Finales anticipados (5)

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Jessica Córdoba pedaleba bastante deprimida en dirección hacia la casa de Javier Busquets. Sentia que desde que se había alejado de él que las cosas habían comenzado a estar bastante mal en su vida desde que se había alejado de él y por primera vez desde que había comenzado todo aquello comenzó a cuestionarse si es que efectivamente había sido o no una buena decisión alejarse de él.

Tras unos minutos que se le hicieron eternos esperando detrás de la reja ahí apareció él, sin polera y en ropa interior.

— ¿Que haces aquí? —Le preguntó—. Pensé que habíamos acabado tú y yo.

— Eso no importa por ahora —Dijo ella—.  Es muy importante lo que tengo que hablar contigo.

— ¿Acaso no percibes que en estos momentos yo podría estar ocupado?

Jessica Córdoba miró fijamente el bulto de Javier Busquets, cuya voluptuosidad la hizo recordar viejos tiempos. Intento concentrarse en su mirada para responder con carácter.

— ¡Te dije que es importante! –Exclamó— ¿Por qué más crees que podría estar aquí?

Sin responder con palabras, Javier Busquets abrió inmediatamente la puerta y se hizo seguir. Jessica Córdoba se sintió un tanto mal al estar consciente de que tal vez esa era la última vez que atravesaba aquel frondoso jardín. Tal vez también eran sus últimos días en Castlebar.

— Comprenderas que en estos momentos no estoy precisamente solo —Dijo él—. Tendrás que esperarme aquí abajo mientras voy y vuelo.

Desde el primer piso, Jessica Córdoba oía a un volumen no moderado los gemidos de la chica con quien estaba Javier Busquets. Intentaba no impresionarse ante aquello, ya que, mal que mal conocía muy bien a su compañero, quien bajó sudando y envuelto en una toalla varios minutos después.

— ¿Qué es eso tan importante que tienes que hablar? —Le preguntó Javier, tomando asiento en el sofá que estaba enfrente de ella.

Jessica Córdoba no sabía cómo abordar aquel momento, que consistía en el objetivo de decir todas las cosas que tenía que decir.

— Creo que me veo en la obligación de retirarme de la academia —Dijo ella—. Quisiera saber en qué quedamos tú y yo antes de intentar regresarme a Colombia.

— ¿Por qué dices intentar regresarte?

— Pues porque al parecer se me acabó la suerte —Intentó responder sonriendo, prácticamente sin rencores—. Ayer mi rommie canadiense me dió un aviso de expulsión.

— ¿Y pues por qué no buscas un nuevo lugar para vivir?

— Pues porque se me acabó el dinero y la vida acá se me hace insostenible por lo cara que es.

— ¿Y qué hiciste con el dinero que te pagué?

Jessica Córdoba no pudo evitar dejar caer unas lágrimas.

— ¡Le tuve que enviar todo ese dinero a mis padres! ¡Han caído en malas manos desde que estamos en la ruina!

— ¿Cómo así?

— Han caído en manos de unos mafiosos y tienen que pagarle mucho dinero. Me veo en la obligación de abandonar mis estudios para poder trabajar y así ayudarles a cancelar la deuda. Además de que en la academia no me ha ido muy bien, está lo del aviso de expulsión de mi rommie canadiense. Son señales que me envia el universo tal vez.

Javier Busquets se puso de pie y se paseó hasta la puerta. Jessica Córdoba lo miraba atentamente esperando una especie de respuesta.

— ¿Entonces vienes a despedirte? —Le preguntó él.

— Algo así —Respondió Jessica Córdoba—. Además, quisiera saber si te quedo debiendo algo.

— ¿Tú crees que me quedas debiendo algo?

— La verdad es que no lo sé.

— La verdad es que yo tampoco.

De su novio Andrés no tenía idea, recordó. Se suponía que iría a conseguir los recursos para vivir con ella en Castlebar pero desde hacía ya varios días que no tenía noticias de él. Aquel era otro de los motivos por los cuales había decidido renunciar a su sueño de perfeccionarse como escritora.

— Voy a hablar con tu rommie canadiense —Le respondió—. Fui yo quien le ofrecí dinero a cambio de que te expulsara.

Jessica Córdoba no pudo evitar asombrarse tras oír aquello.

— ¿Como así? —Preguntó.

— Bastante fácil, pues. Nadie puede renunciar al dinero. Todo se puede comprar con dinero ¿Entienses ahora?

— Lamentablemente tienes mucha razón —Dijo Jessica Córdoba—. De todos modos con eso no se solucionarían todos mis problemas.

— Lo que no entiendo es cómo fuiste capaz de gastar tanto dinero en enviárselo a tus padres —Dijo Javier—. No sé si estás realmente consciente de la cantidad de dinero que te pasé.

— Estoy demasiado consciente —Le respondió ella, echándose su dedo pulgar a la boca—. Es por eso que estoy aquí ¿Hay algo más que pueda hacer por tí?

En eso Javier Busquets volvió a tomar asiento. Acto seguido se agarró la cabeza con ambas manos y ante la sorpresa de Jessica Córdoba se echó a llorar, fragil y abruptamente.

— ¿Qué pasa? —Le preguntó, sin salir de su asombro— ¿Por qué lloras?

— No lo entenderás —Sollozó—. Básicamente me duele bastante que me preguntes si hay algo más que puedas hacer por mí.

— ¿Y por qué te duele tanto si se puede saber?

— Porque nunca fue mi intención amarrarte con lo que hice ¡Yo simplemente quería ayudarte!

En eso Javier Busquets lloró con más enfasis y Jessica Córdoba decidió acercarse a él. Le acariciaba el cabello mientras él se iba tranquilizando lentamente.

— Por favor tranquilízate —Le dijo ella—. Yo en el fondo estoy bastante agradecida de tí. Lo único que quiero en estos momentos es desaparecer y por favor no me gustaría que te lo tomes tan a personal.

En ese entonces Jessica Córdoba miró hacia atrás y desde las escaleras bajaba una mujer de mediana edad envuelta en una sedosa camisa de dormir que pronunciaba de manera muy sexy aquellas curvas. Se acercó inmediatamente a Javier.

— ¿Todo bien mi amor? —Le preguntó Sonia.

— Todo bien —Dijo Javier, poniéndose de pie e interrumpiendo abruptamente aquellas lágrimas—. Jessica Córdoba ya se iba.

Acto seguido su compañero la acompañó hasta la puerta. Con una mujer en medio de aquello Jessica Córdoba comprendió que no tenía nada más que hacer allí.

— Eres libre de aquí en adelante —Le dijo Javier—. Solo espero que compitas con nuestro equipo en el Grand Slam antes de irte de aquí.

— Me encantaría hacerlo —Le dijo Jessica Córdoba, tras besarle suavemente la mejilla—. Voy a hacer un esfuerzo y lo intentaré.

— Recuerda que hablaré con tu rommie canadiense para que te levante el asunto de expulsión.

Cuando vio que Javier Busquets la abandonó inmediatamente, Jessica Córdoba pedaleó velozmente hasta la esquina y tras sentir una gran fatiga producto del cansancio que le proporcionaban el hecho de aguantarse las ganas de llorar no pudo evitar tirar su bicicleta y echarse a llorar en el suelo, a un costado de plena carretera.



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