A la caza del ganador (5)

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Después de una nueva clase de habilidades literarias tipo fuego al día siguiente de su llamada con Elect, Javier caminaba a paso firme hacia su casa. Se había fijado que Jessica Córdoba lo seguía y que ya casi no podía resistirse a esas piernas con un vestido cortísimo, sin medias ni calzas, pese a todo lo que iba ocurriendo.

Simplemente no la podía mirar con los mismos ojos después de aquella charla con Elect que se había reforzado con ciertas instrucciones de Morgam vía carta certificada, quien en la academia se hacía llamar Peter Mc Brigde, un reputado funcionario de la institución quien supuestamente era el experto en literatura de quienes trabajaban para la institución mafiosa.

Había decidido no hablarle a Jessica durante aquel día. ¿Motivos? Follar con ella iba a ser parte del trabajo, así de simple. Así eran sus días y su vida y no se esforzaba para nada en cambiar en algo cierras cosas, puesto que aquello le proporcionaba sentido a su existencia, considerando que era adicto al sexo desde muy temprana edad.

Tras avanzar rápidamente miró hacia atrás y descubrió que ella intentaba alcanzarlo. "Es demasiado penetrable", pensó, una vez más "Debe ser porque tiene unas piernas y unas tetas y un culo que dejan enfermo a cualquiera. En fin. Yo también tengo lo mío", pensó, quedándose de pie frente a un vidrio fuera de una tienda que las hacía de espejo. Oyó que Jéssica lo llamaba definitivamente y se quedó ahí, de pie.

— Dígame —Le dijo, intentando imitar la voz del profesor Cauldfield.

— ¿Que te pasó hoy?— Le preguntó Jessica- Ni siquiera me saludaste después de haberme tocado las piernas todo el tiempo ayer. Anoche tampoco me videollamaste, dijiste que querías mostrarme una cosa ¿Pasó algo?

— No lo sé —Respondió Javo— Debe ser porque te encontré un poco rara hoy en clases ¡Cómo todas ustedes están tan pendientes del winner!

Con winner se refería específicamente a Mak Savicevic.

La miró detenidamente y creyó que sí, que ella definitivamente podía ser una especie de aliada después de todo aquello, mal que mal tenía unas curvas que podían tentar a cualquiera, más aún a un solitario Mak Savicevic. Simplemente tenía que intentar transformarla en su puta personal. Si dijo lo que dijo fue solo con el fin de mandarse las partes.

— ¿Yo rara? ¿Cuando? Oye. ¿Qué pretendes conmigo? A mí me gustan los chicos que son directos.

— En realidad quería hablarte de negocios... Oh, espera.

Javier revisó su mochila. Había olvidado que la petaca de vodka y que los refrescos de naranja estaban ahí intactos, a propósito de que quería beber con Rob Irwin por ahí por el campus con el fin de hacer algo de relaciones públicas en la academia. Intuía que algo de alcohol y un lugar privado podrían llegar a facilitar bastante el asunto.

— ¿Por qué estás tan raro conmigo? — Insistió Jessica. Ya pues, dime —Agregó— No seas malo. No seas misterioso.

Javier se quedó mirando los pechos de su compañera, sin siquiera darse el trabajo de disimular.

— Es que quería invitarte a una parte para que vayamos a hablar de negocios.

— ¿Negocios? ¿Que tipo de negocios?

— ¿Vas o no vas?

— Bueno ya —Respondió Jessica— La verdad es que no soporto el misterio.

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De rodillas en la cama y con las palmas de sus manos apoyadas en una almohada, Kate Miller se había estado arrepintiendo de haberse saltado la clase de habilidades literarias tipo fuego. Según ella todo era culpa de su madre, quien había llegado antes de tiempo a casa y con Ray no habían alcanzado a hacer nada despues de haberse hecho un montón de expectativas en ese corto rato que alcanzó a estar sola con su compañero antes de que ella llegara la tarde anterior.

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