Rumores De Pasillo

170. El extraño diario de Zac (y sigue el plan)

Paso 6: Hacer que Madie hablara con Lucille.

Le expliqué a ella lo que pasaba.

— ¡Eso no fue mi culpa!— dijo—, ¡Dejen que me vaya!
— Lo haremos cuando le expliques todo a la profesora— dije—. Así que deja de moverte tanto y de gritar.
— ¡Déjenme ir!

Qué ruidosa era. Como si estuviera siendo torturada. Sólo era llevada a la fuerza por desconocidos a un destino incierto, no era para tanto.

Llegamos. Ella bajó del auto.

— Ni se te ocurra irte corriendo— la amenazó George.
— Sí— dije—. Podemos ir por ti. Somos rápidos.
— No voy a hablar con nadie— dijo, enojada.
— ¿Podría ser que tú y ella no se llevan bien?— le pregunté.

Ella me observó.

— No nos hablamos desde hace tiempo— admitió.
— Pero la profesora dijo que se encontraron hace poco— dije.
— Así es— dijo ella—, pero no fue cómodo. Me odia. No va a dejar que le explique nada.
— Lo arreglaremos— dije—. No te preocupes, nos odia a todos igual.
— A George lo ama— dijo ella—, razón por la que sí está muy enfadada conmigo.
— ¿Me ama?— preguntó George con ojos brillantes.
— Pues a mí me pareció que lo odiaba— dije.
— Está actuando— me dijo—. Siempre fue muy dramática.
— ¿Te dijo que me ama?— preguntó George esperanzado.
— No, pero probablemente es así— dijo ella—. Siempre le gustaste tú. Además, se ve. Es muy obvio en realidad.

¿En verdad? Porque a mí sí me parecía que lo odiaba... quizá en verdad era malo a la hora de percibir los sentimientos de los demás.

— Entonces deberían arreglar todo eso— dije.
— Sí ella quiere escuchar yo hablaré— dijo ella.
— Escuchará— dije—. Por las buenas o por las malas. Aún tengo la soga y la cinta.
— Tú no tienes muchos amigos, ¿Cierto?— me preguntó.
— Tengo los que necesito— dije—. Los suficientes como para planear todo esto y que salga bien.
— Entonces hay que hacerlo— dijo George, motivado.

Entramos. La casa de Will lucía sorpresivamente bien. Tan aterradora y grande como siempre.

— Zac, ¿Eres tú?— preguntó la profesora, desde adentro.

Entramos. Ella se acercó. Nos observó. Parecía feliz pero cuando vio a George y a Madie su sonrisa se fue.

— ¿Qué hace ella aquí?— dijo enojada y se dio la vuelta.

Iba a escapar por la puerta trasera de la casa de Will. Por suerte yo ya había predicho eso.

— ¡Cierren puertas y ventanas!— grité.

Evan se dirigió a la cocina para evitar que la profesora escapara. Laura y Jimi cerraron las ventanas. Ella miró a su alrededor. No había forma de escapar.

— ¿Soy el único que no sabe qué está pasando aquí?— preguntó Will.
— Es un encuentro de reconciliación— dije—. Ellos tres van a hablar.

Madie miró a George y él observó a la profesora.

— Luci— dijo George—, deja que te expliquemos.
— No quiero escuchar nada de ustedes— dijo ella.
— Luz— dijo Evan—, no puedes evadir el problema para siempre. Huir no resuelve nada.

Ella observó a Evan. Luego miró a todos.

— Si no quieres escucharlos a ellos— dije—, podemos ir por el otro chico.
— ¿Qué otro chico?— preguntó Will.
— Tu amigo, el único que les falta para el reencuentro universitario. Sabemos dónde trabaja— dije—. Y tengo sogas y cintas en el auto de George. Traerlo aquí será fácil.
— Creo que no es necesario que Lou se vea involucrado en esto— dijo Will.
— Pero yo quería usar las cintas...
— De acuerdo— dijo la profesora—. Hablemos.

