Capítulo 19: "Confesiones"

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Daryl y yo corrimos hacia el lugar de donde venía la especie de llanto, – Es imposible – me dije entre pensamientos. Entramos a un pabellón, pero solo había una sala, no vimos ninguna puerta ni nada. Escuchamos el llanto de nuevo, y vimos que venían de la parte de un gran armario.

Nos acercamos y vimos que el armario bloqueaba la puerta a otra sala, al parecer la habían puesto ahí. Lo movimos y entramos, vimos un pequeño pabellón y al fondo un gran cristal. Estaba todo lleno de sangre, Daryl abrió la puerta y al entrar vimos lo que jamás nos hubiéramos imaginado.

El lugar al cual habíamos entrado era una sala de incubadoras, donde se colocaban a los bebés recién nacidos. Había en el lugar, 10 incubadoras y cada una tenía un bebé. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo cuando me acerqué a una incubadora, Daryl estaba a mi lado. Ahí estaba un bebé, estaba todo desnudo con un pequeño pañal ya sucio y totalmente delgado, al verme con sus ojos de color rojo, comenzó a agitarse y mover sus manos haciendo el esfuerzo de poder levantarse, saltar hacia mí y poder comerme... Sí, se había convertido en un caminante. Ante el sonido o gruñido de ese bebé, los demás comenzaron a agitarse también.

- ______: (observando a los bebés) No tienen mordidas ni nada, ¿cómo es posible? Los encerraron, debieron morir de hambre.

- Daryl: Hay algo que no te hemos dicho...

- ______: ¿Qué cosa?

- Daryl: Todos estamos infectados...

- _____: (sorprendida) ¿Qué estás diciendo?

- Daryl: Antes de instalarnos en la prisión, estuvimos en el Centro de Control de Enfermedades. Ahí nos enteramos que todos estamos infectados con el virus, que si no mueres de un disparo en la cabeza te convertirás en uno de ellos.

Te quedaste en silencio, tenías que procesar todo lo que te había dicho Daryl. Al fin de cuentas, no había manera de combatir esto, todos estábamos condenados y tarde o temprano nos convertiríamos en esas cosas, andaríamos sin rumbo y hambrientos por el mundo. Saqué de mi pierna el cuchillo que tenía...

- Daryl: No tienes que hacer eso...

Me acerqué a uno de los bebés, me miraba hambriento, vi su nombre, se llamaba como yo. Sentí un nudo en la garganta y le clave el cuchillo en la cabeza, caminé hacia otro bebé e hice los mismo, vi que Daryl también se encargaba de los otros. Había matado a cuatro bebés, Daryl al resto, pero me sentía tan extraña. Eran pequeñas vidas que habían llegado al mundo en busca de felicidad, pero el destino se interpuso y se convirtieron en esas cosas. De pronto a mi mente vino la imagen de la hija de Rick y ahora sabía que él hubiera hecho lo que fuera por darle de comer algo y que no le pasara nada a su bebé, era su hija y representaba su amor de padre. Sentí que Daryl me miraba, pero no lo mire, – Iré al segundo piso a buscar provisiones – dije fríamente y salí del lugar.

Vacié por completo el segundo piso, había encontrado algunas cosas y una pequeña farmacia donde encontré varios medicamentos, y materiales como vendas, alcohol entre otros, pero no leche. Daryl me llamó, sabía que era hora de irnos, así que cogí mi mochila y baje hacia el primer piso. Hizo una seña indicándome una puerta trasera de la clínica, así que salimos sigilosamente y subimos a su motocicleta, regresábamos a la prisión.

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The Walking Dead Serie - Novela Daryl Dixon (Norman Reedus) y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora