Una vez que tomaron el té con el novio y con la roomie canadiense de Jessica Córdoba hablando trivialidades sobre la vida en la academia, Mak Savicevic y Reno Cauldfield al fin iban rumbo a sus respectivas casas.
— ¿Ahora podrías explicarme qué es lo que ocurre ahí? —Se atrevió a preguntar Reno, tras captar de que ni ella ni el habían demostrado lo más mínimo de que hubiese algo entre ella y él.
Mak Savicevic respiraba hondo y botaba, así como si se hubiese salvado de un peligro. Se felicitaba en gran parte por el hecho de no haber alcanzado a sentir nada por Jessica Córdoba y aquello aún lo perturbaba, puesto que en esos momentos lo angustiaba mucho más el pudo ser que lo que ocurría realmente en el tiempo presente. Con lo de Mika anteriormente había quedado absolutamente sobrepasado y era hora de sí, de enfocarse en sus proyectos.
— No quiero hablar de eso —Dijo Mak—. No es que no quiera contarte, pasa que aún no logro procesar.
— ¿En qué estás metido, Mak?
— En nada.
— ¿Entonces por qué estás así, tan alterado de ánimos?
— La verdad es que no entiendo nada. Yo pensando que estabas intentando levantarle Jessica a Javier y resulta que ahora ella tiene novio ¿Estás bien, Mak?
— Sí —Respondió Mak, pensando en que su compañero había resumido muy bien todo el entuerto.
Lograron llegar a casa de Mak, quien mostraba fuertes signos de agotamiento.
— ¿Seguro que estás bien? —Le preguntó Reno.
— Sí, estoy bien. Creo que solo necesito descansar.
Acto seguido se dieron un buen apretón de manos. Mak Savicevic consideró en parte que estaba siendo injusto con su amigo.
— Gracias Reno —Le dijo—. Si no te cuento nada ahora es porque estoy agotado. Ocurre que estoy un poco cansado y pues bueno. No ha sido fácil mi vida acá. Buenas noches amigo y de verdad muchas gracias.
Tras no decir nada más, Mak Savicevic subió casi corriendo las escaleras y le llamó enormemente la atención ver qué se desocupaba el departamento de al lado a esas horas. Era como si todo el mundo hubiese desaparecido y cuando logró echarse en el sofá sintió que la cabeza le hervía. Revisó su teléfono y ahí estaban los mensajes de la gente esa para la cual escribía artículos periodísticos por encargo.
Pese a que se sentía un poco enfermo, decidió pensar que lo mejor que podía hacer era tomarse una ducha y enfrentar con todas sus fuerzas aquella realidad que sí valía la pena enfrentar.
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Tras haber hecho el amor de una forma que le costó bastante reconocer que extrañaba, Jessica Córdoba tomó su teléfono y se levantó al baño tras soltarse inmediatamente de los brazos de Andrés, quien quería quedarse ahí para siempre.
Quiso llamar por teléfono a Mak Savicevic, quien no le respondió. Está pasando exactamente lo que tiene que pasar, se consoló ella, convencida de que lo mejor que podía ocurrir era que Mak Savicevic decidiera alejarse de ella por su propia cuenta.
De todos modos consideró que lo podría ver al día siguiente en la academia, con el fin de darle una explicación o algo parecido.
— ¡Ven aquí! —Exclamó Andrés— ¡No tienes idea lo mucho que te extrañaba! Pese a que tus amigos me cayeron de lo más bien, no hallaba la hora de que se fueran.
Casi con miedo a hablar sobre el futuro, Jessica Córdoba se echaba en el regazo de él. Extrañaba demasiado aquel olor tan familiar, aquellos brazos tan naturales, era como estar en casa.
— ¿En qué momento tomaste la decisión de venir a visitarme? —Le preguntó— ¿Por qué no me dijiste nada?
— La verdad es que no vine a visitarte —Dijo Andrés.
— ¿Qué estás queriendo decir?
— Me vengo aquí a vivir contigo, mi amor. Creo que es la única manera de no perderte.
Oír aquello fue un auténtico balde de agua fría para Jessica Córdoba, quien daba su noviazgo por terminado con Andrés.
— Yo no te puedo recibir aquí —Dijo Jessica Córdoba.
— ¿Y quién te dijo que yo planeaba que viviéramos acá? Por supuesto que no pues mi amor. Papá me consiguió un puesto desde dónde el cual puedo trabajar desde cualquier parte del mundo. Por supuesto que voy a irme a Colombia dentro de un par de días a afinarlo todo ¡Solo que querías que supieras de mi propia boca, mi amor!
Sin saber qué más decir, Jessica Córdoba cerró los ojos. Solo pensaba en dormirse al ritmo del latir del corazón de Andrés, uno de los sonidos que más la podía relajar en aquel contexto en el cual tenía importantes problemas que resolver con Javier, de quién tenía una importante cantidad de llamadas perdidas.
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Fanny Silverstein y Constanza Müller sacaban cálculos en una hoja de papel.
— Se me va a hacer demasiado caro vivir sin Lena —Dijo Constanza—. No quiero irme a vivir a otra parte tampoco.
— ¿Crees que el novio de Lena quiera venirse a vivir con nosotras?
— No creo que sea muy buena idea, la verdad.
— ¿Por qué lo dices?
— Pues porque es evidente que quieren vivir solos. Son pareja. Creo que no nos queda más remedio que alquilar la habitación de Lena.
— ¿Y por qué esa vocecita tan triste? —Preguntó Fanny Silverstein.
— Pues porque me gustaba que viviéramos las tres. Pensé que íbamos a estar juntas todo este tiempo.
— Podría hablar con papá —Dijo Fanny de pronto, cambiando el tono de su voz—. Quizá si le explico la situación, podría enviarme un extra de dinero.
— No me parece que sea buena idea —Le respondió Constanza—. Creo que tal vez sea preferible buscar un lugar más barato.
— ¡Les recuerdo que el alquiler de esta casa está pagado por un año! —Oyeron de pronto la voz de Lena Smith.
Constanza se dió la media vuelta y ahí estaba su amiga, poco menos que radiante. Le dolió un tanto contemplarla con aquella expresión, más que nada porque le daba pena saber que aquella era una de las últimas noches que iba a pasar con ella.
— Tienen de aquí a fin de año para pensar en eso —Dijo Lena Smith—. Yo creo que deberíamos salir por ahí, para que me vayan despidiendo. Tranquila, amiga.
Constanza Müller estaba casi al borde de las lágrimas. Se sentía demasiado sola en Castlebar como para estar así y sentirse aún más sola.
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Publicidad Engañosa
Teen FictionMak Savicevic, un joven y prometedor escritor que además de odiosamente competitivo es independiente financieramente, decide matricularse en la academia de escritores con el fin de competir por el preciado trofeo nobel de literatura digital. Los pri...