Los dejamos hablar en una habitación. Los demás nos quedamos en la sala, esperando.

— No debimos dejarlos ahí— dijo Evan—. Luz sabe cómo defenderse con cualquier cosa.
— Tranquilo— dijo Will—, no hay cosas peligrosas ni puntiagudas en mi casa.
— ¿En verdad?— dijo Laura—, ¿Estás seguro de que no las perdiste?
— Sí— dijo Will enojado—, estoy seguro. No perdería algo así.
— ¿Por qué no hay?— preguntó Jason.

Will nos observó. Bajó la mirada.

— Temía que Alex pudiera lastimarse— dijo.

Nos miramos sorprendidos.

— Por cierto, ¿Él dónde está?— pregunté.
— En casa de mis padres— dijo Will.
— ¿Por qué? ¿Le pasó algo?— pregunté.
— No, es sólo que mi madre quería pasar tiempo con él.

Nos quedamos en silencio. Le habíamos contado a Laura y a Jason lo que había pasado la navidad pasada. Entendían a la perfección lo que pasaba.

— Parece que están discutiendo— dijo Laura.

Escuchamos. Hablaban mucho. Decidimos dejarlos.

— Ustedes antes eran buenos amigos, ¿No?— preguntó Jimi.
— Sí— dijo Will.
— Parece que se separaron— dijo Jason.
— En realidad no me di cuenta de en qué momento pasó— admitió Will—. Al salir de la universidad todos seguíamos en contacto pero como nuestros intereses eran diferentes en algún momento nos alejamos.
— Lo entiendo por los demás— dije—, pero tú y la rubia se dedicaban a lo mismo, ¿No?
— Sí— dijo Will—, trabajábamos en el mismo lugar. Pero nuestros horarios eran diferentes y el trabajo era tan estresante que casi nunca coincidíamos.
— Eso es muy triste— dijo Jimi.
— ¿Creen que nos pase eso a nosotros?— preguntó Evan.

Nos miramos entre sí.

— Probablemente al salir de la escuela nos separemos— dijo Jason—. Somos de diferentes grados y no estudiaremos lo mismo.
— Pero no quiero que eso pase— dijo Laura—. Ir a diferentes escuelas no necesariamente significa que dejemos de ser amigos. Will no estudia con nosotros y aún así podemos verlo muy a menudo.
— Porque estamos relativamente cerca— dije—. Nuestros horarios se coordinan y terminamos pasando tiempo juntos. Sin embargo, después de la escuela no tendremos tanto tiempo.

Nos miramos. Yo los observé. Entendí a lo que se refería Will cuando dijo que perder amigos era horrible. La sensación de que fuéramos a separarnos daba miedo. Como si la amistad tuviera fecha de caducidad. No me había dado cuenta de lo mucho que me había acostumbrado a ellos. Ya no recordaba cómo era la soledad.

— No importa qué digan— dijo Jimi, de la nada, en medio del incómodo silencio—, yo siempre seré su amigo. Estaré ahí cuando me necesiten.
— Es cierto— dijo Evan—. Quizá no podremos vernos siempre pero eso no significará que no seamos amigos.
— Estoy segura de que encontraremos una forma de poder vernos como ahora— dijo Laura.
— Cierto— dije—. Probablemente en el futuro necesitaré ayuda para llevar a cabo un plan elaborado sobre secuestrar a alguien. Ustedes me ayudarán entonces.
— ¡Secuestrar es ilegal!— dijo Will.
— Funcionará— dije—. Ustedes me ayudarán con mi descabellado plan mientras Will me recuerda que es ilegal.
— Pues que así sea— dijo Jason.

Los observé. Ese día, mientras estaba sentado en el sofá con ellos, deseé jamás tener que separarnos. Sabía que era imposible, pero no perdía nada con desearlo.

Me sentí afortunado.