Productividad excesiva (10)

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Kate Miller seguía intentándolo con el informe. Llevaba tres o cuatro hojas y no estaba segura de si lo estaba haciendo bien. Pasaba que era Tom Mc Carty quien solía preocuparse más de esas redacciones frías y secas y cualquier duda siempre le preguntaba a él.

Necesitaba zafarse un rato, maldito insomnio. Bajó hasta el refrigerador a revisar si encontraba algo frío para beber y sonrió satisfactoriamente al ver que a su madre se le habían quedado los cigarrillos sobre la mesa. Sacó dos y subió corriendo, puesto que hacía demasiado frío como para andar en pie con tan poca ropa.

Regresó a su cama y abrió Facebook, con el fin de tomarse un rato de descanso. Vió apenas a tres personas conectadas y una de ellas era Mak Savicevic. Quería hablarle y le escribió, con un claro objetivo.

— Hola.

Comenzó a revisar el inicio de la red social considerando que aún no le respondían y que lo más probable es que no lo hicieran, por la hora. Vió que Hakan Mastourí seguia subiendo fotografías a aquel álbum y decidió darle me gusta a algunas, sobre todo en las que aparecía Mak Savicevic en solitario. Vio que le contestaron.

— Hola ¿En qué estás?

Kate Miller respondió al instante.

— Aquí, escribiendo el informe ¿Y tú?

— En las mismas, aunque creo que acabo de terminarlo.

— ¿Completo?

— Parece que sí.

Kate Miller encendió uno de los cigarrillos. Le dieron ganas de preguntarle si habían posibilidades de comunicarse por videollamada pero le dió vergüenza. Vió que Mak Savicevic le escribía.

— ¿Tú como vas?

— He avanzado pero no sé cómo voy.

Agregó:

— Jamás había redactado un documento como este y bueno, la verdad es que está bien difícil. Tendré que pedirle ayuda a Tom.

Vió que se demoraban mucho en responderle y estaba a punto de desconectarlo todo para intentar dormirse definitivamente cuando vió que le respondieron.

— Sigue intentando ¡Tu puedes!

Kate escribió.

— No es lo mismo que escribir un relato o un artículo periodístico por encargo.

Mak Savicevic le respondió al instante.

— Si leyeras el mío te darías cuenta que no es tan complejo.

Kate Miller aprovechó la oportunidad que buscaba.

— ¿Me lo enviarías? —Preguntó, acompañando aquel mensaje con una carita triste.

Pasaron varios segundos. Se había arrepentido un poco. Quizá era cierto aquello tan serio de la competencia que llegaba a abarcar cuestiones como esas.

— Si en mi equipo se dan cuenta me matan.

— Por favor. No seas malo.

Le dió remordimiento insistir. Quizá el accediera, pero no era la idea de esa forma, así como lo estaba haciendo. Pero vió que se cargaba un archivo en word casi no lo creyó.

— Ya —Le escribieron—. Ahí está. Estoy un poco drogado y quizá mañana me arrepienta. No le cuentes a nadie. Ni siquiera a tu equipo. Buenas noches.

— Lindo —Escribió Kate Miller—. Buenas noches.

Cerró Facebook tras abrir el informe. Comenzó a leerlo inmediatamente.

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