Verdades artificiales (18)

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Mak Savicevic abrió los ojos y ahí estaba Lerna, dándole la espalda y pegada a su cuerpo. Sintió deseos de despertarla con el fin de que le otorgara una réplica de lo ocurrido la noche anterior antes de irse a clases pero su capacidad de razonar le ganó, levantándose inmediatamente con el fin de meterse a la ducha.

Cuando salió del baño Lerna ya estaba en pie, aunque aún con ropa de cama.

— Iré a mi cama a dormir —Dijo, tras acercarse y darle un ligero beso en la boca—. Espero que mamá no se haya dado cuenta que pasé la noche afuera.

— ¿No le gusta que pases la noche afuera?

— No es eso. Mamá duerme toda la noche y si llego ahora no se va a dar cuenta, es lo único que me importa. Simplemente no me gusta estar dando explicaciones, no sé si se entiende.

— Se entiende perfectamente —Dijo Mak—. Hoy es el último día de la temporada regular, creo. Saliendo de clases paso por tu casa ¿Crees que esté tu madre a esas horas?

— Debería estar —Dijo Lerka—. Espero que salga todo bien en tus clases. Por favor intenta concentrarte.

Tras volver a recibir un ligero beso en la boca, Mak Savicevic fue hasta su habitación y tomó sus cosas. Decidió beber café en la cafetería de la academia en lugar de hacerlo en su casa, tomando en cuenta que se le venía una jornada muy importante en términos de lo que era su futuro y qué, bajo esa lógica, las cosas requerían algo más de solemnidad.

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Tras haber madrugado considerablemente producto de aquella ansiedad que no le había permitido dormir muy bien, Reno Cauldfield estaba ahí incluso antes de que la academia abriera sus puertas y estaba seguro de que iba a encontrarse con su compañero antes de que comenzaran las clases y ahí lo vió, traspasar hilarantemente aquellas puertas de vidrio.

— ¡Mak! —Exclamó, en cuanto lo vió— ¡Sabía que te encontraría aquí!

Tras pasarse la parte trasera de su mano derecha por los ojos, Mak Savicevic lo saludó, así como queriendo espabilar antes de hacerlo.

— Disculpas por no responder anoche —Dijo Mak, con una sonrisa— ¡Acabo de gestionar uno de los mejores negocios de mi vida!

— ¿El viaje a Sudamérica?

— Así es.

— ¿Te vas con esa chica que ayer estuvo en mi casa?

— Con ella y con la madre.

— ¿Y cuándo te marchas?

— Hoy lo sabré. Todo depende cuanto dure este receso ¿Por qué llamabas tanto ayer? ¿Pasó algo?

— Nada en particular. La ansiedad y los asuntos del corazón. Bueno. Tú me conoces.

Se acercó una chica que ellos no conocían a tomarles la orden.

— Hola –Dijo ella, con una sonrisa—. Mi nombre es Paula y soy la nueva camarera de este lugar ¿Qué se van a servir?

— Mucho gusto, Paula —Dijo Mak, descubriendo que ella estaba mirando a Reno—. Dos expresos dobles, por favor.

— ¿Algo más?

— Eso sería —Respondió Mak, descubriendo que Reno estaba bastante avergonzado por las miradas que le echaba Paula.

Acto seguido la camarera se alejó y Reno Cauldfield suspiró profundamente.

— ¿Alguna novedad anoche? —Preguntó Mak, intentando cambiarle el tema a su amigo para no incomodarlo— ¿Fuiste a la fiesta?

— Mejor ni me hables de eso. Creo que ahora sí que Lena Smith no me habla más.

— Da igual —Respondió Mak, jugando con las servilletas—. Esa chica no vale la pena porque lo más probable es que ella sepa lo que tú sientes y además tiene novio. Lo que sí vale la pena es observar a tu alrededor.

En eso Paula llegaba rápidamente con la orden y los ojos de Reno simplemente no podían con aquel pelo crespo y aquella piel morena cuyas curvas lo iluminaban todo. Mak Savicevic no pudo evitar soltar una sonrisa mientras los ojos de su compañero parpadeaban a un ritmo muy poco habitual.

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Una vez en el coche, Javier Busquets decidió comenzar con lo que el llamaba su jornada laboral, que en realidad eran sus asuntos creativos como funcionario de la policía inteligente. Las instrucciones de Caks habían sido bastante claras al respecto.

— ¡Lerna! —Exclamó— ¿Cómo amaneciste?

— Aún no amanezco. Estaba durmiendo porque anoche estaba siguiendo tus instrucciones ¿Qué es lo que sucede?

— Quisiera saber si ya cumpliste con mi encargo.

— Ayer terminé —Dijo—. Aquella molestia goma de mascar está prácticamente en todo el calzado de Mak. No tienes que preocuparte de nada.

— Muy bien —Dijo el— ¿Cómo van las cosas con el viaje a Sudamérica?

— Mak ha aceptado increiblemente rápido. Tiene una disposición enorme a viajar lo antes posible.

— ¿Crees que ya esté enamorado de tí?

— No lo sé, la verdad. Con Mak nunca se sabe. Lo que más le importa son su trabajo y sus estudios.

— ¿Crees tú que acepte armar una vida en Sudamérica contigo una vez que logremos deshacernos de su madre?

— ¿Cómo así? ¿A qué diablos te refieres? Se supone que mi trabajo consistía en hacerme pasar por la hija de Sonia para generar un entorno que le diese más confianza a Mak. Una madre soltera con su hija en un país extranjero se supone que era un muy buen argumento, según Caks. Después me enviaron a conquistar a Mak. La verdad es que no entiendo nada.

Javier Busquets no sabía cómo expresar sus propósitos en medio de aquel diálogo telefónico. No quería hacerle daño a Mak y concluía que alejarlo de todo era la única manera de salvarlo, tomando en cuenta que Caks iba sí o sí tras su pellejo.

— Me tengo que ir a clases —Dijo— ¿Te parece que nos reunamos en un rato más? Dinero hay, para que puedas hacer tu vida lejos de todo en cualquier parte.

— Sería lo más oportuno —Respondió Lerka—. Me gustaría eso sí, antes, pedirle la opinión a la auténtica Lerka. Ella es mi protectora. Quiero volver a ser Katiuska, que ni a tí ni a Caks se les olvide.

Acto seguido Lerna colgó, en el momento justo que Javier Busquets llegaba a la academia. Vio a Jessica Córdoba frente a si mismo y simplemente pasó de largo.

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