El poder de la tierra (11)

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Una vez más en la academia y Mak Savicevic sentía como que había traspasado el umbral del sueño y ahí estaba, en la cafetería una vez más junto a sus amigos.

Sentía que el tiempo no pasaba nunca y ahí estaba, luchando con todas sus fuerzas contra él.

— Este relato está como más genérico —Dijo Hakan Mastouri—. Me agrada.

— Le pusieron talento, hermanos míos —Dijo Rob— ¿Quien lo escribió?

— Mak lo empezó y yo lo terminé —Dijo Reno—. Decidimos turnarnos para dormir.

— Muy bien ¿Lo enviaron ya?

— Reno lo envío —Dijo Mak, bostezando.

En eso vió que Jessica Cordoba lo divisaba desde lejos a través de aquel ventanal. Le hacía una especie de seña y el decidió escribirle un mensaje para responder.

— ¿Habrá llegado ya la profesora? —Preguntó Reno, poniéndose de pie e intentando cubrirle las espaldas a Mak.

— ¡Vamos andando! —Exclamó Rob Irwin, con voz motivacional—. Esta profesora se va a arrepentir de haber dicho que se había decepcionado de nosotros ¡Muchas gracias, hermanos míos!

Mak Savicevic cerraba la marcha, sintiéndose como un zombie y en eso siente que vibra su teléfono; Era un mensaje de Jessica Córdoba, quien le pedía que se encontraran en la cancha de tenis. Iba tan inerte de emociones en ese momento que ni siquiera alcanzó a ponerse nervioso antes de decidir caminar inmediatamente hasta allí.

Y ahí estaba ella con sus atuendos primaverales. Casi le dió un infarto al hecho de pensar que iba a tener que enfrentarse a la situación de ver aquellos senos tan demasiado cerca luego de haberla visto de frente.

— ¿Que tal? —Preguntó él, esforzándose al máximo en mirarla a los ojos.

Jessica Córdoba sonreía y su mirada brillaba.

— ¿Que pasa? —Le preguntó él.

Ella juntó sus manos y cerró sus piernas.

— Quería darte las gracias —Dijo, con una voz que a Mak le pareció que insinuaba algo—. Fuiste muy amable conmigo pese a que también tenías tus responsabilidades.

Mak se sonrojó un tanto tras oír aquello, puesto que sintió una especie de sensación agradable que descendió desde su garganta hacia abajo.

— No hay de qué —Respondió, sonriendo con la boca cerrada.

Sin saber por qué ya no estaba tan nervioso.

— ¿Y? ¿Pensaste?

— ¿Pensar en qué?

— ¿Cuánto me vas a cobrar?

— Por supuesto que nada —Respondió, evitando al máximo mirar aquellas redondeces.

Hubo un silencio que le pareció como el presagio de algo.

— ¿Por qué miras tanto el suelo cuando te hablo? —Preguntó ella, acercándose algunos centímetros.

— No tengo idea —Respondió Mak, sonriendo y mirándola a la cara.

Aquella presencia ya no parecía incomodarlo tanto, pensando en qué tal vez aquello era producto del redundante trasnoche del último tiempo.

— ¿Qué tienes que hacer hoy en la noche? —Le preguntó ella.

— Dormir —Respondió Mak, juntando sus manos y colocando su cabeza sobre ella.

En eso Savicevic sintió una presencia y no pudo evitar estremecerse al comprobar que quien los vigilaba no era nada más y nada menos que Javier Busquets.

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