El poder del agua (5)

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Rob Irwin estaba encerrado en su habitación. Se había propuesto adjudicarse el torneo de habilidades literarias tipo agua con alguna zátira hacía el concepto de vulnerabilidad y en eso estaba jugando con el control remoto, intentando cazar algo de inspiración en lo que él consideraba que era la maldita televisión, cuestión que según él hacía que la gente lo idealizara absolutamente todo con aquella perfección que tan idiota y artificial consideraba tomando en cuenta el mundo en el cual vivía.

Si bien la vida en la academia era un asunto que disfrutaba bastante gracias a lo que eran sus amigos y la competencia, sentía que su vida prácticamente no tenía sentido. No le gustaba el mundo en el cuál vivía y cada vez le dolía más enfrentarlo.

En eso golpean la puerta de su habitación y se levantó a abrir inmediatamente.

— Entra, gordo —Le dijo.

Hakan Mastouri portaba dos latas de cerveza.

— ¿Y ese milagro que no estas bebiendo, hermano? —Le preguntó Hakan.

— Quiero ganar el torneo de habilidades literarias tipo agua, hermano. He estado mucho rato concentrado en eso.

— ¡Y yo que pensé que querías seguir celebrando! —Exclamó Hakan, haciéndose el ofendido.

— Tienes razón —Dijo Rob, casi sutilmente.

Acto seguido tomó la cerveza y la abrió con su encendedor, dejando la televisión en un partido de la premier league. Luego pegó un buen trago mientras su compañero encendía una colilla de marihuana sin tomarse la molestia de pedirle permiso.

— Creo que dimos en el clavo, hermanito —Dijo Hakan, expulsando una abundante cantidad de humo mientras que con un gesto Rob Irwin le pedía de aquello— ¡Los alucinógenos nos dieron el poder de nuestras vidas!

— ¿Tú decís hermano mío?

— Absolutamente. Siempre que sea un viaje muy de vez en cuando.

— ¡Sería genial convencer al Bosnio transgresor y al hermano Reno para que se sumen al viaje en el Grand Slam.

— Eso no importa ahora, hermano —Dijo Hakan— ¿Que vas a hacer hoy a la noche?

— Mañana hay clases, gordo.

— ¿Y qué importa? ¿Cómo estás como para cobrar un premio?

— ¿Un premio? ¿A qué diablos te refieres?

Acto seguido Hakan Mastouri tomó el control remoto del televisor y le dió un mínimo de volumen.

— Creo que nunca te he dado las gracias por todo lo que has hecho por mí —Le dijo Hakan.

Rob Irwin tomó su lata de cerveza y la chocó suavemente con su compañero.

— En fin —Continuó Hakan— Por lo demás ganamos este torneo, así es que...

—... Qué?

— Te quiero llevar a un lugar dónde lamentablemente no están invitados ni Mak Savicevic ni Reno Cauldfield ¿Te animas?

Sin decir ninguna palabra, Rob Irwin puso los ojos como si estuviese mirando el horizonte en alta mar. Sentía que tal vez aquella salida iba a obtener la respuesta.

— ¡Vamos! —Exclamó Rob Irwin, de pronto entusiasmado— ¿Dónde pretendes que vamos?

— Eso es sorpresa —Dijo Hakan—. Yo me terminó de beber esta cerveza en mi habitación. Bajo por tí dentro de una hora.

Tras oír el sonoro portazo de su compañero, Rob Irwin le subió el volumen al televisor. Luego sintió la necesidad de ir al refrigerador por más cervezas.

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Habían llegado sin decir nada hasta la casa de Jessica Córdoba, quien se sentía mucho mejor tras comer chocolates proporcionados por Reno Cauldfield, quien los había encontrado en la guantera.

— Muchas gracias chicos —Dijo ella, algo mejor— ¿Les gustaría pasar a tomar el té?

— ¿Que dices? —Preguntó Mak.

— Cómo tu digas —Le respondió Reno.

Jessica sonrió como con melancolía.

— Quedemonos un rato —Dijo Mak.

Reno Cauldfield apagó el motor, percibiendo como una especie de incomodidad por algo que no sabía cómo identificar.

En eso estaban entrando a la casa de su compañera cuando se oyeron unos pasos casi corriendo.

— ¡Jessica! —Se oyó también una voz masculina.

Una vez que se giraron vieron a un tipo que media algo así como un metro ochenta. Su rostro era muy blanco y su cabello demasiado negro.

— ¡Andrés! —Exclamó Jessica— ¿Qué haces aquí?

Andrés se quedó de pie ahí, a cierta distancia, mientras ella estaba más que sorprendida por aquél reencuentro.

— ¿Acaso no me vas a saludar? —Preguntó él, con una sonrisa de extremo a extremo

Jessica Córdoba no pudo evitar darle un abrazo casi llorando, mientras Andrés también procedía a emocionarse según Mak, que desde cierta perspectiva de pensamiento no entendía que diablos estaba haciendo ahí. Reno Cauldfield miraba el suelo, bastante incómodo por estar casi poco menos que interrumpiendo un reencuentro.

— ¿Estos tipos quienes son? —Le preguntó a Jessica, hablando en inglés.

— Son mis compañeros de academia. Íbamos a estudiar un rato.

— Mejor nos vamos —Se apresuró en decir Mak Savicevic.

— Me gustaría que se quedaran, por favor —Dijo Andrés— ¡Me gustaría conocer tu mundo lo antes posible amor mío! —Exclamó, ante la suplicante mirada de Andrea.

Mak y Reno se miraron un par de segundos antes de aceptar aquella proposición de muy mala gana, haciendo enormes esfuerzos por disimular aquella poca disposición

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Caks se había ido prometiendo regresar al día siguiente y Javier Busquets sintió una enorme necesidad de tener noticias sobre Jessica Córdoba, a quien llamaba y llamaba y por más que lo intentaba ella no le respondía.

Estaba a punto de ponerse de pie con el fin de ir a buscarla a casa cuando de pronto su celular le marcaba una videollamada de un número desconocido con múltiples dígitos.

Era nada más y nada menos que Sonia.

— ¿Estás ocupado? —Le preguntó a Javier.

— La verdad es que no —Respondió él— ¿Necesitas algo?

— ¡Por supuesto que necesito informes, idiota! Ponte cómodo, por favor.

— ¿Para qué?

— Quiero ver cómo duermes.

Acto seguido, Javier acomodó su celular en un atril y luego de aquello se desvistió completamente. Se aseguró de que Sonia lo estuviese mirando y le mostró toda su desnudez, de arriba hacia abajo.

— ¡Guau! —Exclamó Sonia— ¡Yo debería estar ahí ahora!

— No sería muy buena idea —Respondió Javier Busquets—. Tu hijo me tendría odio.

— ¿Y qué me importa a mí que el te tenga odio? Se supone que soy yo quien quiere estar cerca de él. Creo que podré viajar a Castlebar de infiltrada por un par de semanas ¿Qué crees tú qué sea una buena idea como para acercarme a mi hijo sin que él lo note?

Recordando la media mamada de Jessica, Javier Busquets comenzó a tocar su verga lentamente ante la atónita mirada de Sonia, quien también le hacía gestos de que se estuviese tocando.

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