El poder del fuego (14)

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Tras haber estado toda la noche pensando en lo que se le venía con Jessica Córdoba, Mak Savicevic leía una y otra vez el relato de Rob Irwin mientras este dormitaba en el sofá.

Aquel relato lo había distraído de lo que había estado pensando toda la noche, puesto que sin exagerar, para él era una de las mejores líneas que había leído jamás.

- ¿Y que decís? -Le preguntó a Hakan Mastourí, tras haberle pasado la laptop y sin sacarse en toda la noche aquellas gafas que cambiaban de color.

- Esto está fabuloso, hermano ¡Sublime! ¡Ancestral! ¡Apoteósico! ¡Este borrachín es de los buenos?

Por su parte, Reno Cauldfield estaba más que impactado tras leer aquel trozo que había escrito Hakan Mastouri. Le costaba bastante creer que aquello pudo haber sido simplemente producto del consumo de zetas.

- Creo que es hora de descartar a mi personaje -Dijo Mak-. Nos quedamos con esto porque esto está brillante. No sé si lo conversaron o qué, pero esto pega mucho con tu personaje.

- Esto fue lo que nos provocó ese jueguito de rol propuesto por Reno ¡Esta obra va a quedar magnífica! -Exclamó Hakan Mastouri, sobándose las manos.

Diciéndole adiós a la cerveza despues de haber terminado de conversar con Jessica Córdoba, Mak Savicevic iba por un último café. Pretendía juntar todos aquellos párrafos sueltos y utilizar su técnica del collage, con el fin de hacer la mejor edición posible. El relato de Reno contribuía enormemente para que cualquier cosa que hicieran calzara.

- ¡El relato de Rob está a otro nivel! -Exclamó Reno, muy derrepente-. Creo que son las mejores pocas páginas que he leído durante este último tiempo.

- ¡Que en paz descanse! -Dijo Mak, sonriendo y luego yendo inmediatamente a buscar la ropa de cama que era uso exclusivo de las visitas.

Una vez que regresó y cobijo a Rob, Mak Savicevic seguía dándole vueltas. Decidió que era hora de tal vez fumar un poco de marihuana antes de decidirse a qué iba a hacer

- Ustedes casi hicieron el trabajo completo -Dijo Mak-. Yo me podré a editar inmediatamente estas cochinadas que escribieron y ustedes, bueno... Creo que terminaron su parte. Pueden dormir un rato en mi cama o irse a casa.

- ¡Yo no voy a dormir! -Dijo Hakan-. Tal vez escriba otro relato para aplicar la situación definitiva.

- ¿El final dices tú? -Preguntó Reno Cauldfield.

- El mejor final de la historia. Permiso, amigos.

Hakan Mastouri se llevó su laptop al balcón y desde ahí comenzó a trabajar inmediatamente mientras Mak Savicevic volvía al suyo.

- Yo te ayudo a editar -Dijo Reno Cauldfield.

- ¿Estás seguro? ¿No prefieres dormir?

- Es para que quede mejor ¡Vamos!

Acto seguido comenzaron a trabajar de firme. Si mal no calculaba, Mak Savicevic iba a dejar todo absolutamente terminado aquella misma noche, con el fin de poder tomarse libre el domingo.

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Definitivamente Lena Smith no podía dormir, y al ver que Constanza Müller estaba en línea decidió escribirle.

- No puedo dormir, amiga -Le dijo.

Su compañera le respondió inmediatamente.

- Yo tampoco.

Acto seguido salió de su habitación y llegó hasta la cocina. Breves segundos después apareció Constanza.

- ¿Que pasa? -Le preguntó Lena- ¿Por qué tanto insomnio?

Constanza Müller no quiso irse con rodeos.

- Dijiste que Andrew se viene a Castlebar ¿Eso significa que te irás a vivir con él?

Lena Smith agachó la mirada. Le dolía separarse así de sus amigas, pero al mismo tiempo lo que más deseaba en el mundo era compartir la cama con su novio.

- Creo que sí, amiga.

Constanza Müller comenzó a morderse los labios.

- ¿Y qué se supone que tenemos que hacer? -Preguntó Constanza- ¿Tendremos que alquilar tu habitación?

- No había pensando en eso, la verdad.

- Yo lo he pensado bastante...

- ¿Eso qué significa?

- Significa que si tú te vas yo tendré que irme de aquí. Pues no me alcanza para pagar la mitad completa de la renta de esta casa.

- ¿Podemos hablar de eso despues? -Preguntó Lena Smith-. Obviamente cuando llegue el día voy a considerar todas las partes involucradas posibles. Ahora me queda decidir si acepto o no ¡No creas que a mí no me complica el asunto!

- Así veo -Respondió Constanza.

Pese a que rara vez fumaba, Lena Smith extrajo un cigarrillo de uno de los cajones de uno de los muebles de la sala de estar. Abrió la puerta de la cocina que daba al patio y lo encendió, mirando las estrellas.

- Disculpa, amiga -Le dijo Constanza de pronto.

- ¿Por qué?

Lena Smith vio que a Constanza Müller prácticamente le brillaban los ojos.

- Siento que al reclamar, lo hice solo pensando en mí y me imagino que estás más que emocionada por la propuesta que te hizo Andrew ¡Felicidades, amiga!

Acto seguido se dieron un buen abrazo. Sabían que, de una u otra forma jamás se iban a alejar la una de la otra. Lena Smith estuvo a punto de contarle también que Samantha Rhoades le había sugerido que sacará del equipo a Fanny Silverstein en miras al Grand Slam.

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Mientras veía a su novio dormir al lado de él mientras ella escribía completamente desnuda apenas tapada por las sábanas en aquel hotel de París, Catalina Marchessi lo mezclaba todo, tanto la realidad como las fantasías.

Su novio había estado muy resistente a conversar durante el día sobre aquella infidelidad. A cambio de eso se había mostrado bastante divertido en aquel paseo por las orillas del Sena antes de ir por un aperitivo al café Select. Después de aquella cena y pensando en qué ella iba a tener que darle las explicaciones del caso, el en lugar de aquello se decidió a besarla completa y luego de aquello le hizo el amor de una forma que ella no recordaba que podía llegar a disfrutar tanto porque por si fuera poco el mete y saca había durado alrededor de dos horas y, lejos de agotarla, aquello le había dado energías.

En eso vibró su celular y consideró bastante extraño que le llegase un mensaje por Whatsapp a esas horas, por lo menos desde territorio Irlandés.

Era Jean Manuelle Rodríguez.

Aquello alteró por completo su ánimo, puesto que si el asunto pertenecía a a la academia tendría que responderle sí o sí. Lo positivo del asunto con su novio era que este no tenía idea con quién lo había engañado, por lo que considerando la justicia desde un punto de vista relativo, Catalina Marchessi sentía que tenía luz verde para hablar con su compañero.

De todos modos decidió ignorarlo todo y apagar las luces y dejar a un lado el laptop y aferrarse con fuerza a la espada del hombre que amaba, rodeando aquella cintura con sus dos brazos, uno alrededor de su cintura y el otro alrededor de su cuello.

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