Verdades artificiales (15)

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Pensando en si realmente era apropiado o no lo que estaba haciendo, Reno Cauldfield se dirigió hasta el departamento de Mak Savicevic, considerando que no había respondido el teléfono.

Grande fue su decepción cuando comprobó  que en la casa no había nadie. De todos modos siguió insistiendo.

Estaba a punto de retirarse de ahí cuando sonó su teléfono. Sus nervios se duplicaron cuando oyó la voz de Lena Smith.

— Hola Reno —Dijo– ¿Como va todo?

— Pésimo —Respondió—. Mak no está y no sé que hacer.

— Opino que deberías venir de todos modos. Aparte de lo del asunto de la competencia y esperar que esta junta nos sirva para terminar de armar los equipos, es la inauguración de mi casa ¿Por qué no vienes? ¿Qué te cuesta?

A Reno Cauldfield no le gustaba mucho la idea de hacer eso sin el consentimiento de su compañero.

— Lo voy a pensar —Respondió—. Estoy un poco cansado, de todos modos.

— Si te duermes temprano puedes usar mi cama, por eso no te preocupes.

— Muchas gracias —Dijo Reno—. Ahora te tengo que colgar porque necesito buscar a Mak.

— Que no te olvides que te estoy esperando aquí.

En estricto rigor fue Lena Smith quien colgó, y aquello fue un nuevo dolor de cabeza para Reno, quien se debatía constantemente entre sí ir o no ir.

Se le ocurrió llamar por teléfono a Hakan Mastourí, quien inesperadamente le contestó en el acto.

— Reno —Dijo el— ¿Qué sucede? ¿Como estás?

— ¿Has sabido algo de Rob? —Preguntó, casi sin respirar?

Hubo un pequeño silencio, que en parte ameritaba la respuesta que iba a oír.

— La verdad es que no he sabido nada de él. He estado todo el día en casa y pues bueno, no ha aparecido por ninguna parte.

— A mi me dijo que se retiraba de la carrera.

— A mi también me dijo lo mismo.

— ¿Entonces qué haremos?

— Esperar hasta mañana, supongo. Es lo mejor ¿No crees?

— Hay una fiesta en casa de Lena Smith ¿Vas a ir?

— La verdad es que no podré ir porque estoy trabajando.

Pese a que respondía todas sus preguntas, Reno Cauldfield notaba cierta hostilidad en la voz de su compañero. Decidió no insistirle.

— Muy bien ¿Nos vemos mañana entonces?

— Te aviso cualquier cosa. Buenas noches, Reno.

Hakan Mastourí le colgó, al igual que Lena Smith. Pese a que hacia enormes esfuerzos por conservar la calma, Reno Cauldfield no podía evitar sentirse en un estado de desesperación que tal vez no conocía en su vida.

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Kate Miller trabajaba con ahínco. No le gustaba el resultado de lo que estaba haciendo, pero de todos modos estaba dando el máximo. Estaba en un párrafo más o menos complicado producto de que no estaba acostumbrada a ese tipo de escritura cuando vibró su teléfono que estaba al lado. Era nada más y nada menos que Tom Mc Carty.

— Hola amiga –Le dijo—. Se supone que ibas a llamar ¿No? ¿Qué te pasó?

— Estoy trabajando, Tom, mil disculpas ¿Pasó algo? ¿Alguna novedad?

— Ahí estábamos con Jack, intentando resolver eso del integrante que nos falta. Quiere ir si o si a la fiesta que va a dar Lena Smith para resolver eso ¿Vas a poder ir?

— Me quedan por lo menos un buen par de horas de trabajo —Respondió Kate, aprovechando aquella llamada para ir corrigiendo la ortografía simultáneamente—. Después de eso no sé si tenga energías para salir porque hay que levantarse temprano mañana.

— Jack Adams propuso a Enzo Ferrati para nuestro equipo ¿Qué te parece la idea?

— Antes de darte una respuesta, me gustaría saber en qué se basa Jack Adams para hacer esa elección.

— Dice que le da un poco de lástima, porque pese a que sus resultados no han sido muy buenos, Enzo Ferrati es voluntarioso. Piensa que puede hacer todo el trabajo sucio y que debido a su pésimo lugar en el ránking no va a tener derecho a reclamar.

— ¿Cómo así?

— Así mismo pues. Estratégicamente piensa que no nos conviene sumar a alguien de mejor ranking en el equipo porque nuestros egos podrían llegar a dispararse.

Tras oír aquello, Kate Miller no pudo evitar reírse, más aún al imaginarse que ella tenía la ilusión en parte de contar con Mak Savicevic para aquello, pese a que a esas alturas lo veía casi como una misión imposible.

— Muy bien —Dijo Kate Miller— ¿Te parece si te llamo cuando termine aquí?

— Me parece muy bien ¡Por favor trata de apurarte!

Kate Miller colgó y retomó inmediatamente su trabajo en el mismo punto en donde lo había dejado antes de la llamada.

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Jessica Córdoba estaba arreglandose para ir a la fiesta. Estaba segura de que allí iba a estar Mak Savicevic, pese a que no le había contestado las llamadas durante toda aquella tarde que se le había hecho eterna.

En eso sintió el sonido de la puerta de su habitación. Alguien golpeaba y se dirigió a abrir. Era su rommie canadiense.

— ¿Podemos hablar? —Preguntó ella.

— Dame un minuto.

— Muy bien. Te espero en la sala.

Tras terminar de secarse el cabello se dirigió hacia allí, prácticamente sin tener tiempo de hacerse expectativas con aquella conversación.

— ¿Que pasa? —Le preguntó Jessica.

— Eso es lo mismo que me gustaría saber ¿Que es lo que pasa?

— ¿Por qué lo dices?

— Tu amigo ese, Javier. Viene a la hora que quiere, te llama a altas horas de la noche e incluso te he visto salir en madrugada. Ese tipo no tiene ningún respeto por esta casa ¿Encuentras que eso está bien?

No está para nada bien, pensó Jessica Córdoba, a quien no le gustaba para nada lo que estaba ocurriendo.

— No está para nada de bien –Respondió—. También considero que no está nada de bien meterse en la vida privada de las personas.

— ¿Qué me estás queriendo decir?

— Estoy queriendo decir que no me gusta que se metan en mis asuntos, eso es todo.

Su rommie canadiense se puso colorada.

— ¿Así es que esas tenemos?

— No veo cual es el problema.

— El problema es que no me gusta que no respeten mi casa. Lo he estado pensando y me gustaría que me entregaras la habitación.

— ¿Qué estás diciendo?

— Lo que oíste, pues ¡Terminando este semestre quiero que ya no estés aquí! Con permiso, no tengo nada más que decir.

Acto seguido su rommie canadiense se fue a su habitación y Jessica Córdoba consideró que era increíble lo que estaba pasando. De todos modos comprendió que no ganaba nada con lamentarse en ese momento, por lo que decidió continuar adelante con los preparativos para ir a la fiesta. Al día siguiente llamaría a su novio con el fin de comunicarle aquella noticia y así buscar una solución, considerando que el había decidido vivir con ella.

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