pregunté a ella.
— ¡Oh por dios, hoy es un día de revelaciones!— dijo Evan exaltado.
— ¡No, no es eso!— negó ella rápidamente con la cara roja.
— Lo siento Laura— le dijo Evan, muy serio—. Pero mi corazón y otras partes de mi cuerpo le pertenecen a Jimi. Creo que eres genial y sé que un día encontrarás a alguien que te amará tanto como yo amo a Jimi.
— ¡No, estás equivocado!— dijo ella.
— ¡Eso fue hermoso!— le dijo Jimi a Evan con ojos de estrellitas—, ¡Eres tan bueno no hiriendo los sentimientos de las personas!

La presidenta llegó a nosotros.

— ¿Aún no entran a la cafetería?— preguntó—, ¿Qué hacen aquí afuera?
— Hoy es un día de fuertes revelaciones— dijo Evan—. Resulta que Jason acaba de decir que tiene novia y que fácilmente la cambiaría por Jimi. Además, al parecer, le gusto a Laura.
— ¡No digas cosas tan embarazosas así de fácil!— lo regañó Laura.
— ¡Por supuesto que le gustas!— le dijo la presidenta a Evan—, ¿Crees que no ha visto tu cara? Ella no está ciega. Además tú le gustas a todos.
— ¿Hasta a usted?— pregunté.
— Mmm...— dijo ella mientras lo miraba—... no, creo que no es mi tipo.
— ¡Menos mal!— dijo Evan aliviado—, no quería tener que rechazar a otra chica hoy.
— Pero es una lástima— dijo la presidenta—... tiene novia... creo que no se puede tener todo en esta vida... tendré que conformarme con ser bonita y potencialmente exitosa.
— ¿Perdón?— dijo Jason.
— Ok. Vamos, dejemos de revelar cosas. Es suficiente por el día de hoy— dije.

Caminamos. Había mucha gente. Nos miraron entrar. La presidenta se subió a una silla. Todos la miraron.

La idea era hacer una especie de conferencia de prensa. Según la presidenta, los famosos eran asediados por rumores siempre y los desmentían en una especie de conferencia. Ella quería que hiciéramos algo parecido. En mi opinión era una mala idea. Eso sólo nos haría ver desesperados. Como si quisiéramos tener la aprobación de todos. Además no había forma de que creyeran en mí. Yo no le agradaba a nadie. Nada de lo que dijera serviría para algo. Seguirían creyendo que mi padre arregló el certámen. Incluso tomarían mi actitud como una manera para encubrirme más.

— Escuchen atentamente— dijo ella, subiendo la voz, todos se quedaron en silencio—. Unos compañeros van a dar una declaración. Escúchenlos, es lo que merecen luego de ser acusados injustamente de cosas que no hicieron o son.

Nos miraban. Rumoraban en voz baja. Muy pronto todos aquellos rumores de pasillo revivieron en ese espacio, en la boca de todas las personas.
Lo sabía. No iban a creerme. Ni a mí ni a los otros. No tenía caso hacer nada.

— Olvídenlo— dije—. Es inútil. Por mi parte, me retiro. Tengo mejores cosas para ocupar mi tiempo.
— No te vayas— dijo Evan.

No quise saber más. Me giré y empecé a caminar.

— ¡No, espera!— gritó Jimi.

Me giré para verlo. Se subió a la silla.

— Zac no hizo eso— dijo él, alzando la voz—. Nunca haría trampa en nada. Menos en algo así. Es la persona más honorable y justa que conozco. Lo sé porque yo estuve ahí. Zac ganó porque estudió mucho. Ambos estudiamos juntos.

Las personas lo veían. Yo no podía creer lo que estaba viendo. Empezaron a hablar en voz baja todos, entre ellos.

— Pero no es necesario que lo diga yo— dijo Jimi—. Puedo demostrarlo.

Todos explotaron en múltiples expresiones.

— Háganle cualquier pregunta sobre historia a Zac. La que sea. Él se sabrá la respuesta correcta.

Jimi me miró. Se veía muy serio llevando a cabo su idea.
No va a funcionar, pensé. Las personas no quieren comprobar nada. Sólo quieren humillar a la gente porque son malas. Sólo quieren burlarse. Sólo quieren rumorar con otras sobre personas que no les agradan. No va a pasar nada...

— Yo tengo una pregunta— dijo una persona.

La miré. Era una chica. Levantó la mano. Inmediatamente después otras personas levantaron la mano también.
Simplemente no pude hacer nada más que mirarlos atentamente, asombrado por ver que la gente quería saber la verdad.

Eso sólo significaba dos cosas: que querían creerme y que Jimi tenía razón.

— ¿Cómo sabremos que la respuesta es correcta?— preguntó un tipo.
— Las buscaré en Google— dijo la presidenta—. Pueden hacerlo ustedes también en sus teléfonos. Así que adelante, empiecen con las preguntas.