Por alguna extraña razón que según ella no iba al caso, Camila Suarez había intuido que Jean Manuelle iba a seguirla o algo parecido, por lo que no le sorprendió de pronto verse caminando con él por el campo y al mismo tiempo intentando no pensar en nada con aquella extensa y variada campiña irlandesa a la vista en cuanto a relieves y colores y formas. Luego caminaron en dirección hacia las costas.
— Me ayuda bastante esta amistad —Dijo Jean Manuelle, en español.
— ¿Por que, si se puede decir?
— Estaba entre venir a matricularme aquí o ir a Sudamérica para poder perfeccionar mi español. Este vínculo que tenemos me ayuda bastante a no pensar en si las decisiones que he tomado han sido buenas o no.
— Tu vocabulario es muy bueno —Dijo Camila, indiferente ante aquel cortejo tan afrancesado de su parte— No sé de qué te quejas.
— Y tengo algo muy bueno además del vocabulario. ¿Te gustaría verlo?
Camila Suarez consideró que aquello era demasiado pronto y se rió, mientras Jean Manuelle le hacía un gesto sugerente y al mismo tiempo buscaba y buscaba por los bolsillos de su chaqueta.
— Acá está —Dijo él, mostrándole un frasquito—. Me dio la impresión de que pensaste otra cosa.
— ¿Esto que es? — Preguntó ella, indiferente.
— Marihuana prensada con químicos no dañinos traída directamente desde Albania. ¿Que te parece?
— Nunca he probado la marihuana europea —Respondió Camila.
Jean Manuelle sonrió con todas sus fuerzas, puesto que sabía que su sonrisa era prácticamente irresistible para casi todas las chicas que conocía en ese tipo de ambientes.
— Pues para todo hay una primera vez.
Camila pensó que todo aquello iba a ser una excelente aventura literaria si es que decidía ver las cosas de ese modo.
— ¿Te parece si bajamos hasta el mar para fumarnos esa cosa? La verdad es que me convenciste. El no poder beber alcohol va a hacer que quiera reemplazarlo por otra cosa.
— Pues me parece excelente ¡Vamos!
Camila Suarez estaba segura de que Jean Manuelle quería tener sexo con ella y aquello nadie se lo quitaba de la cabeza. Era lo que ella denominaba como una corazonada.
____________________________
Una vez que llegó a casa, Lana Smith se encerró de inmediato en su habitación. Sentía que debía aprovechar ese instante de buena suerte en el cuál tanto Fanny Silverstein como Constanza Müller aún no la acosaban con preguntas incómodas, ya que simplemente sabían lo que sabían todos.
Decidió crear un chat grupal con todos los números telefónicos con sus compañerxs y uno de aquellos benditos perfiles no tardó en comenzar a escribir.
— ¿Que sucede realmente? —Escribió Enzo Ferratti.
— Aquí en casa, ansioso por que llegue luego la hora de la fiesta —Le respondió Tom mc Carty.
— Ese es el primer objetivo de este grupo —Escribió rápidamente Lana Smith— Deberíamos partir para organizarnos e ir a la fiesta. No sé si iremos todos juntos o qué.
En eso Lana ve que uno de aquellos números tardaba demasiado en escribir y aquello la puso bastante nerviosa, puesto que temía que le preguntaran más cosas con respecto a lo que estaba haciendo.
— Quisiera pedir disculpas si es que ofendí con mi actitud de esta mañana —Había escrito Hans Wörns— Se supone que somos escritores y debemos tolerarnos unos a otros, dando lo mismo como nos expresemos, puesto que todos aquí tenemos culturas distintas.
ESTÁS LEYENDO
Publicidad Engañosa
Teen FictionMak Savicevic, un joven y prometedor escritor que además de odiosamente competitivo es independiente financieramente, decide matricularse en la academia de escritores con el fin de competir por el preciado trofeo nobel de literatura digital. Los pri...