Archivos residuales (1)

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Un mes más tarde (Leer Cayendo en la trampa)

Javier Busquets estaba harto de ser Javo Sczibor y viceversa.

— Vas a tener que estar tú a cargo de la vigilancia de ese tipo de aquí en adelante —Le dijo su padre, con un tono y volumen de voz bastante autoritario —. Algún día Sonia va a recuperar la cordura y también el control de su vida y ahí quiero ver a ese idiota de Caks ¡Suerte nuestra que logramos extraditarlo desde Sudamérica! ¡Conmigo va a estar un buen tiempo en la cárcel ese gordito apestoso! ¿Que clase de ineptos egresaron de tu generación? ¿Que clase de policía inteligente estamos formando?

Más allá de estar cansado de recibir órdenes en su trabajo, lo que más afligía a Javier Busquets era el auténtico desorden en lo cual consistían las instrucciones que recibía. Un día era una cosa y después otra y nadie le explicaba nada.

— ¿Qué me aconsejas en este caso, padre? —Preguntó Javier, bastante fastidiado.

— Que te acerques a Lerka, a esa chica que estaba con el inútil de Caks, acompañándolo y haciendo un verdadero escándalo ¡En Europa hubiese sido peor! Que te acerques a ella en cuanto aparezca en tu vida.

— No entiendo por qué habría de hacerlo.

— ¡Formar alianzas! —Exclamó su padre— ¡Formar alianzas! ¿Como no vas a ser capaz de hacerte amigo de ese chico Bosnio? Ese chico va a heredar un montón de poder y un montón de dinero y tienes que estar ahí para asesorarlo cuando eso ocurra, cuando en un futuro no muy lejano se haga cargo de los destinos de nuestro país. Lerka va a ser quien te va a ayudar a conseguir el objetivo.

Javier Busquets no estaba para escuchar a nadie. Era primera vez en años que no se sentía de aquel modo que le costaba explicarse, que era como una especie de crisis existencial o algo muy parecido.

Algo se había quebrado en él después de saber las atrocidades que había vivido Sonia y decidió hablar con la verdad, tomando en cuenta de que estaba seguro que aquello no iba a tener consecuencias.

— Me siento muy solo, padre. Esa es la verdad.

Hubo un silencio que respondió por si solo.

— Podrías buscarte una novia o que se yo ¡Lo importante es que te mimetices ahí en esa famosa academia de una maldita y buena vez! ¡Haz tu maldita vida ahí hasta que aparezca Lerka que también te va a ayudar a mimetizarte en la vida de él! ¿Entiendes?

Javier Busquets aprovechó la pausa para encender un cigarrillo.

— Tienes dinero y tienes tus atributos, Javo. Cualquier chica querría estar contigo para que dejes de sentirte así de solo.

— No es esa la clase de soledad de la cual me gustaría curarme.

— ¿A qué te refieres exactamente, Javo Szcibor? ¿Quieres que te envié a nuestra ama de casa o algo así?

Se suponia que estaba hablando con alguien de confianza como lo era su padre y optó por mostrarse exageradamente vulnerable según lo que era capaz de conocer de si mismo.

— Estoy acá, lejos de mamá y lejos de papá. Lamentablemente no soy tan duro como creí —Respondió, lo más melancolicamente que pudo.

— ¿Y qué es lo que necesitas en estos momentos precisamente? Si mal no recuerdo, es imposible detener esta misión porque después puede ser demasiado tarde.

En eso se imaginó a sus padres de visita con él en su casa y aquello le dió casi como vergüenza ajena.

Optó por usar un tono algo más profesional.

— Solo quiero recibir instrucciones precisas, quiero saber a qué va todo esto —Dijo, haciendo énfasis a la palabra precisas—. Quiero saber cuando va a terminar este maldito trabajo.

— Eso es bastante difícil de conocer y tú lo sabes. Ahora te tengo que dejar porque hay demasiadas cosas que hacer aquí. Espero que estés muy bien, Javo Szcibor.

Acto seguido su padre colgó y Javier Busquets lanzó su teléfono sobre su colchón, así como haciéndolo rebotar. En parte era un alivio no contar con él tomando en cuenta que dentro de lo cerdos que eran en la policía inteligente, el era uno de los más cerdos.

Pensaba en encontrar la cura a esa sensación.

En eso se sirvió un vaso con whisky, pensando en que lo mejor que le podría llegar a pasar en esos casos era dejar embarazada a una chica o algo así con el fin de optar por una vida normal, con un empleo corriente como cualquier ser humano y a cargo tambien de una familia común y corriente.

Se le ocurrió en esos instantes hablar por videollamada con Jessica Córdoba. De todas las que había conocido durante el último tiempo ella era la chica perfecta; Hermosa y curvilínea, necesitada tanto de dinero como de compañía y la mejor de todas en general tomando en cuenta que también tenía talento, tanto con las letras como con su boca y otros conductos receptivos de lo que el tenía entremedio de sus piernas para ofrecer.

En eso la ve aparecer en la pantalla de su móvil. Estaba en una especie de piscina o algo así y todo se veía limpio y lujoso.

— ¿Dónde estás? —Le preguntó en el acto Javier Busquets— ¿Qué haces ahí?

— Estoy aquí en Ibiza acompañando al abogado del diablo ¡Me va a pagar el dinero suficiente como para saldar la deuda que tengo contigo!

— ¡Yo no te pedí eso, de verdad que no! —Exclamó Javier, sintiéndose algo conmovido— ¡No necesito que me devuelvas nada! ¡Lo único que quiero en estos momentos es verte!

A falta de Sonia, Javier Busquets sentia que la necesitaba un montón en esos momentos.

— ¿Por qué dices eso ahora?

— No lo sé —Respondió Javier, intentando sonreír— Debe ser por la emoción que me proporciona el hecho de que aún estás dispuesta a comunicarme conmigo.

En ese momento Jessica Córdoba tragó un buen sorbo de aquel cóctel de frutas que bebía.

— La verdad Javier es que si no fuese por el asunto de la deuda, yo jamás te hubiese contestado ¡Lo que menos quiero en estos momentos es saber de tí!

Javier Busquets se apenó profundamente al oír aquello. Incrementaba notablemente aquella especie de crisis existencial que sentía en ese momento, una cuestión que se hacía cada vez más intensa.

— Solo me gustaría que tuviésemos la oportunidad de hablar aunque sea por última vez ¿Cuando piensas volver?

— Tengo que intentar volver pronto. Las clases están a punto de comenzar y se viene el torneo más importante ¡La academia siempre va a ser mi prioridad! ¡Adiós Javier!

Acto seguido Jessica Córdoba se deshizo de la llamada tras hacerle una seña con la mano y Javier Busquets sintió unos profundos deseos de llorar.

Con el fin de encontrar algo de claridad o al menos perderla definitivamente, Javier Busquets le dió un buen trago a la botella que estaba sobre la mesita de centro. Por lo menos había que volver a la academia y por el momento, dicha situación le daban cosas extras en las cuales pensar, más aún considerando que iba a volver a tener la posibilidad de ver a Jessica Córdoba todos los días, tomando en cuenta que para ella las letras eran su prioridad absoluta en la vida.

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