Mucho más que una nueva vida (4)

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— Muy buenos días, colegas. Mi nombre es Ian Cauldfield y voy a ser su profesor de habilidades literarias tipo aire. 

El profesor cerró las ventanas y encendió el aire acondicionado. El frío específicamente de invierno comenzaba a asomar muy rapidamente y a pesar de ser el primer día en la academia ya se oían algunos murmullos.

— ¿Estuvieron con Maga Pizarnik la primera hora?

— Sí —Respondió Danny.

— ¿Y los hizo presentarse?

— No —Dijo Enzo— Nos hizo un aburrido test de literatura y cultura clásica, para peor nos hacen competir sin conocernos ¿Usted va a hacer que nos presentemos?

— Aún no lo sé. 

Ian Cauldfield caminó de un lado hacia otro y se quedó de pie al lado de la puerta, la cual abrió con el fin de asomarse un poco al pasillo con el fin de tomar otra clase de aire que no fuese precisamente el artificial. Luego la cerró definitivamente. 

— Está bien guapo el profesor Cauldfield —Le dijo Kate a Tom— ¡Feliz hago algo sucio con él para que me regale puntos!

— ¡Cállate! —Dijo Tom— Te puede escuchar.

Cauldfield reprochó con un gesto la risa de Kate Miller y después hubo un silencio repentino. El profesor se acercó lentamente a su pupitre, mirando el suelo, puesto que no quería enfrentarse a la mirada de su hijo Reno, quien lo miraba muy  fijamente. 

— No voy a utilizar el método clásico —Le respondió Cauldfield a Enzo— No los voy a hacer presentarse, tal vez no de la manera tradicional. Y aprovechando que venía yo después de ella, fui yo quien le pedí a Pizarnik que no hiciera eso de presentarlos.

— ¿Por qué? —Preguntó Catalina Marchessi (23).

— Al final de la clase se van a dar cuenta. ¡Chicos! ¡Necesito que pongan atención! ¡En esta clase vamos a a aprender todos de todos! Primero quiero que levanten la mano todos los que aman escribir novela romántica. 

Unxs trece o catorce levantaron la mano.

— Usted, la de aros de quince centímetros. ¿Cual es su nombre?

— ¿Como sabe que solo me conformo con quince centímetros? —Dijo ella— Muy bien ahí, profesor.

Hubo bastantes risas en la sala y con un gesto que invitaba a no impresionarse por aquello logró tranquilizar en algo el ambiente que, según su experiencia, en cualquier momento se podía salir de protocolo. El objetivo de su primera clase era más o menos ese pero no tan así. Reno lo seguía mirando fijo.

— ¿Cual es su nombre, señorita?

— Jessica Córdoba.

— Miss Jessica. ¿En qué influyó tu lugar de origen para que amaras escribir novela romántica?

— Yo soy de Colombia, profesor, de Cali. Usted debe saber que allí somos muy apasionados en todo sentido.

— Muy bien, Jessica. Usted, la de cabello corto.

— En Rusia hay mucha censura con la literatura romántica LGBT y eso me inspira mucho. 

— ¿Su nombre?

— Ana Izmailova.

— Muchísimas gracias, miss Izmailova. Usted, el de camisa roja, su nombre primero y digame en que lo influenció su lugar de origen para que amara escribir literatura romántica. 

— Me llamo Javier Busquets y no tengo idea que palo pinta Cataluña en todo esto.

— Mister Javier. ¿Realmente usted hace literatura romántica?

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